Más de diez millones de cirugías asistidas con 6.500 robots instalados en 67 países se han realizado en los veinte años de existencia de la cirugía robótica. En Chile, en tanto, solo hay 9 robots y uno de ellos opera desde abril de este año en el Hospital San Borja Arriarán.
Esta perspectiva del uso de la inteligencia artificial aplicada en la atención médica mundial, para mejorar su calidad, dar mayor seguridad para el paciente y menos días de hospitalización, se analizó durante la conferencia y conversatorio denominado “Cirugía Robótica en la Última Frontera”, que se desarrolló recientemente en la sede Viña del Mar de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Andrés Bello.
La primera exposición, titulada “Cirugía Robótica en la Última Frontera”, estuvo a cargo del doctor Oscar Schatloff, del Centro de Cirugía Robótica de Clínica Indisa, y jefe de Urología de Red de Clínicas Sudmedica LATAM. Además, Past Fellow del Global Robotics Institute en Orlando, EE.UU., médico.
Tras presentar una serie de robots y tecnología existentes en el mundo (Da Vinci, Revo, Notori, Flex), hizo ver que
actualmente en 67 países estaban instalados 6.500 robots, mediante los cuales se han hecho más de diez millones de cirugías y se han publicado 30 mil artículos sobre cirugía robótica, en los 20 años de existencia de esta
inteligencia artificial.
La realidad en Chile es que hay instalados 9 robots y uno de ellos en el Hospital San Borja. En total, 40 cirujanos robóticos. Schatloff demostró que el robot “puede hacer todo lo que realiza la mano humana, el que es dirigido por un médico desde una consola con capacidad y precisión en los brazos del robot”.
Desde el centro de comandos el cirujano puedo articular desde uno a más brazos para operar sobre el paciente. Incluso, en la última generación el médico mueve con su mirada la cámara del robot.
Pero tras la maravilla tecnológica hizo ver las limitaciones: Costo elevado, equipos voluminosos, en su mayoría sin capacidad de almacenamiento ni capacidad de aprendizaje. Por ello se preguntó ¿hacia dónde vamos, cuál es el futuro? Y en ese sentido proyectó “la telecirugía, el futuro no es el hardware, hacer equipos más grandes, sino que el software,
la cirugía digital, cómo manejamos los datos. Hacer que las máquinas puedan aprender y dejen de ser simples herramientas. Que todo vaya a una base de datos, donde los cirujanos puedan aprender de los procedimientos”.
A continuación expuso el médico cirujano urólogo José Luis Campero, de la Clínica Las Condes, quien se centró en por qué realizar cirugía laparoscópica convencional. Enseguida fue el turno del médico cirujano urólogo Cristóbal Mülchi Espíldora, jefe de Servicio Urología del Hospital Carlos Van Buren y líder de la especialidad en la Clínica Ciudad
del Mar, quien se refirió al futuro de la cirugía laparoscópica asistida por robot.
ROBOT EN HOSPITAL SAN BORJA
Cerró la serie de conferencias el cirujano urólogo Juan Fullá, de Clínica las Condes, profesor asistente de Urología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Además Fellowship Clínico en Cirugía Robótica, Hospital Mount Sinai, New York, EE.UU. Fellowship Clínico en Endourología, Cleveland Clinic, Ohio EE.UU. Este facultativo disertó sobre el futuro de la cirugía robótica y presentó su exitosa experiencia con el primer programa de cirugía robótica en el sistema de
salud público chileno, que se implementó recién en abril de 2022.
“Actualmente llevamos quince pacientes operados con cirugías renales, con lo cual el Hospital San Borja es el primer hospital (del sistema público) en usar esta tecnología. Por supuesto que queremos que cuando esto sea más
legal (están tramitando la validación ante la FDA), desde el punto de vista de su utilización, podamos llevarlo a otros lugares”.
Fullá exhibió una imagen en donde está realizando la cirugía magnética, articulando sobre el paciente un brazo con el magneto y otro brazo con la cámara, que le permite ver en el monitor todo lo que debe y quiere hacer en la cirugía. Se le observa solo, con control total, sin la asistencia de otros cirujanos ni enfermeras. “Todo esto disminuye los
costos en un sistema donde los recursos son limitados y las necesidades son infinitas”, subrayó. La idea suya siempre es ante las dificultades “buscar las soluciones y el trabajo en equipo es finalmente lo que hace que sea
realidad”.
El objetivo que Fullá y su equipo se planteó “fue instalar el primer programa robótico en el sistema público de salud, donde las necesidades son extremas, pocos recursos, como sabemos todos quienes hemos trabajado en hospitales públicos”.
En el equipo de especialistas cuentan con cirujanos de urología, digestivos, colorrectales, cardiotorácicos, ginecológicos y otorrinolaringológicos. Junto con ellos, enfermeras, arsenaleras y pabelloneras especializadas y entrenadas. Todos ellos coordinados por una enfermera de gran capacidad para gestionar y coordinar todos los procesos, en particular los legales y financieros para poder sortear los requerimientos previos a la adquisición vía licitación del equipo de inteligencia artificial.
En suma el expositor manifestó la convicción que los beneficios impactarán en atención médica, mejoramiento de su calidad, mayor seguridad para el paciente y menos días de hospitalización. Y lo más relevante será resolver las listas de espera, sobre todo en las cirugías oncológicas, que la pandemia golpeó fuertemente. Ese sería un gran aporte
a la salud pública chilena”.
Finalmente, el director de la Escuela de Medicina, Camilo García de la Barra, hizo ver su satisfacción por las temáticas debatidas, “que son de gran relevancia no solo para el desarrollo de la medicina en nuestro país, en materia de robótica y laparoscopía, sino que tener una clara idea del estado de nuestra realidad local, a través de la experiencia presentada por los cuatro expertos durante este seminario”.