Oh I'm just counting

Samuel Chacón (Sam Kidcrash), ilustrador de Zona Cero: “En el Chile que imagino, los políticos escuchan”

Rebeca Araya Basualto

Tiene 27 años que parecen muchos menos y es uno de los personajes estables del abigarrado comercio que se instala frente al Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM),desde que comenzaron las protestas. Entonces la otrora Plaza Italia se convirtió en el codiciado baluarte de la actividad que se efectúa puntualmente cada viernes, desde el 18 de octubre pasado, y emergió en la ciudad otra ciudad, que se va desplegando entre rayados y asfalto destrozados cada día.

Lo buscamos por Alameda entre hamburguesas de lentejas, pañuelos estampados que distinguen a las feministas de los admiradores del Matapacos y a  los seguidores del Ché de  los Fans de Pareman, entre otros personajes de la iconografía de estos días. Más allá de las antiparras para proteger los ojos de los balines, junto a los vendedores del periódico trotkista y antes de los vendedores de máscaras contra las bombas lacrimógenas y otros tóxicos, encontramos a Sam Kidcrash y sus dibujos.

 “Muestran lo que uno siente y vive. No son dibujos en verdad. Son como  vivencias que él pone en papel”. Así las describió una joven con la que conversamos de camino al GAM, en los días que iniciábamos esta serie de reportajes.

Un café y la lectura en voz alta y apasionada de un cuento que Sam escribió  la noche anterior, abrieron  la conversación, al calor de un conflicto que empieza a hacerse viejo tras más de 90 días de combates en las calles de Chile y acusaciones interminables entre bandos que no dan ni piden tregua.

Días que no deben olvidarse

Nació y vive en Puente Alto, está terminando la carrera de diseñador industrial en la Universidad de Chile, a la que ingreso tras ganar en su liceo la beca de excelencia académica. Es ayudante del ramo de cerámica y antes de que estallara el conficto social, comenzó a bocetear sus recuerdos de infancia para soltar la mano al ayudar a los estudiantes a dibujar  sus proyectos. Sus padres son Testigos de Jehova, religión a la cual Samuel renunció poco después de entrar a la Universidad, a los 17 años. Esta opción le significó un quiebre severo con su familia, siete hermanos y muchos amigos. A ese costo emocional atribuye el retraso en terminar su tesis y obtener el título.

“Antes de que empezara la revuelta –dice- pensaba dedicarme a la cerámica. Y llevar a la tridimensionalidad mis recuerdos de infancia. Así nació el estilo de mis dibujos”.

¿Y qué pasó después de la revuelta? ¿Cambiaste tus planes?
Cambié yo. Emepcé a ir a las marchas, participé en las batucadas del barrio, hicimos afiches, pero nada que hiciera me parecía suficiente. Tenía mucha ira. Mucha rabia.

¿Por qué tanta rabia?
(Me mira entre irónico y asombrado) ¡Por todo lo que estaba pasando! ¡Por lo que vivíamos! Los asesinatos, las desapariciones. De las primeras desparaiciones que me enteré fue la de  Daniela  Carrasco, La Mimo. Y de Joshua Osorio, que lo encontraron muerto, quemado en Kaiser. Ya entonces se sospechaba lo que ahora sabemos: Tenía como tres balazos. Lo mataron primero, lo tiraron a la fábrica que se estaba quemando después. Así que  partí a la Plaza de la Dignidad, me enfrenté a los pacos y ya me hice parte de lo que estaba pasando.

¿Por qué tenías que ir a enfrentarlos?
Porque sentí que toda mi vida me había preparado para estar ahí…bueno…aquí, donde estoy. Siento que puedo hacer algo para que…haya más justicia. Yo jugué rugby, tengo buen estado físico. Al principio cooperaba en la primera línea, después me hice cargo de tener agua con bicarbonato, leche de magnesia, porque eso también es necesario. Y finalmente descubrí que puedo hacer algo que nadie más hace: Retratar lo que está pasando. Porque estos días no deben olvidarse. Empecé a firmar como Sam Kidcrash y esto es lo que hago ahora y lo que me hace feliz.

Instalado frente a su pequeño trozo de suelo, sus dibujos, realizados con rapidograph, extendidos frente a sí llaman la atención de los transeuntes. En especial de los y las jóvenes que parecen curtidos en batallas precedentes.

¡Mira! –le dice una muchacha a su acompañante- eso fue en Vicuña (Mackenna), te acorda’i cuándo..

Y la pareja se queda recordando la épica de un día que de algún modo reconocen en el dibujo que está en el suelo e identifican claramente.

¿Dibujas mientras está todo lleno de lacrimógenas y está quedando la escoba?
(Se ríe) …no…hay escenas, momentos qe me impactan y se me quedan en la memoria. Cuando llego a la casa los tiro al papel y no paro hasta que termino una lámina. Ahora inventé unos personajes que puedes poner en cualquiera de las escenas: los onderos, los mineros (pican el pavimento para obtener piedras que arrojar a la policia), los que llevan heridos, los fotógrafos. Yo pienso que para recordar esta historia habrá que tener claro cómo nos organizamos.

¿Cómo imaginas que terminará esto? ¿Te gusta algún partido político? ¿Algún líder te identifica?
Ningún partido, ningún lider me representa. Pienso que estamos en esto porque los partidos no han sabido tomar las inquietudes de la gente y que este sistema está igual desde que nací y si no hacemos algo, así lo encontrará mi hijo y los hijos de mis hijos.

Supongamos que gana este movimiento. ¿Qué tendría que cambiar para que se termine esta guerra de los viernes en la Plaza de la Dignidad y en todas las plazas del país?
Número uno: recuperar el agua para todos los chilenos. Eso es urgente. Segundo: que en las decsiones que afectan a la gente se considere a la gente, porque quedó claro que los “expertos” crean más problemas de los que solucionan. En este tiempo nos hemos reunido en asambleas, han salido buenas ideas, nos tratamos mejor y eso lo logramos solos. En el Chile que yo imagino, los políticos escuchan y la gente confía en sí misma y trabaja junta para mejorar su vida.