Desde el año 2000, Chile ha venido desarrollando una política agresiva en la adquisición de armas, hecho que ha causado alarma en los países vecinos. El país ha gastado más de 3 billones de dólares comprando F-16 para la Fuerza Aérea, fragatas australianas y 18 submarinos rusos para la marina y 118 tanques Leopardo y más de 100 Humvees para el ejército. Entre otros gastos conocidos.
Estas compras se han hecho sin ningún propósito estratégico nacional, al menos conocido y necesario. Chile no ha enfrentado ni enfrenta amenazas militares, por lo que me atrevo a pensar que el descabellado gasto de dinero se ha hecho para satisfacer el ego de los comandantes o, incluso, algo más lóbrego y “rentable para unos pocos”.
Sin justificación ni control alguno, los comandantes se dieron el gusto de usar las platas de CODELCO a su antojo. Y aunque en el 2019 se derogara la ley 13.196, todavía pueden seguir profitando del cobre por 12 años más.
Mal paso de Biden
Una de las primeras medidas de Biden fue poner pausa a los negocios oscuros de venta de armas que se habían gestado durante la presidencia de Trump -Saudi Arabia, por ejemplo-, pero autorizo otros. Entre ellos, Chile.
El Pentágono acaba de aprobar públicamente la última petición armamentista del gobierno chileno por un monto de 85 millones de dólares. La compra detalla diferentes tipos de misiles -SM-2, Block III A – y toda la logística que envuelve su manejo como mantención, repuestos, entrenamiento personal y profesional, asistencia técnica. etc. Son misiles antiaéreos para las fragatas australianas que Chile adquirió el 2020 para dar de baja las que había comprado el 2005.
Cabe preguntarse, ¿serán para enfrentar al “enemigo poderoso” que tanto atormenta a Piñera? ¿Ahora es el momento? ¿En plena pandemia? ¿Pensarán combatir el Covid-19 con misiles, mientras se niega gasto social para apoyar a los más afectados con la pandemia?
Las protestas civiles del 2019 ya habían mostrado las fisuras y desigualdades del país. Los chilenos salían a las calles, hartos de la falta de oportunidades, de la falla y falta de renovación de liderazgos políticos, de la vigencia de un modelo de desarrollo basado en la explotación y exportación de recursos naturales –impuesto por la dictadura y consolidado por la democracia -, de la privatización indiscriminada del aire, del agua y de la tierra con la subsecuente polución, deforestación y extinción de algunas especies, la privatización de las pensiones que generan jubilaciones miserables, etc.
La manifestación pública exigía reformas políticas, una nueva Constitución, mejores sueldos, extirpar la corrupción, reducción del poder militar y, como consecuencia de la represión que sobrevino, control de la brutalidad policial.
Gasto social v/s gasto en armas
En el 2020 llegó la Pandemia imparable que corrió como un río de fuego por el mundo causando índices de mortalidad catastróficos que agravaron en nuestro país las tensiones que movían las protestas sociales. El largo desempleo, el contagio, la enfermedad y la muerte cayeron sobre Chile cuando los ciudadanos encontraban inmersos en un sistema de desigualdad económica endémico.
En el informe de octubre del 2020, el Banco Mundial anuncia un panorama sombrío. El consenso entre los economistas es que el impacto en los mercados financieros será enorme en Chile debido a la gran dependencia que tiene en la exportación de materias primas. Los gastos catastróficos en la Salud, el largo desempleo y la inestabilidad económica agudizarán las tensiones que inspiraron las protestas, porque las condiciones de vida de millones de ciudadanos se han deteriorado drásticamente y se estima que la pobreza aumentará en más de un 12% de la población.
Los economistas sugieren que la salud pública y el gasto social deben priorizarse sin dejar de lado las demandas de un modelo de desarrollo mejor que promovieron las protestas. Chile debe enfocarse en la vulnerabilidad económica y la falta de oportunidades de la población como también ofrecer una educación de mejor calidad, un acceso al cuidado de la salud de su gente y pensiones decentes para sus jubilados. Y para esto Chile va a necesitar dinero.
¡¡Es alarmante, alucinante, descabellado y por qué no, hasta inmoral, comprar armas de destrucción masiva en medio de la peor crisis de salud pública del siglo!!