Por Guillermo Arellano
Después del huracán que generó la maciza victoria del candidato presidencial de Chile Vamos, Sebastián Piñera, ante el abanderado oficialista Alejandro Guillier, viene la calma.
Marzo de 2018 está a la vuelta de la esquina y de momento, y en la previa de lo que será la segunda experiencia democrática derechista en una década -lo que a juicio del columnista mercurial Carlos Peña constituye el “legado” de Michelle Bachelet “irrite a quien irrite”-, existen complejos obstáculos que el nuevo gobierno debe sortear.
El primero es la conformación del gabinete. El proceso se entrecruza con la lucha de poderes que se anticipa en el sector, la que tuvo una muestra en la campaña de segunda vuelta entre los dos nuevos líderes de la coalición, Manuel José Ossandón (RN) y Felipe Kast (Evópoli), la que incluso se encendió durante los mejores momentos de la celebración.
“Yo hice más de un millón de llamados telefónicos en La Florida, La Pintana, Puente Alto y en toda el área sur de Santiago. Esa es la diferencia y esos eran los votos que nosotros necesitábamos”, gritó a los cuatro vientos el exalcalde y senador por Santiago Oriente.
“No voy a entrar en la odiosidad y pequeñez de competir por quién cedió el triunfo. Todos trabajamos con mucha generosidad”, retrucó el diputado y senador electo por La Araucanía.
Los rivales que tuvo el mandatario electo en la primaria de la coalición, en julio de este año, se enfrentaron por la gratuidad en la educación y anunciaron por separado una agenda paralela de temas que se pasea entre el matrimonio igualitario, la ley de cuotas para los pueblos originarios, tratativas con el Frente Amplio y el término de la ley de aborto en sus tres causales, ítem que también empujará José Antonio Kast.
El exabanderado independiente, que en la primera vuelta logró 523.213 votos (varios de ellos de la UDI y la “familia militar”), se sumó “sin condiciones” al piñerismo, al extremo de trabajar de apoderado de mesa en el Estadio Nacional, y quien desde ya tiene cara de “ministeriable”, aunque aclaró que “quedamos de conversar”.
Sobre este punto, Marco Moreno, decano de Ciencias Políticas de la Universidad Central, declaró a Cambio21 que “en el caso de Felipe Kast, él tiene a un partido con representación parlamentaria y por lo tanto van a exigir el espacio de poder que les corresponde”.
“Lo de Ossandón es más complejo porque está supeditado a las decisiones de su partido. Y será en ese lugar en el que tendrá que hacer sus exigencias, para que después el presidente atienda sus demandas. Ahora, Piñera para no provocarse un problema, irá a colocar como ministro a algunos de sus cercanos para que se siente representado y no sea desde el principio una piedra en el zapato”, ahondó.
Corazón, cerebro, pulmón
En cuanto a nombres, lo único que se sabe es que los cuatro rostros principales del comando, Andrés Chadwick (militante UDI, exsenador, exministro y primo de Piñera), Gonzalo Blumel (jefe programático), Cecilia Pérez (vocera y exministra de RN) y Magdalena Díaz (jefa de gabinete) tendrían un sitio estelar en el Ejecutivo.
Por otro lado, la fila de exparlamentarios con ganas de asumir una secretaría de Estado es larga: Cristián y Nicolás Monckeberg (RN), Alberto Espina (RN) y Ernesto Silva (UDI), todos miembros del equipo cercano del empresario; los históricos de RN Carlos Larraín, Baldo Prokurica y Sergio Romero, las ex RN Karla Rubilar y Carmen Ibáñez; el extimonel de la UDI Hernán Larraín y más de algún derrotado en la pasada elección, Lily Pérez (Amplitud), Andrea Molina (UDI), Felipe Ward (UDI), Pablo Terrazas (UDI) y Alejandra Bravo (PRI).
