Por Alfredo Peña R.
La brutalidad policial, las violaciones a los derechos humanos y los múltiples delitos que cometen los carabineros indignan al más tranquilo.
Han dejado miles de heridos, más de 350 personas con daños oculares, dos con perdida de vista total y siguen cometiendo actos delictuales. Y los culpables no sólo son los que gatillan las escopetas, sino que también quién los manda, quién los dirige.
Un ejemplo de estos hechos es lo que grabó este viernes un joven. Por la Alameda cerca del cerro Santa Lucía y casi frente al edificio Gabriela Mistral y mientras un grupo de Carabineros reprimía a los manifestantes, uno de ellos le disparó a un joven que los grababa. Es impresionante la cobardía de este carabinero metido entre unos 50 uniformados que dispara la bomba lacrimógena que va a unos 100 kilómetros por hora.
De la misma manera dejaron ciega, sí, ciega a una señora que iba a trabajar en San Bernardo.
A menos de 10 o 15 metros dispara: ¡Delincuente vestido de uniforme verde!