La gimnasta olímpica Simone Biles ha vuelto a coronarse ocho años después de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro como la mejor gimnasta del mundo, al conseguir la medalla de oro en las olimpiadas de París. Biles es todo un fenómeno de masas algo que a ella aún le abruma, tal y como revela en su documental 'Simone Biles vuelve a volar', estrenado hace unos días en Netflix. La gimnasta, de 26 años, hace un recorrido por su vida, nada fácil. Ella y su hermana Adria acabaron con tres años en un centro de acogida por culpa de las adicciones de su madre que las descuidó.
En el documental muestra imágenes de esa dura etapa de sus vidas que no olvida, todo lo contrario, se siente una privilegiada porque tuvo la suerte de que su abuelo materno Ron Biles y su mujer Nellie Biles, consiguieron adoptarlas y criarlas. No les llama abuelos sino padres porque lo son legalmente y sin ellos hoy no sería lo que es. Ahora es ella la que se entrega a la ONG Friends of the Children en la que busca familias de acogida a niños en régimen de acogida.
Tiene un vínculo muy especial con su madre, en el documental se ve que es a la primera que llamó cuando decidió abandonar los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020 por problemas de salud mental. También es la que le hace las trenzas y el moño antes de cada gran competición. «Es como una especie de ritual, en Tokyo por el Covid fue la única vez que no pudimos acompañarla y no le hice las trenzas y, mira lo que pasó», dice la madre en una de sus intervenciones. «Cuando gané todas las medallas en Río de Janeiro estaba triste, no sabía lo que era la depresión. En Tokyo me di cuenta de que algo no iba bien», asegura Biles quien gracias a la ayuda psicológica y de su familia ha conseguido superar sus problemas.
Cuando abandonó la competición y visibilizó la fragilidad emocional de los deportistas de élite, le llovieron muchas críticas, algo que a día de hoy dice no entender. A eso hay que unir el trauma que ha tenido que superar por los abusos sexuales que sufrió junto a otras 200 gimnastas, de manos de Larry Nassar, el exmédico del equipo nacional de gimnasia de EE.UU, condenado a 175 años de cárcel. Confiesa Simone que nadie les había explicado que eran los abusos y su inocencia les impidió interpretar aquella crueldad.
Denuncia pública
En el documental aprovecha para hacer una denuncia pública - junto a otras dos veteranas gimnastas- de los duros métodos y sacrificios a los que se enfrentan para alcanzar la perfección. «Supone un desgaste mental que muchas veces se encubre porque prevalece la competición, aunque al final se acaba reflejando en los ejercicios, como me pasó a mí en Tokyo», confiesa Simone.
Ella ha aprendido a desconectar de la gimnasia, algo que antes no sabía hacer. Se sorprende de estar viajando los fines de semana a Wisconsin para asistir a los partidos de los Green Bay Packer, equipo de la NFL en el que juega su marido Jonathan Owens, a unos meses de las olimpiadas. Sus entrenadores se lo recomiendan porque le reconforta. Owens y Biles se conocieron en el año 2020 a través de la aplicación de pago para ligar, Raya. Hicieron match y a las dos semanas se estaban conociendo. Owens le pidió matrimonio el día de San Valentín de 2022, y en abril de 2023 se casaron por lo civil en Houston, y en mayo lo celebraron por todo lo grande con 144 invitados en México.
No consigue acostumbrarse a la distancia que les separa sus carreras deportivas y le gustaría tener más vida conyugal. «Todo llegará», asegura esperanzada. Biles no solo ha dado nombre a movimientos de la gimnasia artística, también ha acabado con los estereotipos de las gimnastas de antaño, que tenían que ser extremadamente delgadas, rubias con coleta y con maillots nada llamativos, como la legendaria Nadia Comaneci, que también aparece en el documental.
Biles ha revolucionado el tapiz con sus maillots decorados con miles de cristales de Swarovski, su maquillaje perfecto que retoca antes de comenzar los ejercicios y su pelo afro crespado que recoge con estilo. Con 30 oros mundiales y 7 olímpicos, Biles es tiktoker, acumula una fortuna de 16 millones de dólares y no piensa retirarse hasta desbancar a la histórica Larisa Latynina.