El parlamentario DC desglosó la propuesta, que está en la Cámara de Diputados, pero más aún, se refirió al fondo y sentido político de la iniciativa: “Aquí, lo que está en juego (…) es un problema ético y político, porque los súper ricos de Chile, según las publicaciones internacionales, todos en esta pandemia subieron. Incluido el presidente de la República”, dijo.
En un conversatorio del Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica de Temuco, el senador Francisco Huenchumilla (DC) analizó el proyecto para establecer un impuesto transitorio a los súper ricos, y junto con aclarar el alcance real de la iniciativa –por ejemplo, en cuanto a su posible recaudación–, destacó que se trata de un “emplazamiento ético” hacia ese sector de la sociedad, y que Chile está al debe con cambios tributarios “profundos”.
En primera instancia, el legislador explicó que “el proyecto que salió de la Cámara de Diputados (…) las cifras que da son entre 5.500 y 6.500 millones de dólares. Si uno ve estas cifras, es un rendimiento bastante modesto, para lo que es el conjunto de la discusión del sistema tributario chileno (…) aquí el problema es que Chile, a mi juicio, tiene pendiente una reforma tributaria profunda. Ese es el problema de fondo que hay”, introdujo el parlamentario.
Emplazamiento “ético”
El senador explicó a continuación que “la reforma tributaria de la presidenta Bachelet, el año 2014, estaba dispuesta para dar en régimen 8 mil millones de dólares. La Reforma Tributaria que hizo este gobierno, con el ministro Briones, se discutía en régimen 2 mil millones de dólares (…) todas esas cifras quedaron en nada cuando se produjeron los 3 retiros de las AFP (…) donde se han retirado 47 mil millones de dólares”, aseveró.
“Un impuesto a los súper ricos, donde hablemos de 6 mil millones de dólares, no hace una gran relevancia. Yo creo que aquí, lo que está en juego, más que el efecto que puedan tener los 6 mil millones, es un problema ético y político, porque los súper ricos de Chile, según las publicaciones internacionales, todos en esta pandemia subieron. Incluido el presidente de la República (…) que habría incrementado, en estos años de pandemia, en 300 millones de dólares su patrimonio”, apuntó el legislador.
“Este proyecto es una luz de alarma (…) desde el punto de vista de decirle a los súper ricos, mire, mientras el país está en el suelo, ¿ustedes no podrían echarse la mano al bolsillo y ayudar a la gente que lo necesita, más allá de que sean 6 mil millones de dólares, cuando eso no les afecta para nada a ustedes?”, explicó el parlamentario.
Para Huenchumilla, se trata de “un compromiso ético con el país. ¿Lo tienen ustedes, que son súper millonarios (…) ¿que en una situación de crisis, de debilidad y de fragilidad de la gente, de sufrimiento, pudieran ustedes hacer un esfuerzo extraordinario (…) aunque esto sea algo más bien simbólico?”, cuestionó.
Evasión
De la misma forma, Huenchumilla ejemplificó la pertinencia de este tipo de impuestos, por un sentido de “justicia”. “Los súper ricos no pagan impuesto global complementario (…) lo pagan los profesionales y la gente que no puede socializarse, que no puede formar sociedades, y que simplemente tiene que pagar como contribuyente natural. Los súper ricos tienen todo hecho sociedades de inversión (…) esa es la injusticia del sistema, y por lo tanto este proyecto responde a un cierto requerimiento ético y político respecto de un grupo de ciudadanos (…) a los cuales se les está pidiendo una contribución en momentos de crisis”, destacó.
Impuesto a los patrimonios: el mundo versus Chile
El senador también rebatió el argumento de que este gravamen, en países desarrollados, estaría en retirada. “Después de la crisis del año 1929, tras la gran depresión que hubo, el mundo caminó hacia un estado de bienestar (…) respecto de una acción muy poderosa del estado, y donde todos los países tuvieron un sistema tributario, donde el impuesto a la renta de primera categoría a las grandes empresas, fue muy potente”, comenzó explicando.
“Pero Chile no está a la altura de lo que fue el impulso de los países desarrollados después de la II Guerra Mundial, porque todos esos países lograron despegar. Se desarrollaron, tuvieron una democracia potente, un sistema económico sofisticado (…) y un sistema de bienestar que logró terminar con las profundas desigualdades que tiene un país en desarrollo, como por ejemplo Chile. Por eso es que después los países fueron terminando con el impuesto al patrimonio (…) pero en Chile, nosotros esa reforma tributaria no la hemos hecho”, concluyó.