Chile era un gran campo de concentración con otros campos de concentración dentro.
Solo prensa oficial, toque de queda en todo el pais, muertes en enfrentamientos que no convencían a nadie, era mejor preguntar que no estaba prohibido.
Todos estabamos bajo sospecha.
La palabra dictadura no la pronunciaba nadie. Debieron pasar 20 años de transicion para escucharla en la televisión.
Yo llegué a la Vicaría de la Solidaridad de casualidad.
Un amigo cayó preso. Lo sorprendieron con un libro del cura brasileño Helder Camara. Yo era abogado
hace pocos meses.
Fuí a la Vicaria a preguntar. En la antesala estaban los familiares de los dirigentes de la Confederacion Minera que habian sido arrestados recién.
Me recibio el joven abogado Luis Toro a quien conocia de la universidad. Mi amigo estaba bien y eso era simplemente no estar muerto o desaparecido. Terminé haciendo las gestiones por los dirigentes mineros.
Yo fuí un abogado muy joven que ayudé en cosas pequeñas y después he hecho otras cosas en materia de DDHH, pero aprendí mirando en la Vicaría de la Solidaridad.
El abogado Roberto Garreton que acaba de partir, era el director de la orquesta jurídica de la dignidad, que funcionaba ahí en Plaza de Armas, con el timbre mas tocado de Chile decian los humoristas, en voz bajita.
Un dia le escuché dictar un escrito. Se apelaba de una resolución de la fiscalía militar que acogía peticiones abusivas del ministro del Interior de la dictadura. Señaló que la resolución del Fiscal Militar no podía interpretarse -la resolución era confusa en sus formas, no en su voluntad represiva- en el sentido de acoger todo lo que el gobierno pedía, pues si así se hiciera se tendría que aceptar que el fiscal partía del presupuesto de estar en una dictadura, donde todo abuso es posible, versión tan propalada en Chile y en el exterior, que seguramente el fiscal no compartía.
Lección uno: Aprendí de inmediato que se puede decir todo aún lo mas duro, pero con estilo. Les habia dicho dictadura en su cara.
Un día Roberto Garretón en la Corte Marcial, hizo que el abogado del gobierno -que era un gorilón enorme- acompañado de funcionarios y agentes de la CNI, salió enfurecido, le espetó amenazante: te vas a arrepentir de tus ofensas al Ejército.
Con toda entereza, Roberto le respondió: ¿Quién lo hará, tú o tus matones?. El abogado de la dictadura se dio media vuelta y partió con sus matones.
Lección dos: hay que ser valiente también.
Un día le dije a un colega, Roberto va a ser ministro de Justicia de la democracia. El debió serlo, talento tenía de sobra.
Yo, con 23 años le decía don Roberto. El estaba cerca de los 40. Le causaba risa y me instaba a no repetirlo. Pero hay personas, no por edad, que uno les dice don, por lo que son.
Ha partido don Roberto Garreton Merino, en medio del cariño de los chilenos. De esos miles que él defendió siempre...