Obvio, quienes ejercieron cargos de confianza en el anterior gobierno aspiran a repetirse el plato. Anote: Alfredo Moreno (excanciller) y Cristián Larroulet, Felipe Larraín, Rodrigo Pérez Mackenna (presidente de las AFP), Félix de Vicente, Juan Andrés Fontaine, Felipe Morandé y Roberto Ampuero, exministros de la Presidencia, Hacienda, Vivienda, Economía, Transportes y Cultura, respectivamente, como asimismo Rodrigo Ubilla (RN, exsubsecretario del Interior) y los exasesores de Palacio Hernán Larraín Matte (Evópoli, “segundo piso” de La Moneda) y Eduardo Salas (PRI, Segprés).
¿Caras nuevas? Los economistas Rodrigo Vergara (expresidente del Banco Central), José Ramón Valente, Klaus Schmidt Hebbel y Soledad Arellano, los abogados Ramiro Mendoza (excontralor) y Ricardo Israel (expresidenciable del PRI), los profesionales Álvaro Fischer, Mauricio Rojas y Enrique Paris (expresidente del Colegio Médico) y los dirigentes Jorge Saint-Jean (Evópoli) y Gonzalo Cordero (UDI).
Por cierto, la lista podría agrandarse a medida que avancen los días, aunque lo único que pide Felipe Kast es que “eliminen a los operadores políticos del Estado”. Joaquín Lavín (UDI), alcalde de Las Condes y exministro, clama por “renovación” y Andrés Allamand (RN), senador y exministro, añade “equilibrio” entre técnicos y políticos.
Solo Jacqueline van Rysselberghe, senadora y presidenta de la UDI, desordena el naipe, porque mientras RN, Evópoli y el PRI dejaron en “libertad de acción” a Piñera, la exalcaldesa e exintendenta sostuvo que su partido debe ser “la cabeza y el corazón” del gobierno. ¿Los otros vendrían a ser riñones o el ventrículo izquierdo?
David Sandoval, diputado y senador electo del gremialismo, contesta las reprimendas: “aquí es el presidente el que tiene que resolver y los partidos deben poner a los mejores nombres posibles para asumir esas tareas”.
“Más que ser el corazón, el cerebro o el pulmón, lo importante es poner a la gente más competente”, comentó a este medio.
“Nuevamente se va a abrir un flanco en la derecha”, advierte Marco Moreno. “Si bien se unieron para ganar la elección, otra cosa es el momento para gobernar, donde se van a desatar las ambiciones de sus partidos. Aquí la UDI aspira a tener una mayor participación para poder mejorar su trabajo territorial que le permita recuperarse en las próximas elecciones. Y eso implica un mejor posicionamiento en el gobierno”.
La crisis que vive la entidad de Suecia 286 tras la pérdida de cupos en el Congreso “es un factor”, asegura el analista, pero “para los efectos de conformar el Ejecutivo los que están a cargo, que son los ‘coroneles’ y su presidenta, el senador Juan Antonio Coloma o Andrés Chadwick, van a influir en los espacios de poder. La disputa interna no se dará en los próximos meses, sino que decantará con el tiempo”, redondeó.
Puerto hostil
En lo meramente político la principal dificultad será legislativa. Si bien en noviembre la derecha logró como bloque 72 diputados (de 155) y 19 senadores (de 43), tales números no alcanzan para obtener ventajas en el Parlamento.
Ante tal escenario, el nuevo oficialismo estará obligado a buscar acuerdos con la oposición en temas como la gratuidad, la reforma al sistema de pensiones (que requiere de mayoría absoluta), la modernización del Estado y reformas al sistema judicial, ítems que necesitan del quórum de 4/7 en ambas cámaras para transformarse en Ley Orgánica Constitucional.
Son los 57 escaños de la Nueva Mayoría (PR-PS-PPD-PC-DC), la debutante bancada de 20 integrantes del Frente Amplio, los 4 representantes del Frente Regionalista Verde Social (FRVS), además de René Saffirio (Ind.) y Marisela Santibáñez (PRO).
En el Senado, en tanto, el debate se anticipa duro ante los 21 honorables de la NM, más Alejandro Navarro (País), Carlos Bianchi (Ind.) y el debutante Juan Ignacio Latorre (RD).
“Será un Congreso hostil”, nos anticipa Mauricio Morales, director del centro de estudios de la Universidad de Talca, toda vez que “habrá una oposición muy intransigente de parte del frenteamplismo, que buscará reconectarse con la calle para planificar lo que será la próxima elección municipal (2020)”.
