o es tan sencillo sacar a un jugador como Novak Djokovic de sus cabales. Pero el domingo Carlos Alcaraz forzó ese escenario. Con el quinto set en marcha, cuatro horas de juego, marcador 1-6, 7-6(6), 6-1, 3-6 y 1-1, en el tercer game el murciano respondió cada uno de los feroces ataques del serbio y en cuanto se le abrió un camino definió con un espléndido revés para conseguir una rotura de servicio que resultó clave: fue la renta mínima que mantuvo hasta el cierre para sumar el segundo GS de su carrera.
Entonces, mientras Alcaraz se llevaba una mano al oído para celebrar la ventaja y aleonar a los espectadores que se presentaron en el All England Club, Djokovic reaccionó como pocas veces. El siete veces ganador en la hierba británica agarró con firmeza su raqueta y, sin pensarlo demasiado, la estrelló con todo contra el poste más cercano de la red. Lo hizo con tal fuerza que de inmediato la rompió.
Al juez de silla no le quedó de otra que reconvenir su actuar. Aunque de seguro a Djokovic no le importó.
Como tampoco le debe importar mucho la multa económica que le significó esa acción. Pero la realidad es que la cifra asusta: US$8.000 por un acto considerado antideportivo. Es decir, unos seis millones y medio de pesos chilenos.
Al serbio, claro está, podemos imaginar que no le asusta nada, ya que sólo por llegar al partido decisivo de Wimbledon, se embolsó cerca de 1,4 millones de la moneda estadounidense.
“Estaba frustrado, habían sido un par de puntos muy duros. Alcaraz jugó increíble para romperme el saque”, se disculpó más tarde Djokovic frente a los micrófonos.
Y admitió: “Obviamente no me gusta perder partidos como éstos, pero cuando las emociones bajen a su nivel voy a estar muy agradecido, porque he ganado muchos partidos cerrados en el pasado. En el 2019 gané contra Roger una final en la que estaba dos match points abajo y a lo mejor pude haber perdido ahí (...); ahora me tocó a mí”.