Algunos dicen que Chile despertó, que el país ha cambiado.
Quisiera ser más cauto y decir que todos en Chile estamos viendo realidades que antes no veíamos y que de eso hay señales positivas. La importancia y vigencia de los derechos humanos es una de ellas. La necesidad de cambios en la conducción política del gobierno y la reacción del presidente de la República al hacerlo, es otra. Tal vez el cambio de gabinete fue insuficiente, pero sin duda es un avance al debilitarse el dogmatismo.
Entonces viene ahora la necesidad de fijar agendas de corto y mediano plazo, con acciones concretas que nos ayuden a solucionar las urgencias y a consolidar lo importante. Jugando con las palabras: la importancia de lo urgente y la urgencia de lo importante.
Se trata de avanzar en la construcción de otros modos de vida, donde sea posible una diferente. estructura del poder y un sistema económico guiado por la justicia más que por la codicia.
No hay que arrasar con todo, sino ir haciendo cambios en forma paulatina, pero con una orientación definida y con objetivos claros.
La pregunta que debemos hacernos es hacia donde queremos avanzar.
Yo fijaría como objetivo la construcción de una sociedad de paz.
Porque para que haya paz debe haber menos violencia, menos injusticia, menos acumulación de poder y riqueza en pocas manos, más participación, más capacidad de entendimiento.
Entonces, la solución es política y social, porque son los partidos organizados y las organizaciones sociales las que deben hacerse cargo de encabezar un proceso que vaya transformando una institucionalidad agotada.
Y ello exige de nosotros, las personas comunes y corrientes, los ciudadanos, una actitud activa, pacífica, generosa y constante para avanzar hacia una nueva sociedad. En el día a día, en cada amanecer, en cada transitar por las calles de nuestras ciudades.