Aunque no pensaba correr, el desconcierto en que me sumió su visita me indujo a hacerlo. Sería un trote regenerativo. Me vestí con tenida deportiva y al inicio del crepúsculo, más fresco que otros días por la acentuada vecindad del otoño, salí en busca de la armonía extraviada.
Acababa de despedir a una amiga, con la que desde unos meses trabajamos en un proyecto literario. Convencido de haber avanzado provechosamente, su revisión de mis textos en esta última sesión fue dando paulatina cuenta de la futilidad de los mismos, y yo derivé hacia una silenciosa perplejidad. Concluí: que había perdido el trabajo del fin de semana, y además -aún más grave- en mi incapacidad de haber transmitido al texto la emoción y sensibilidad que las acciones requerían.
Debía resignarme, había hecho un mal trabajo y me preguntaba por la conveniencia de continuar con la tarea o detenerme ahí. Descarnadamente, aunque investida de un piadoso análisis, ella había descubierto mis falencias. Entendí que dependía de ella, y que solo no sacaría el proyecto adelante. Cierto es que mi ego había quedado maltrecho, pero también era cierto -según mi propia experiencia- que el éxito en la materialización de un proyecto siempre requiere de la participación de otras personas.
En más de una obra de construcción he observado la generosa relación entre un maestro que vuelca su desinteresado entusiasmo en dirigir a un aprendiz, regalándole conocimientos de igual forma en la que a él le fueron legados, interesado en que su actividad permanezca en el tiempo tal vez con la única ilusión de lograr así trascender en el trabajo del otro.
Coincidiendo con mi amiga, mi mujer me despidió indulgente –no te preocupes– ya encontrarás el rumbo- y yo, dubitativo, rehuyendo compartir las ideas que me agitaban, opté por la calle.
A punto de iniciar el trote, el teléfono me indicó la llegada de un lacónico mensaje: viernes a las 15:30 inauguración Cesfam, y me fui trotando con ambos temas rondando en mi cabeza.
Abstraído, corro por un breve lapso; me dejo sensibilizar por los patos que en el redil apacible de un limitado estanque nadan con ilimitada libertad; me dejo seducir por las montañas que se empinan infranqueables limitando las fantasías de mi propia libertad; me dejo conmover con las aguas del río, nunca iguales en un punto, como las exhalaciones del alma, como nuestras emociones que se encausan libres y que solo nuestra razón nos puede permitir direccionar.
Quien en su peculiar estilo -con ese anunció poco formal- me invitaba a la inauguración del Centro de Salud Familiar de Codegua, era la Alcaldesa de esa comuna vecina a Rancagua. El evento ratificaba un logro personal para ella, ya que había consenso en que su perseverancia y el apoyo de las autoridades le permitían finalmente plasmar el sueño de ofrecer a su pequeña comunidad el Cesfam de mejor estándar del país. Para imponer su voluntad hubo de vencer adversos criterios que estimaban que la obra demandaba un muy alto costo y preferían abaratarla reduciendo partidas o calidad en las especificaciones técnicas, en una contienda legítima en la ejecución de obras públicas, y que en este caso decantó en un exitoso resultado del cual las autoridades deben sentirse orgullosas, y que ahora corresponderá a la comunidad cuidar y mantener.
Mientras troto tratando de iluminar mi decisión respecto al proyecto literario, voy pensando sobre la forma en que se asignan los recursos públicos en el país, y se me antoja la inconveniencia de que ello dependa de la decisión de políticos en posición de reelección, pues ello puede llevar a la tentación de asignarlos en forma partidista, sobrepasando el criterio de un estadista, que sería el de planificar en el largo plazo, superando la presión del resultado en una próxima elección.
Habitualmente, por la prensa conocemos la ejecución de proyectos que cuentan con el apoyo de un sector y el rechazo de otros. Un ejemplo de ello es la Construcción del Puente sobre el Canal de Chacao, obra emblemática para cualquier gobierno, cuyo inicio se anunció hace ya algunos años sin que a la fecha se tenga certeza de su avance, del costo que demandará por sobre los mil millones de dólares en que fue contratado y de la real fecha de término de las obras.
Más grave sin embargo, es que a medida que su construcción avance se intensificará el debate sobre la conveniencia de su construcción, y una vez construido, las dudas persistirán, y sus defensores dirán que lo mismo ocurrió cuando se inauguró la Torre Eiffel, mientras los detractores sostendrán que el Puente destruirá el encanto de la Isla. Antes de proceder a la inversión, esa interrogante debería estar absolutamente zanjada.
Estando las autoridades obligadas a velar por el mejor destino de los recursos públicos parece necesario que inversiones de esta magnitud sean decididas por un Consejo de Especialistas- conformado por personas con reconocida capacidad en administración y por estadistas provenientes del ámbito político pero distantes de la contingencia– capaces de priorizar el gasto en conformidad al beneficio ciudadano y con independencia del Poder Legislativo.
La tarde mustia del ocaso resplandece con la opacidad de una fina bruma y la incertidumbre se oculta tras los cerros lejanos.
- ¿Por qué pensaste que tu trabajo estaba bien hecho? –Irrumpe sorpresiva una voz interior, haciéndome tambalear sobre las incipientes hojas del otoño, que arrastradas por la brisa, se mecen sobre el pavimento en que corro. ¿Te faltó prolijidad? –continúa, y me lleva de vuelta a la triste sesión en que ella fue descubriendo con racional lógica la inconsistencia de mis escritos.
Hago caso omiso de la voz, inhalo el aire de aromas tardíos y continúo arrogante, como si nunca fuera a perder mi apostura. ¡Me resisto a perder la pasión! Cuando ello ocurra habré muerto - reflexiono ¡Preciso anteponer pasión a todo aquello en que me comprometo! Porque solo cuando me comprometo vuelvo a sentir correr por mi cuerpo los juveniles vértigos que simbolizan la esencia de la incertidumbre humana ante el desafío y que son los que nos libran de una vida de agobio.
Campechana y enjundiosa la Alcaldesa nos recibe en éxtasis. Supongo que enigmáticos vértigos, perturbadores y apasionantes, recorren su cuerpo y que sus manos transpiran. Agitada, va de un lado a otro repitiendo las últimas instrucciones que ya nadie atiende por que han sido suficientemente escuchadas.
El pueblo entero se engalana y acude en masa para acompañarla. ¡Todo debe estar perfecto! La Presidenta ha confirmado que realzará la ceremonia con su presencia.
El calor se encierra bajo la tela improvisada para el evento y estoicos los ciudadanos soportan la temperatura porque sienten el orgullo de saber que están inaugurando el mejor Centro de Salud del País, y que servirá a sus familias y a las comunidades vecinas que también se beneficiarán del servicio que ya se ha implementado.
¡Nada que envidiar a una Clínica Privada! ¡Esto dignifica el concepto de Salud! ¡Siempre ennoblece a las autoridades elevar los estándares de Salud!
Son algunas de las expresiones que se repiten durante el recorrido, y es lo que mejor trasunta la presencia de la Presidenta en el Acto, porque aquello se traduce en un verdadero legado.