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Por qué se va Mariana Aylwin: "No se puede seguir en una casa donde el marido te golpea todos los días"

Su decisión la transmitió formalmente la tarde del viernes, a través de un correo electrónico dirigido al director del Servicio Electoral y causó un terremoto político en la DC, pues junto a ella renunciaron todos los miembros de la facción "Progresismo con Progreso".
 
A dos días de su decisión, en entrevista con El Mercurio la ex diputada y ex ministra recorre sus 40 años de militancia en el partido, y las diferencias que la llevaron a ella y a 30 dirigentes a la ruptura.
 
También transita, aunque con cautela, por el golpe que produjo la decisión en su fuero interno y el de la familia Aylwin-Oyarzún.
 
"Nosotros en la familia somos bastante unidos y hemos conversado permanentemente. Por ejemplo, las cosas que escribo se las mando a algunos de mis hermanos y les pido su opinión, también a un sobrino que es súper lúcido y que también se fue del partido, antes que yo. Esta semana que culminó les dije que tenía la decisión tomada de renunciar a la DC. Incluso le comuniqué a uno de mis tíos, que es como el más preocupado, que es el hermano menor de mi padre (Tomás Aylwin). Sé que mi salida tiene un significante también en términos de la figura de mi padre", afirma.
 
¿Qué le comentó su madre, Leonor Oyarzún?
 
- Todos muy respetuosos de la decisión. Mi familia es bastante tolerante y abierta y nos acompañamos, esa es la verdad. Me sentí apoyada, especialmente de mi hermano Miguel, que me dijo "yo me voy contigo". Él también lo había pensado y sentía lo mismo que yo: que es necesario provocar o develar la crisis que el partido está viviendo.
 
La presidente de la DC, Myriam Verdugo, la acusó de abusar del apellido Aylwin
 
- No quiero entrar en ese debate más pequeño. Esto me da una pena enorme. Es como abandonar la casa, pero también tiene que ver con mi conciencia de llegar a una convicción y actuar en consecuencia. Tiene que ver con mi dignidad. De alguna manera, en el último tiempo había sido muy maltratada. No se puede seguir en una casa donde el marido te golpea todos los días y no te vas. Creo que al final hay que hacerse cargo de eso y no puedes seguir en una casa donde uno todo lo que dice es desvalorizado. Es llegar a la conclusión de que no es mi casa, de que dejó de ser mi casa. Eso es duro.