Cesó en su cargo, el Ministro de Salud Jaime Mañalich, conductor errático y soberbio de las políticas para enfrentar al virus Covid-19, que nos azota desde hace 100 días. Constituyó un comité para asesorarlo, pero rehusó implementar sus acuerdos. Desoyó las propuestas de académicos, Colegio Médico, Alcaldes y Sociedades Epidemiológicas y entrega el cargo con el dramático record de situar a Chile a la cabeza mundial en número de personas infectadas por un millón de habitantes.
En efecto, al día de ayer, Chile tenía 8.418 casos pmh. Le siguen Perú con 6.770 casos y Estados Unidos con 6.395. Esta es una cifra que los medios de comunicación suelen ocultar, limitándose a ubicar a los países según el número de casos, cifra que oculta la magnitud de la crisis respecto a los habitantes de cada país.
En reemplazo de Mañalich, fue nombrado el médico Enrique Páris. Así…con el acento en la á, lo cual a mí me resulta algo fatuo, o quizás, el mismo trata de evitar que lo confundan con el doctor Enrique París Roa, militante del Partido Comunista, médico psiquiatra, asesor del Presidente Allende en asuntos de Educación Superior, profesor de la Universidad de Chile en el Departamento de Filosofía y Letras y miembro del Consejo Superior de esa Universidad.
Enrique fue detenido en el palacio de La Moneda el día del golpe militar, conducido con otros compañeros al Regimiento Tacna donde fueron objeto de bárbaras torturas. Desde allí, dos días más tardes, fueron atados con alambre de púa y arrojados unos sobre otros en un camión que los condujo hasta el recinto militar de Peldehue, ubicado en Colina, donde fueron fusilados junto a una fosa en la cual se arrojaron sus cadáveres, mientras se lanzaban granadas a su interior.
El año 1978, se desenterraron los cuerpos para ensacarlos y lanzarlos al mar a bordo de un helicóptero Puma , en el marco de la operación llamada Retiro de Televisores, ordenada por el dictador Augusto Pinochet.
Restablecida la democracia, restos atribuidos al doctor París fueron identificados en el Patio 29 del Cementerio General y enterrados en el Memorial levantado en dicho lugar.
Sin embargo, el año 2010, fue ubicada la fosa del Regimiento Peldehue y al excavarla, se encontraron fragmentos de cráneos, falanges, vértebras y dientes, correspondientes a 11 de los asesores del Presidente Allende, uno de los cuales era el doctor Enrique Paris Roa a quién, en definitiva, sepultamos dos veces. La confirmación definitiva de las identidades contó con el apoyo de un laboratorio genético austríaco.
El día del golpe militar, Enrique consideró un deber estar junto al Presidente Allende, a quién había acompañado en sus cuatro campañas electorales. Su lealtad le costó la vida.
Una noche en Isla Dawson, conversando con Daniel Vergara, quién fue Subsecretario del Interior durante todo el gobierno de Allende, me contó que el día del golpe militar, él concurrió a su despacho próximo a las oficinas del Presidente. Mientras sufrían el ataque lanzado por los tanques que rodeaban el Palacio, entró Enrique, quién lo consultó acerca de las instrucciones que le había dado el Partido, acerca de cómo comportarse en esas circunstancias. Daniel le respondió que solo había recibido la recomendación de permanecer en su lugar de trabajo. Enrique meditó un momento y le respondió: yo voy a combatir.
Sumidos en esta pandemia donde queda al descubierto los valores y las miserias de un ser humano, me pareció necesario hacer esta aclaración, con la esperanza que el doctor Páris, que asume hoy la conducción del combate contra el maldito virus, tenga la voluntad de enfrentarla con la misma lealtad y compromiso con que su homónimo encaró las horas más trascendentales de su vida.