Sobran los calificativos para enjuiciar la mala gestión de Piñera ante el recrudecimiento de los contagios por Covid19.
Pasamos del peak de 8.112 casos de la semana pasada a los 9.171 casos positivos y no se ve un plan coherente en lo sanitario y en lo social que permita que las restricciones a la movilidad funcionen y pueda aplanarse la ola de
contagios.
Estamos en una situación crítica y se ve a una autoridad sanitaria desbordada.
Se dictaminan cuarentenas, pero se amplía la lista de funciones esenciales que hace que miles de trabajadores deben salir de la zona sur para movilizarse a la zona oriente, con un uso intensivo del transporte público subterráneo y de
superficie, las autoridades económicas concuerdan protocolos con Cámara de la Construcción, pero estas no se cumplen en lo más básico como es proveerle a los trabajadores un medio de movilización propio y así ocurren situaciones de exceso de funciones esenciales y alta movilidad en todas las regiones del país.
Si se quiere quebrar la ola de contagios deben reducirse la movilidad y eso no se logra con la proliferación de los permisos colectivos y los millones de permisos individuales que da comisaría virtual diariamente.
Reaparece el Ministro de Educación insistiendo en el retorno a las clases presenciales en las comunas en fase 2 y nada habla de políticas públicas para disminuir las brechas de conectividad digital que hoy se ven el sistema educativo.
Su foco en volver a clases presenciales generará una reacción ciudadana en contra que ahondará la compleja situación educacional.
En materia de ayudas sociales los apoyos gubernamentales son insuficientes y plagados de letra chica; por ejemplo, aumentar la postulación del IFE al 80% del Registro Social de Hogares no eliminó la restricción de que el ingreso per cápita fuera sólo $100.000 por cual hace disminuir la cobertura de este beneficio, en el caso de las comunas en fase 3 y 4 los beneficiarios del IFE son solo los perceptores del SUF. Los trabajadores informales –que son el 30% de la fuerza
laboral actual- no pueden acceder al bono de clase media.
La hiper focalización de los beneficios gubernamentales bloquea el acceso a miles de familias a las ayudas gubernamentales y por eso, cobra fuerza política y social la idea de aprobar el Tercer Retiro del 10% -aunque los más vulnerables no tengan ahorros ya-.
Se requieren ayudas sociales más universales –aunque se den casos de filtraciones-; en la emergencia se requieren ayudas al mayor porcentaje de familias y “la hiper focalización” que propone Piñera ve en la dirección contraria.
Incluso sectores de derecha como RN cuestionan que gobierno rechace y amenace ir al Tribunal Constitucional para detener la tramitación del Tercer Retiro.
Esta semana se vota ese proyecto de ley en la Cámara de Diputados y probablemente el Tercer Retiro se aprobará con los votos de la Oposición, pero también con votos RN y de grupos UDI; porque no comparten la mezquindad
gubernamental.
La estrategia de poner un ministro del Trabajo UDI para detener el apoyo de la derecha al Tercer Retiro será otro fracaso político más del gobierno piñerista.
Pero también se requiere otra gobernanza sanitaria. La crisis sanitaria no puede seguir siendo manejada por el círculo de asesores de Piñera en el segundo piso.
Debe empoderarse al Consejo Asesor e integrar al Colegio Médico y a los Rectores Sánchez y Vivaldi, a la Presidenta del Senado y de la Cámara de Diputados a lo menos, para que tengamos un espacio de decisiones con mayor
legitimidad social, para que exista credibilidad en las medidas y que pueda apelarse a la necesaria responsabilidad social.
No estamos en “la última milla”, no hay seguridades ni apoyo social, se requiere más solidaridad social especialmente de los más ricos –que aumentaron sus ganancias en 2020 mientras el 90% de los chilenos/as disminuyó su calidad de
vida y/o ingresos- y por tanto, se requiere más y mejor Unidad Ciudadana, más liderazgos que unan, que construyan puentes y restablezcan la confianza de que podemos salir de esta crisis pero con mayor solidaridad.
El covid19 nos está cambiando la vida, pero que no nos mate la ilusión de que podemos superarlo y reconstruir un Chile distinto –menos individualista y más comunitario y más solidario-.