“Recordemos que en los comicios de 2016 este movimiento solo tuvo buenos resultados en Valparaíso con el triunfo de Jorge Sharp. Ahora el cuadro es distinto con 20 diputados”, destacó.
“Serán fundamentales los negociaciones y los consensos”, añade Pablo Rodríguez, analista del Instituto Libertad. “Acá será clave el rol del FA, que tendrá una fuerza muy relevante y las miradas estarán centradas en ellos. Eso no quita que veamos una oposición obstructiva más allá del potencial de Chile Vamos. Será complejo llegar a humo blanco con la DC y la NM”, remarcó.
Consultado por este semanario, Carlos Vergara, analista de Imaginacción, complementó: “no sé si será oscuro, pero será difícil, porque cada proyecto de ley que se quiera impulsar requiere de acuerdos para su tramitación y avanzar”.
“Una opción es construir consensos en cada proyecto y otra es elaborar pactos más permanentes y en ciertas áreas con los partidos. Será un panorama más diverso y fragmentado que el que conocemos, por lo que habrá que invertir mucho tiempo en la discusión al margen de las ideologías”, aclaró.
Claudio Fuentes, cientista político de la Universidad Diego Portales, opta por lo primero. “La DC se transformará en un eje clave de su gobierno para poder llevar a término los proyectos de mayoría simple, mientras que para aquellos de mayoría más compleja va a requerir una negociación más dura con la izquierda, porque habrá un Congreso más polarizado”, apuntó.
Para abrir caminos, Jorge Correa Sutil (DC), abogado y exsubsecretario del Interior, dice que Piñera debe “tensionar a su propia coalición” con propuestas que tiendan a “emparejar la cancha” y bajo el cuidado de la “ética y la transparencia, que no fue un sello de su primer gobierno”. También lo conminó a “actuar sin temor a los cambios constitucionales”, dado que “resistirse a ello es pan para hoy y hambre para mañana”.
¿Despertará la calle?
Las protestas medioambientales en contra de HidroAysén, el movimiento universitario y las asambleas ciudadanas de Magallanes, Coyhaique, Freirina y otras ciudades del país tuvieron en jaque al primer gobierno de Piñera.
¿Habrá un déjà vu desde marzo de 2018? En carpeta se anuncian las marchas del grupo “No + AFP”, que lidera el dirigente Luis Mesina, quien afirmó que no espera ningún avance de la administración de derecha.
Misma mirada proviene de la CUT, ANEF y Confusam, gremios de trabajadores que prometen mantener vivas y organizadas sus bases para impedir los posibles cambios que quiera impulsar el Ejecutivo a través del Congreso.
Por su parte, las federaciones estudiantiles de las universidades de Chile y Católica adelantaron su presencia en las calles. “En 2011 nos movilizamos álgidamente para posicionar ciertos temas que hablan de la comprensión como derecho, pero él (Piñera) nos respondió con portazos en la cara y reprimiendo a nuestros compañeros”, alegó Alfonso Mohor, presidente de la Fech.
“Los movimientos sociales vamos a estar más despiertos que nunca para defender los derechos de la ciudadanía. Se debe comenzar a hablar del fin del lucro en todas las instituciones de educación superior”, interpeló Josefina Canales, líder de la Feuc.
Ojo que el sociólogo Juan Christian Jiménez reparó en un hecho no menor: “los que antes estaban en la calle ahora estarán en el Parlamento, por lo que eso que transmitía Camila Vallejo (diputada PC), de que había que estar con un pie en la calle y el otro en el Congreso, no funciona. Sería un sinsentido en la medida que cómo se puede pretender llevar reformas adelante sin tener acuerdos políticos previos”.
“El primer tiempo será un cuadro de búsqueda del diálogo, pero exigiéndole mucho a Piñera, tomando en cuenta que él copió un programa educacional con letra chica, pero igual planteando cambios. Otra cosa, el movimiento estudiantil está bastante adormecido”, recalcó.
Raya para la suma: nos vemos después de vacaciones.