ún no rodaba el balón en el césped del Maracaná y el partido ya había empezado. Por si el Clásico de Sudamérica no es caliente de por sí, algunos decidieron darle aún más calor. Varios aficionados de Brasil y Argentina empezaron una pelea como si de una batalla campal se tratara justo antes de que el árbitro pitara el inicio del partido. Casi media hora después, pudo arrancar el duelo con normalidad pese a la tensión que se palpaba en el estadio.
Los propios jugadores argentinos se acercaron a la grada para calmar la situación pero el conflicto fue a más y tuvieron que intervenir las fuerzas de seguridad. Se podían vislumbrar aficionados salpicados por el acto, refugiados debajo de una escalera, una madre intentando proteger a sus hijos y sangre en varios hinchas.
Los argentinos intentaron calmar la situación cerca de la zona de conflicto pero fue imposible apaciguar la situación. Poco después de analizar el incidente, Messi ordenó a sus compañeros retirarse del campo para dirigirse al túnel de vestuarios, a la espera de la celebración o no del partido. Una decisión que algunos medios argentinos atribuyeron a una protesta de los jugadores por considerar que se estaba reprimiendo con más dureza de la correspondida a los aficionados visitantes.
Por otras parte ningún jugador de Brasil o del cuerpo técnico local se acercaron a las gradas para tranquilizar el momento de tensión, mientras la policía brasileña seguía interviniendo en la grada. Un momento para el recuerdo, por lo negativo, y que no es el primero en este tipo de encuentros.
En el Clásico del 2021 disputado en Sao Paulo, fue interrumpido a los cinco minutos por agentes sanitarios que acusaron a cuatro jugadores argentinos de haber violado las normas sanitarias. Sin ir más lejos, hace unas semanas, en la final de la Copa Libertadores entre Fluminense y Boca, los fanáticos argentinos ya evidenciaron sus quejas por lo sufrido con las autoridades brasileñas.