Oh I'm just counting

Editorial de Cambio21: A 46 años del golpe de Estado Cívico-Militar: hoy debemos construir más democracia

El 11 de septiembre fue y seguirá siendo un día triste y trágico para la democracia.
El año 1973 se inauguró un período oscuro para el país, violaciones a los derechos humanos, clausura del Congreso, intervención al Poder Judicial, cierre de medios de comunicación, persecución ideológica a los sectores progresistas desde la DC al PC que cuestionaron el Golpe de Estado, intervención de las Universidades y sindicatos entre otras violaciones a los derechos democráticos. Fue una etapa que no podemos olvidar donde la derecha justificó y amparó estas violaciones a los derechos fundamentales.
 
Una etapa de la historia patria que duró 17 años y que fue posible transitar hacia la transición democrática producto de la movilización política y social de una mayoría democrática que se inició con el plebiscito del 5 de octubre del año 1988. Fue un proceso complejo donde hay avances y retrasos que modificaron sustantivamente al país. Chile cambió social, económicamente y culturalmente producto de esa transición y hoy corresponde construir nuevas respuestas democráticas para seguir avanzando hacia una mejor democracia que mejore la calidad de vida de las mayorías.
 
Hoy ya tenemos casi 30 años de transición democrática y en esta conmemoración debemos asumir diversos desafíos para renovar el compromiso democrático que es el mejor espacio para el desarrollo político y social de nuestra comunidad.
 
Como comunidad democrática debemos impulsar la memoria histórica, como sociedad no debemos olvidar lo ocurrido porque nunca más en nuestro país debemos vivir estas situaciones atentatorias a la dignidad de los chilenos/as. Esa generación aprendió que el desarrollo de la sociedad pasa por mantener la convivencia democrática y por ende, es responsabilidad común cuidar la pluralidad, la tolerancia y la primacía de la búsqueda del bien común.
 
Es urgente en especial educar a las nuevas generaciones en la importancia de la democracia como método de convivencia y resolución de conflictos, en especial cuando hay segmentos importantes de la juventud que les da lo mismo la democracia o un régimen autoritario. Una juventud indiferente, que le da lo mismo el sistema político, que carece de capacidad para resolver pacíficamente los conflictos puede terminar apoyando soluciones políticas autoritarias que perjudiquen la primacía de la democracia.
 
Ante el individualismo imperante debemos ser capaces de complementarlo con preocupación por el desarrollo comunitario y el estímulo de la solidaridad tanto en lo institucional como en lo cultural.
 
No construiremos países inclusivos sino transitamos hacia una mayor solidaridad; por ejemplo en materia previsional donde hace ya 42 años se impuso unilateralmente sistema de capitalización individual que permitió un tremendo stock de ahorro previsional que ha sustentado importantes avances en materia de inversión y crecimiento económico para el 1% más rico de la sociedad pero lamentablemente ha generado pensiones miserables ($165.000 de pensión promedio de las mujeres y $207.000 mensuales de pensión promedio).
 
Hoy para un segmento mayoritario de la sociedad chilena –especialmente las nuevas clases medias- hoy predomina el miedo a pensionarse, a enfermarse y a perder el empleo. Aquí se instalado un nuevo desafío democrático para la clase política de este siglo XXI que es generar un sistema de protección social fundado en la solidaridad y que morigere las actuales desigualdades sociales y culturales.     
 
Asimismo, el progreso económico debe armonizarse con la protección del medio ambiente. La lógica del crecimiento económico a toda costa debe dar paso a una sociedad capaz de armonizar el desarrollo con equidad social, con capacidad inclusiva e integrar socialmente tanto a los ciudadanos vulnerables como a los migrantes.
 
La democracia ya la aprendimos y la valoramos. Debemos cuidarla con diálogo, tolerancia, solidaridad y búsqueda de bien común. Esos valores debemos cultivarlos desde todos los espacios sociales e institucionales, sea en el sistema educativo como en la sociedad civil también con medios comunicacionales comprometidos con los valores democráticos. Eso es una tarea permanente e inconclusa que debe integrar a las grandes mayorías ciudadanas, en especial a las nuevas generaciones que estamos seguros construirán un mejor futuro, más humano y más inclusivo.