El discurso defendido por el gobierno chino respecto al brote de Covid-19 «bajo control», que asola al país desde la apertura de fronteras tras tres años de estricto confinamiento, comienza a resquebrajarse.
Los datos oficiales, según los cuales 40 personas han muerto en China a causa del virus desde el 7 de diciembre, contrasta con la última investigación publicada por el medio estadounidense Washington Post, donde muestran cómo los servicios funerarios se encuentran en una situación de colapso, con colas de coches en la entrada, días de espera para incinerar los cuerpos y escasos minutos de margen para que los familiares puedan despedirse de sus familiares.
A partir de imágenes obtenidas vía satélite, vídeos de redes sociales verificados y testimonios de trabajadores y asistentes a crematorios de algunas de las ciudades chinas más pobladas, el medio estadounidense señala como el número de muertos por Covid en China es mucho mayor que el recuento oficial de las autoridades del país.
Las muertes habrían pasado ya de 11.000 diarias, según la estimación a partir de los datos de Hong Kong.
El reportaje indica casos como el de una funeraria en Chengdu, donde solo se ofrecen dos minutos de despedida para los familiares, así como casos de venta de plazas en las colas de los crematorios de Shanghái por 300 dólares para conseguir un hueco. Asimismo, las imágenes del satélite muestran la construcción de un nuevo parquin en un funeral a las afueras de Pekín para combatir la afluencia extraordinaria de clientes y la gran cantidad de coches aparcados en las zonas próximas a otros centros funerarios.
Los testimonios de trabajadores de crematorios y las imágenes compartidas por algunos clientes a través de redes sociales chinas como Douyin -la versión de Tik Tok del gigante asiático- atestiguan que la situación en los centros funerarios es inaudita.
La forma exacta en que las autoridades chinas contabilizan las muertes por el coronavirus ha sido un punto de controversia desde el comienzo de la pandemia. Desde diciembre, sólo se han incluido en el recuento oficial las personas que murieron de insuficiencia respiratoria, independientemente de si obtuvieron un resultado positivo en las pruebas del Covid-19.
Las autoridades sanitarias chinas han intentado tranquilizar a la población citando la baja tasa de letalidad, 0,1%, de la variante ómicron. Oficialmente, algo más de 5.200 personas han muerto de virus en China desde el comienzo de la pandemia.
Sin embargo, las cifras que barajan los organismos internacionales señalan que esas 5.000 muertes no corresponden al total, sino al número de fallecimientos que se producen cada día en el gigante asiático. Una explosión de casos ante la que la población envejecida y con problemas inmunitarios es especialmente vulnerable.