Investigadora UC de la Dibam sorprende con la fascinante historia de diez mujeres que se destacaron por su aporte en la cultura, la ciencia, los derechos civiles y hasta en guerras. Ninguna de ellas tiene estatua en la Alameda. Por Francisco Castillo
“Chilenas”, de María José Cumplido, el libro de las 10 heroínas luminosas
Son conocidas Javiera Carrera, la Sargento Candelaria, Margot Duhalde y Gladys Marín. Algo menos, Elena Caffarena y Eloísa Díaz. Casi nada Esther Valdés, Martina Barros Borgoño e Inés Echeverría. Y nada de nada de María Antonia Palacios.
Las diez constituyen el ramillete de “heroínas luminosas” -como las calificó el escritor Jorge Baradit en la presentación de la obra-, que fueron escogidas por María José Cumplido para hacerles justicia en “Chilenas”, que acaba de publicar Sudamericana.
“Todas las mujeres en este libro vivieron en el pasado, pero en un pasado que todavía hoy nos convoca”, dice la autora, porque continúa la lucha por la igualdad de género y por “visibilizar a las mujeres dentro de los grandes relatos de Chile”.
Negra, esclava, genial
María Antonia Palacios fue una mujer negra, esclava y, aunque parezca increíble, no solo escribía música, sino que también componía ¡en 1783! Música religiosa y de baile eran sus temas.
De ella se supo por casualidad. En los escombros de la remodelación de una institución religiosa santiaguina apareció el tomo titulado “Libro Sesto”, a punto de ser mandado a la basura. Y allí estaban 165 obras musicales y la firma de María Antonia Palacios.
Siguiendo el hilo, se logró establecer que se trataba de una mujer que había llegado Chile entre los esclavos que procedían de África en la época de la Colonia. Ella fue comprada por Juan Antonio Palacios, quien la dejó de herencia a su hija. Ésta habría sido quien introdujo a las artes musicales a María Antonia.
“Ella supo y pudo traspasar las barreras del tiempo, dejándonos el importantísimo legado de quien, probablemente, sea la primera mujer música de la que tenemos registros en Chile: negra, música, esclava y mujer”, escribe Cumplido.
Javiera, Candelaria
La obra de la historiadora continúa con el relato de la vida de Javiera Carrera y su activa participación en la lucha por la independencia, en la cual apoyó de muchas maneras sus hermanos José Miguel, Luis y José. Los tres fueron finalmente fusilados no por los españoles, sino por sus adversarios políticos chilenos.
A los 40 años, Javiera da su última pelea: repatriar los restos de sus hermanos. Todos están en la Catedral metropolitana.
Aquella es una historia bastante conocida, no así la de Candelaria Pérez; natural de La Chimba (hoy Recoleta), quien se fue a Lima como empleada doméstica de una familia holandesa en 1833. Allá se independizó y puso un bar en Callao, cuando se desata la guerra entre Chile y la Confederación Perú Boliviana.
Candelaria quiso enrolarse para pelear por Chile, pero le pusieron obstáculos por su condición de mujer. Entonces se disfrazó de hombre y espió para las fuerzas chilenas, la pillaron y cayó presa. La liberan en 1838 y por los méritos demostrados finalmente la aceptaron. Tuvo el cargo de cantinera. Debía atender heridos y preocuparse de proveerles agua y alimentos. Por su conocimiento del territorio peruano, fue guía, preparó emboscadas y combatió con valentía; ascendió al grado de Sargento. Regresó como heroína, pero sus camaradas varones la abandonaron.
Estatuas, ¿dónde están?
Las reseñas presentadas por María José Cumplido (29), Licenciada en Historia en la PUC, van revelando una a una las valerosas acciones de estas diez mujeres que, a pesar de sus méritos, no han sido suficientemente reconocidas. “Si caminamos por la Alameda, podemos ver numerosas estatuas de militares hombres. ¿Dónde están las de aquellas que lucharon por derechos que hace cien años no teníamos?”.
