El Teatro Real de Madrid volvió a subir su telón luego del cierre que enfrentó a mediados de marzo por la propagación del coronavirus. Desde el miércoles 1 de julio se presenta “La traviata” de Giuseppe Verdi, la primera ópera post Covid-19 no solo en España, sino que en todo el mundo.
La mezzosoprano Sandra Ferrández, quien interpreta a Flora Berboixo, comentó a ADN que “ha sido reconfortante pensar en los que no estaban y dedicarles las funciones a ellos con todo ese amor. No podemos darnos abrazos pero podemos transmitir ese amor que sentimos por los que no están. Y los que sí están, el público”.
La primera función se inició con un minuto de silencio por todas las víctimas de la pandemia. Fue a tablero vuelto, aunque con un aforo limitado: solo se pueden usar 869 butacas de un total de 1.746.
El estricto protocolo sanitario rige desde el ingreso al recinto. Rocío Garcialonso, administradora del blog Opera is Cool, relató su experiencia como público: “Llegué al teatro y te medían la temperatura. Tienes que desinfectar los zapatos y las manos. La entrada la pasas por un escáner QR. Los acomodadores están con guantes. ¿Miedo? Todo lo contrario”.
“Es muy impresionante ver un teatro de ese tamaño vacío”, dijo el galerista Joaquín García, quien también asistió como espectador. Estuvo “tres horas con la mascarilla puesta. En el intermedio también todo el mundo a mi alrededor con la mascarilla. Salíamos de una forma escalonada, solo podías ir a los baños o bares de tu planta. Un control fantástico”.
En el backstage, los artistas también siguen medidas. “Nos lavamos las manos con gel hidroalcohólico que hay litros y litros por todo el teatro. No nos quitamos la mascarilla hasta el momento antes de entrar al escenario. La dejamos en una mesita cada uno en su sitio y luego al salir la volvemos a poner”, dijo Sandra Ferrández.
En el escenario se dibujaron cuadrados de 2 por 2 metros para que los cantantes e integrantes del coro mantengan la distancia. En cambio, los músicos ubicados en el foso no se quitan el tapabocas, a excepción de los instrumentistas de viento que están separados con paneles de acrílico.
“Aquí los cantantes nunca se abrazan y el libreto en unas partes exige eso. Pero la dirección de escena está tan bien lograda que no hace falta”, señaló Rocío Garcialonso sobre la puesta en escena.
“El personaje de Violetta se muere por una enfermedad contagiosa y los protagonistas sufren un distanciamiento social porque pertenecen a clases sociales distintas. Es muy emocional”, dijo Joaquín García, advirtiendo una relación entre “La traviata” y el actual contexto mundial.
En total, son 27 funciones las que ofrecerá el Teatro Real de Madrid hasta el 29 de julio con cuatro repartos diferentes. Todas, adaptadas al contexto de la nueva normalidad en Europa. “Es la única manera que los artistas puedan volver a trabajar y que el público pueda volver a ver algo de arte”, comentó la mezzosoprano.