La candidatura derechista ha presentado sus propuestas programáticas al país e insiste en sus viejas y añejas tesis del chorreo o sea para recuperar el ritmo de crecimiento económico se deben bajar los impuestos a los más ricos y rebajar los estándares medioambientales para los proyectos de inversión.
Editorial de Cambio21: Las añejas recetas del programa económico de Piñera
La derecha no quiere aprender que el crecimiento del país no puede seguir dependiendo de las exportaciones de cobre –como ha ocurrido hasta ahora-. Entre 2010-2013 hubo “un súper ciclo de precio” de US$ 4,0 la libra de cobre que explica el crecimiento de 5% durante ese período y después vino una caída de precios de los commodities que tuvo entre 2015/2016 con un precio de cobre de US$ 2,1 que naturalmente afectó el crecimiento y la inversión en una economía altamente dependiente de este commoditie.
La derecha y Piñera toman la bandera del crecimiento sólo vuelven a insistir en proponer las viejas recetas neoliberales: bajar impuestos y eliminar “los lomos de toro” de la burocracia para facilitar la inversión. No hay ninguna idea novedosa sobre la urgencia de impulsar un proceso de diversificación de la matriz productiva, ni menos incentivar la innovación y las tecnologías para desarrollar nuevos servicios y productos; ni menos alguna política para facilitar las exportaciones en aquellos sectores donde haya mayor competitividad país.
No, todo lo debe resolver el mercado, los winners o sea los mismos de siempre; los que estudiaron en los mejores colegios y universidades que además heredaran las empresas de sus padres con el mínimo esfuerzo, a los cuales hay que bajarle los impuestos.
Ese modelo sabemos que genera fuertes desigualdades fundada en la asimetría cultural y en la inexistencia de “bienes públicos de calidad”. Es un modelo donde servicios como la educación, la salud y las pensiones queda sometida a los ingresos que cada familia posee o sea cada cual “se rasca con sus propias uñas” que se expresa hoy en miserables pensiones que dan las AFP’s, en especial a las mujeres donde el 50% de ellas reciben pensiones de las AFP’s que apenas alcanzan a $ 130.000 mensuales o donde se termina con la gratuidad en la educación escolar y terciaria volviendo los créditos y el endeudamiento familiar como mecanismo de financiamiento de la educación de calidad para la clase media y los grupos vulnerables.
Qué duda cabe, la propuesta de Piñera es regresiva o sea perjudica a los grupos medios y vulnerables ya que los reinstala en el circuito del endeudamiento. En el caso de las pensiones Piñera insiste en defender el rol monopólico de las AFP’s y rechaza cualquiera posibilidad de solidaridad intrageneracional, como lo hace la propuesta Bachelet de reforma a las pensiones 2.0 que además propone que el 5% de mayor cotización previsional lo administre un ente público y profesionalizado como es el Consejo de Ahorro Colectivo que debiera votarse en estas semanas en la sala de la Cámara de Diputados.
La Reforma Tributaria del 2014 subió moderadamente los impuestos a las empresas y dio saltos importantes en el combate a la evasión y elusión; permitió mejorar la recaudación fiscal en US$ 8.200 millones en régimen desde 2018 y una rebaja de impuestos –como la propone Piñera- afectará los beneficios sociales legislados durante este gobierno como por ejemplo la gratuidad en educación superior que para el año próximo beneficiará a más de 320.000 jóvenes de clase media y sectores vulnerables con méritos académicos.
El crecimiento durante la administración Piñera tuvo menos beneficios sociales que ahora (por ejemplo, en educación pre-escolar donde los cupos nuevos fueron para 24.000 niños/as mientras que en esta etapa bacheletista la expansión llegó a 70.000 nuevos cupos).
Si queremos ser serios -y no seguir en la campaña del terror derechista- debemos asumir que Chile no se estancó ni tuvo un frenazo por la búsqueda de mayor equidad social con las reformas, sino que se desaceleró producto de su excesiva cobre-dependencia y la situación externa.
No hay propuestas innovadoras ni sofisticadas sobre como crecer en el futuro ni de Piñera ni del empresariado y en eso la centro-izquierda debiera insistir de que el camino hacia un desarrollo sustentable e inclusivo es invertir mucho más en la innovación, las tecnologías y en más diversificación productiva.
La derecha y Piñera toman la bandera del crecimiento sólo vuelven a insistir en proponer las viejas recetas neoliberales: bajar impuestos y eliminar “los lomos de toro” de la burocracia para facilitar la inversión. No hay ninguna idea novedosa sobre la urgencia de impulsar un proceso de diversificación de la matriz productiva, ni menos incentivar la innovación y las tecnologías para desarrollar nuevos servicios y productos; ni menos alguna política para facilitar las exportaciones en aquellos sectores donde haya mayor competitividad país.
No, todo lo debe resolver el mercado, los winners o sea los mismos de siempre; los que estudiaron en los mejores colegios y universidades que además heredaran las empresas de sus padres con el mínimo esfuerzo, a los cuales hay que bajarle los impuestos.
Ese modelo sabemos que genera fuertes desigualdades fundada en la asimetría cultural y en la inexistencia de “bienes públicos de calidad”. Es un modelo donde servicios como la educación, la salud y las pensiones queda sometida a los ingresos que cada familia posee o sea cada cual “se rasca con sus propias uñas” que se expresa hoy en miserables pensiones que dan las AFP’s, en especial a las mujeres donde el 50% de ellas reciben pensiones de las AFP’s que apenas alcanzan a $ 130.000 mensuales o donde se termina con la gratuidad en la educación escolar y terciaria volviendo los créditos y el endeudamiento familiar como mecanismo de financiamiento de la educación de calidad para la clase media y los grupos vulnerables.
Qué duda cabe, la propuesta de Piñera es regresiva o sea perjudica a los grupos medios y vulnerables ya que los reinstala en el circuito del endeudamiento. En el caso de las pensiones Piñera insiste en defender el rol monopólico de las AFP’s y rechaza cualquiera posibilidad de solidaridad intrageneracional, como lo hace la propuesta Bachelet de reforma a las pensiones 2.0 que además propone que el 5% de mayor cotización previsional lo administre un ente público y profesionalizado como es el Consejo de Ahorro Colectivo que debiera votarse en estas semanas en la sala de la Cámara de Diputados.
La Reforma Tributaria del 2014 subió moderadamente los impuestos a las empresas y dio saltos importantes en el combate a la evasión y elusión; permitió mejorar la recaudación fiscal en US$ 8.200 millones en régimen desde 2018 y una rebaja de impuestos –como la propone Piñera- afectará los beneficios sociales legislados durante este gobierno como por ejemplo la gratuidad en educación superior que para el año próximo beneficiará a más de 320.000 jóvenes de clase media y sectores vulnerables con méritos académicos.
El crecimiento durante la administración Piñera tuvo menos beneficios sociales que ahora (por ejemplo, en educación pre-escolar donde los cupos nuevos fueron para 24.000 niños/as mientras que en esta etapa bacheletista la expansión llegó a 70.000 nuevos cupos).
Si queremos ser serios -y no seguir en la campaña del terror derechista- debemos asumir que Chile no se estancó ni tuvo un frenazo por la búsqueda de mayor equidad social con las reformas, sino que se desaceleró producto de su excesiva cobre-dependencia y la situación externa.
No hay propuestas innovadoras ni sofisticadas sobre como crecer en el futuro ni de Piñera ni del empresariado y en eso la centro-izquierda debiera insistir de que el camino hacia un desarrollo sustentable e inclusivo es invertir mucho más en la innovación, las tecnologías y en más diversificación productiva.