Cumplido amplía el concepto en diálogo con Cambio1. Explica: “La mayoría de los monumentos que se hicieron, durante el siglo XIX, destacan a figuras bélicas de la Independencia y de la Guerra del Pacífico. Son altares laicos de los ‘héroes de la patria’. Entonces, en la medida que ese discurso se refiere a una noción particular de lo ‘heroico’ y lo ‘patriótico’, es necesario ponerlo en duda”.
“¿Las mujeres vieron mejorar sus vidas con estas guerras?”, se pregunta. “No necesariamente. A través del ejemplo de las estatuas en la Alameda, quiero mostrar que esos héroes son parciales y que sirvieron para fines específicos, tales como crear un discurso y sentimiento patrióticos y ensalzar la guerra. Y como decía Virginia Woolf: la guerra es una cosa de hombres”.
-¿Cree que debiera haber un monumento a alguna o todas las chilenas del libro?
-Si se cambiaran a militares por mujeres, ¡por supuesto! Pero pienso que estamos en una época en la que no hay necesidad de levantar más estatuas de personajes. Pienso que hay mejores símbolos para recordar y poner en valor ciertos personajes de nuestra historia. Publicar sobre las mujeres, hacer películas o series de mujeres, placas conmemorativas, monumentos que se integren con el espacio urbano y hacer mucho arte son ejemplos mucho más interesantes, desde mi punto de vista. Pienso que, a través de distintas plataformas, se puede hacer mucho más por recordar lo que hicieron miles de mujeres en nuestro país.
-Hasta ahora, ninguna historiadora ha ganado el Premio Nacional de Historia. ¿Quién o quiénes lo merecerían?
Mi terna de candidatas sería: Sol Serrano, Ana María Stuven y Sofía Correa. Definitivamente. Todas ellas deberían ganar, ahora ya, el Premio Nacional de Historia. Y de las siguientes generaciones, es muy interesante el trabajo que han hecho Alejandra Araya, María Angélica Illanes, Soledad Zárate, Verónica Undurraga, Hillary Hiner, entre muchísimas más.
La gestión Bachelet
-La presidenta Bachelet ha dedicado muchos esfuerzos en pro de la mujer. ¿Qué piensa de su gestión en estas materias?
-Se ha avanzado bastante en este gobierno. El aborto tres causales, la creación del Ministerio de la Mujer, la señal que envió al visitar a Nábila Riffo, toda la implementación de jardines y salas cunas para que las mujeres puedan salir a trabajar, etc. Sus constantes discursos en la ONU y en el país sobre la necesidad urgente de disminuir el femicidio para proteger a las mujeres. Creo que Bachelet tiene una sincera preocupación por estos temas y que ha logrado poner en la agenda de su gobierno y a nivel internacional.
-¿Pudo haber hecho más?
-Por supuesto. Siempre se debe hacer más. Aún a las mujeres se las mata por ser mujeres, aún ganan menos sueldo por el mismo trabajo, aún tienen peores condiciones laborales, aún se las invisibiliza. Pero el tema ya está en la agenda y hay que mirar ahora cómo abordarán estos temas los nuevos candidatos políticos.
-¿Merecería Bachelet en el futuro una estatua por su lucha por la igualdad de género y la diversidad sexual?
-Como comentaba anteriormente, no me interesan demasiado las estatuas. Los derechos de la diversidad sexual aún están muy atrasados. No tenemos matrimonio igualitario, ni ley de identidad de género, incluso no hay derechos de filiación que son derechos fundamentales. Le reconozco y felicito a Bachelet por haber anunciado el proyecto, pero todavía no hay nada concreto. Creo que, en este tema, hay que reconocer todo el trabajo que han hecho los activistas por la Diversidad Sexual, que desde los años 80 vienen peleando por el reconocimiento, la no-discriminación y la igualdad de derechos. ¡A ellos y ellas aplaudo!
