En el mundo democrático hay una fuerte preocupación de que cada año es menor la gente que valora la vida en democracia y se instala la idea de que los partidos políticos no son necesarios para tener una buena vida democrática.
La desconfianza ciudadana hacia la democracia sabemos que termina en populismos autoritarios, anarquía institucional, decrecimiento económico y social de los países -como está ocurriendo en América Latina-, pero igual la clase política sigue actuando con baja responsabilidad democrática sin percibir los impactos futuros.
Las renuncias a los partidos políticos de autoridades, porque no se hace lo que ellos quieren o para competir por fuera de los pactos acordados es común en estas semanas de negociaciones electorales. Hay una sensación ambiente de que “figuras independientes” tienen más apoyo electoral que un candidato o candidata que represente un pacto de una variedad de partidos.
Ese comportamiento está creciendo mientras cae el sentimiento de cercanía a los partidos y así fue que en la elección municipal 2021 pasada hubo 105 alcaldes electos como independientes y fue la expresión de ese sentimiento social anti partidos, que tuvo mayor cantidad de electos que los pactos políticos de la centroizquierda y que el de la centroderecha, respectivamente.
Hoy pareciera que esa apuesta a ser “independiente”, ser candidato fuera de pacto sigue siendo una fuerte tentación para los liderazgos individuales comunales que empiezan a ser respaldados por partidos políticos locales y así debilitan los pactos políticos que negociaron y suscribieron sus directivas nacionales.
La elección municipal de octubre no sólo tiene la incógnita de los votantes obligatorios, sino también sobre la atracción electoral de los independientes en un escenario social donde sólo 18% de la población se siente cercano a los partidos políticos (en 2010 era 48%).
Tampoco ayuda a la valorización democrática lo vivido en el Parlamento, donde las elecciones de las nuevas directivas de ambas corporaciones han mostrado el debilitamiento de los acuerdos firmados, de negociaciones movidas por lógicas individuales o de grupos políticos pequeños, donde lo firmado no se cumple y pareciera -como dijo un analista dominical-que “es la hora de los vivos, de los que venden caro su voto a cambio de ventajas personales”.
Es en ese espacio de fragmentación partidaria donde el individualismo está campeando, lo que termina debilitando la construcción colectiva democrática y es una de las causas del estancamiento social y económico del país.
La amenaza de censura al otro día de instalarse nueva directiva, sin fundamentos sino sólo por motivos del anticomunismo visceral de algunos sólo ahonda esta crisis institucional.
Alguien describió el sistema de partidos que actualmente pululan en la arena política como “partidos pymes, mediáticos, chicos, "cuñeros" y sin ningún fondo ideológico. Se mueven por modas y olas temáticas”, esa descripción es certera y faltaría por agregar que esos nuevos caudillos/as tienen una importante cobertura en la televisión, radios y diarios que terminan premiando a quienes optan por esta individualismo perverso en la política chilena.
Algunos han planteado que la vía de solución es una reforma al sistema político, que se eleven las barreras para formar partidos políticos ya que cada partido es la expresión de caudillos y dejó de ser la expresión de corrientes de opinión y culturales asentadas en la sociedad chilena, que se instale la norma de un mínimo de votación (5%) para su existencia, que se disminuya el número de parlamentarios, que se modifique el sistema electoral proporcional y así se multiplican las ideas que terminan debilitando el rol de representación ciudadana del Congreso.
Pero se necesita una reforma política en serio que aborde la interacción de la política con el desarrollo económico y social del país, que facilite la construcción de acuerdos que efectivamente permitan crecer y tener más equidad social, porque la democracia debe mejorar la calidad de vida de las mayorías, ahí está hoy su fuente de legitimidad y eso lo que está en crisis en nuestra sociedad hace 10 años.
Ojalá mejoremos nuestra democracia.