Oh I'm just counting

Editorial Cambio21: La extrema derecha arrastró a la derecha democrática a una durisíma derrota y de paso dejó a Kast en muy mala posición y a Matthei derrotada hasta en su comuna

Con la mayor participación electoral (12.992.000 electores) se realizó el segundo plebiscito constitucional este domingo y la votación en contra del 55,8% de los votantes sobre el texto constitucional propuesto por la mayoría de la ultraderecha y Chile Vamos del Consejo Constitucional, significó un traspié definitivo en este momentun constitucional iniciado ya hace 4 años.

No fue una minoría social con alta abstención que participó en este plebiscito, como apostaban algunos analistas, sino fueron 12.342.000 quienes emitieron su votación válidamente emitida y donde solo hubo un 5% de votación en blanco y nulo los que rechazaron este texto constitucional de la ultraderecha. Recordemos que en mayo pasado en la elección de los consejeros constitucionales hubo casi 22% de voto nulo y de esos hoy más de dos millones electores dejaron de anular su voto y dijeron En Contra a un texto partisano, conservador y que significaba un gran retroceso en la historia democrática chilena.

Este resultado es una gran y dura derrota de la ultraderecha especialmente de su líder José Antonio Kast, de la presidenta del Consejo, Beatriz Hevia y de Luis Silva, todos militantes del Partido Republicano, este último que había sido el consejero más votado en mayo pasado. En apenas 7 meses la ultraderecha pasó de su triunfo exultante en que quedó en una posición hegemónica en la derecha a una derrota política mayor, ya que fueron los republicanos o la ultraderecha los que decidieron imponer su voluntad mayoritaria en el Consejo Constitucional y desecharon la posibilidad de respaldar la propuesta consensuada del Comité de Expertos.

Esta hegemonía de la ultraderecha sobre Chile Vamos arrastró a estos sectores más demócraticos a una derrota política importante. La incógnita es si mañana la UDI, RN y Evopóli seguirán siendo “dirigidos” desde Republicanos o tendremos un actor político de derecha que apuesta a diferenciarse del discurso polarizante y divisionista de la ultraderecha.

La alcaldesa Matthei si quiere tener opciones en 2025 deberá mostrar que es una alternativa política distinta a la ultraderecha y por tanto, es una incógnita su comportamiento porque al final tanto ella como alcalde Carter de La Florida sucumbieron a la hegemonía ultraderechista. En sus propias comunas, perdieron su opción.

Si se mira la votación del país se ve que el A Favor sólo triunfó en 3 regiones (en Maule estrechamente y en Ñuble y Araucanía) y el En Contra gano en el resto de las regiones con un inédito triunfo en la Región Metropolitana donde el En Contra triunfó por 58,8% versus 41,2%, resultado muy distinto a lo ocurrido en septiembre 2022 y en mayo 2023.

Tampoco puede leerse el triunfo del En Contra como un espaldarazo al Gobierno. El triunfo no puede ser leído como un respaldo a “las reformas o el programa”, sino como una decisión ciudadana de elegir un texto constitucional que ha funcionado, que ha sido reformado y que tiene un quorum razonable para las reformas (4/7) frente a un pésimo y regresivo texto que proponía la dupla Hevia/Silva.

Los triunfos del Rechazo en septiembre 2022 y del En Contra de ayer están emparentados, porque son un portazo ciudadano a los mesianismos, a los ultrismos, a la imposición de mayorías transitorias, a la incapacidad de construir Constituciones Consensuales. Recordemos que este fue un Gobierno que amarró su éxito al texto de la Convención que fue rechazado masivamente en septiembre 2022.

Chile además, aprendió que las Constituciones son reglas de convivencia y NO son programas de gobierno ni tampoco tienen poderes mágicos para cambiar la vida en sociedad. No fueron 4 años perdidos, la ciudadanía aprendió que le importaban los logros familiares y el crecimiento económico, que se opondría a quienes quisieran instalarlos en la mediocridad permanente.

Y también aprendió que la vía para superar el estancamiento político, social y económico en que se vive hace ya más de una década es construir acuerdos políticos transversales, que no se puede seguir en la división del país entre “buenos y malos”, entre “patriotas y comunistas” y que se requieren Acuerdos transversales para volver a crecer, para impulsar nuevos motores productivos que generen nuevos empleos; que se combata la evasión y la elusión tributaria, que para mejorar la calidad de la educación se requieren acuerdos para suspender un mal diseño institucional como son los SLEPs, pero también planes pro calidad educativa; que las pensiones requieren mejoras pero con acuerdo y no seguir empantanados en un debate previsional que lleva 8 años sin muchos logros; que hay miles de familias que requieren vivir en una vivienda propia y digna.

Esos problemas de la Sociedad chilena actual requieren acuerdos de política pública, en su diseño, en su financiamiento y no en una discusión constitucional que entusiasma a una élite y que terminó cansando a las mayorías ciudadanas, como se ratificó con un 55,8% del electorado rechazando ese mal texto.

Chile requiere que su clase política vuelva a creer en la virtuosidad de los Acuerdos Transversales, veremos como se encara el debate post plebiscito y los desafíos de 2024.

Pero este plebiscito fue una potente señal ciudadana de que se requieren Acuerdos Transversales para volver a tener una democracia con crecimiento y equidad social.