Machismo en política
-Se ha buscado que más mujeres participen en política; se ha legislado en tal sentido, pero a duras penas los partidos consiguieron las candidatas. ¿Qué pasó?
-En este país todos los rubros y profesiones están traspasados por el machismo. Está en todas partes porque es un discurso que está muy instalado. Ahora hay que desinstalarlo. Si les costó tanto conseguir candidatas, es porque la política durante siglos no ha mirado a las mujeres. Pero ya el esfuerzo de buscarlas y postularlas es un cambio importante. Tienen que salir a buscar líderes, abrir los espacios para que las mujeres sean escuchadas en política. Finalmente, ¡somos la mitad de la población! Y el Congreso debe ser el lugar de representación política del país. ¿Cómo van a representarnos puros hombres? Esto es una tarea que debe ser perfeccionada y mejorada, evidentemente.
-Pasemos a las escogidas en “Chilenas”. ¿Con cuál de ellas se identifica más?
-Admiro a cada una de ellas. Son mujeres increíbles todas. Desde sus distintas áreas, épocas y contextos, lograron poner en jaque lo que se esperaba de ellas. Bueno, lo que los hombres esperaban de ellas. La valentía que tuvieron, la genialidad e incluso, el legado que nos dejaron para hoy son fundamentales para nuestra Historia. A las mujeres nada se nos ha dado gratis. Nada. Han sido siglos de luchas para tener independencia económica, para tener lugares de encuentro de mujeres, para poder votar, para poder decidir sobre nuestros cuerpos y claro, ahora hay que luchar para que no sigan matando a las mujeres. Es una lucha que no ha terminado y por tanto, tenemos mucho que aprender de mujeres que lograron cambios para mejorar nuestras vidas.
Invitación a estudiantes
-¿Debiera incorporarse su libro como texto recomendable para estudiantes?
-Me encantaría que estudiantes lo leyeran. Que se interesaran y aprendieran sobre la historia de las mujeres y sobre las luchas que han tenido. Es fundamental tocar todos estos temas en los colegios y liceos de Chile para mejorar también nuestra perspectiva de la Historia.
-¿Qué les sugeriría a los estudiantes?
-Los invitaría a leer el libro e introducirse en algunas mujeres notables de nuestra Historia. Luego de eso, los invitaría a investigar más sobre ellas. En Memoria Chilena, proyecto web de la Biblioteca Nacional, hay un montón de documentos sobre estas mujeres que pueden descargar para conocerlas con mucha mayor profundidad y desde diversas perspectivas. También los invitaría a leer a las historiadoras chilenas que, desde sus puntos de vista, llevan décadas haciendo trabajos e investigaciones increíbles e interesantes que permiten complejizar y repensar la historia de Chile.
-¿Hay más “heroínas luminosas”, como dice Baradit, que pueda agregar?
-Hay muchísimas mujeres para poner en relevancia. Muchísimas. Cada vez, en los documentos con los que trabajo día a día, me voy encontrando con más. Por lo que material para nuevos proyectos editoriales hay de sobra.
-La lectura de “La ciudad de las damas” de Cristina de Pizán ¿le inspiró para escribir "Chilenas"?
-Ese libro me lo trajo mi mamá de Buenos Aires. No se lo pedí, lo trajo por iniciativa propia. ¡Es increíble! Cristina fue una mujer que vivió en pleno siglo XV y escribía defendiendo a las mujeres de los ataques de intelectuales importantes de la época, como Bocaccio. “Chilenas” nace de ese libro y de muchos otros sobre mujeres que he leído y leo constantemente. Es un tema muy importante para mí, sobre el cual trato de leer constantemente. Finalmente, mi interés es la historia de las mujeres en su más amplio sentido y eso es lo que me llevó a querer escribir “Chilenas”: por la necesidad de difundir la vida y obra de mujeres chilenas. Algo que hoy en día es muy necesario.