Son rostros de un canal de televisión que participan en programas con formatos que están dirigidos a las próximas elecciones presidencial y parlamentaria. La periodista Mónica González directora de Ciper, los ha calificado de “miserables” y “patéticos”. Otros creen que el periodista tradicional no dio el ancho para todo lo que ha pasado en el mundo, en Chile y han tenido que renovar su estilo. A veces hacen una magnífica exposición en vez de hacer una buena pregunta.
En programas políticos periodistas se toman el protagonismo noticioso
Por María Cristina Prudant
Dicen que la televisión es una verdadera hoguera de vanidades, en todas partes donde existe esta industria, como en Chile. El último tiempo, a muchos, les llama la atención las nuevas tendencias del periodismo, especialmente el televisivo porque han surgido nuevos programas, algunos son franquicias extranjeras o simplemente imitación, pero todos pensados en las próximas elecciones presidencial y parlamentaria.
La estructura de estos programas ha producido un giro bastante notorio en la participación de los periodistas que han adquirido un sorpresivo protagonismo. Tal vez, producto de los mismos formatos de estos a los que no estaban acostumbrados y algunos se pasan de revoluciones y terminan poniendo al entrevistado prácticamente en el banquillo de los acusados y apuntándolo con el dedo.
Hacer preguntas es la misión del periodista para tratar de buscar la verdad, pero no tiene que ser necesariamente con un prólogo en el que evidencian una sabiduría abrumadora. La que, por cierto, deben tener los profesionales, pero no para lucirse sino para saber cuándo contra preguntarle al entrevistado que, muchas veces, dice lo que él quiere y no precisamente la verdad. Y ahí es donde está el rol del periodista, demostrar por qué puede interpretar al público o al televidente en este caso. Así de simple.
Y como nos dijo el conocido periodista, locutor y académico, Sergio Campos lo demás “es vanidad, pura vanidad. Qué significa vanidad: yo soy más importante que los entrevistados y que los contenidos de la entrevista que yo quiero hacer”. En su opinión esto “está instalado”.
“Qué miserable, qué pena”
Hace unos días la periodista Mónica González, directora de Ciper, en una entrevista en Buenos Aires hizo fuertes declaraciones sobre los periodistas que se creen estrellas o un referente. “Ese periodista que cree que es tan importante, tan famoso, tan imprescindible, su voz, sus datos. Qué miserable, qué pena. Yo los encuentro patéticos. De verdad eh, patéticos. El día que entendiste que confundiste el periodismo con tu persona eres un miserable, traficas con una profesión tan noble. Estamos llenos, en tu país, en el mío, en muchos otros, sí, yo he aprendido a identificarlos como… Soy muy bruja yo en eso porque los quiero tener muy lejos. En mi equipo no quiero de eso”.
La periodista Manuela Gumucio, a modo personal, sobre este tema opinó que “es de extrema gravedad que los periodistas asuman el rol de jueces o de policías porque si bien es cierto no tienen obligación de dar a conocer sus fuentes – y eso está bién- pero puede pasar que esté siendo utilizado por alguien. Por esa razón el periodismo de denuncia, que es muy valioso, tiene que ser extremadamente cuidadoso”.
“Hay periodistas que tienen una agenda económica”
Precisamente su hijo, Marco Enríquez, candidato presidencial, estuvo en el programa Tolerancia Cero donde se sintió muy atacado. Según comentó a nuestro Semanario para él “el periodismo investigativo es fundamental. Me parece también que hemos descubierto en estos tiempos que varios periodistas – a mí me han tocado dos ya (Pilar Molina y Ricardo Olivares- han tenido que confesar que tenían agenda económica no periodística, o para las AFP o para la derecha. Tenían doble sueldo. Si el periodista le pide transparencia al político yo también le pido transparencia a algunos periodistas”.
En la misma línea dijo que “también hay un periodismo que uno se pregunta qué clase de ética hubo porque a veces uno ve que en universidades prestigiosas las clases respectivas las hizo gente con cero ética. Y uno empieza a descubrir que o son utilizados o hay mala fe porque usan herramientas investigativas súper legítimas, si la filtración existe, lo que pasa es que es dolosa porque es solo lo que hace daño al entrevistado”.
“Y la verdad es que alguien le paga el sueldo para destruir la imagen de uno y sobre todo hemos visto por estos días que Piñera goza de un nivel de impunidad y pánico en los periodistas impresionante” puntualiza.
Protagonismo desmesurado
John Muller es un periodista chileno que ha hecho gran parte de su carrera en el extranjero y ahora está de regreso en el periodismo nacional. Frente al tema dice que es partidario de que “los periodistas seamos críticos de nosotros mismos, que nos podamos criticar, no creo en ese dicho de que perro no come perro o que entre bomberos no se pisan la manguera. Creo que si esto nos parece mal hay que criticarlo”.
Y apunta que “al principio me pareció que era una mirada exagerada sobre lo que estaba ocurriendo, pero claro lo digo porque al principio empecé a vivir esta historia cuando estaba en España todavía y pensé que la gente estaba exagerando porque a mí me parece que un periodista está para preguntar , la agresividad puede ser un factor que adorna el asunto, pero en el fondo no puede de ninguna manera distorsionar el hecho que debe haber una pregunta porque, al final, los periodistas no somos más que los representantes del público”.
“Lo que pasa que cuando he visto los programas hay algunos donde los periodistas buscan un protagonismo desmesurado y no solo eso, de pronto, se adornan tanto en el nuevo rol que quieren convertirse en referente de la opinión pública que se les olvida la pregunta, esta desaparece. Entonces, si es listo el entrevistado toma los errores y neutraliza la pregunta y al final el tipo no contesta lo que realmente le preguntaron” comenta.
A modo de ejemplo señala que el tema lo vio “muy claramente con Marco Enríquez y Mónica Rincón en Tolerancia Cero (CHV). Al mismo Marco Enríquez lo ví con la chica de CNN (Matilde Burgos) hacer lo mismo y al final no contestó, se fue por las ramas. Puso a la periodista (Rincón) a la defensiva diciéndole que había conocido el secreto del sumario y eso es ilegal”.
“Como se adornaron tanto, él cogió elementos de ese adorno porque, cómo va a saber Marco Enríquez si tuvo acceso al sumario o no, simplemente porque la Mónica Rincón hizo una pregunta donde dio tantos datos que al final, en vez de hacer una buena pregunta, hizo una magnífica exposición seguida de una pregunta que se convirtió en irrelevante porque Marco Enríquez contestó por el otro lado. Utilizó los elementos de adornos para adornarse él y esconderse” aseguró.
Agrega: “La agresividad no la notas en prensa escrita y en la radio tampoco suele ocurrir. Son presentadores muy concretos los que están protagonizando una y otra vez esto que la gente percibe como un exceso de agresividad. Yo echo de menos la pregunta, que se ejerce en nombre del ciudadano y no en nombre del prestigio personal”.
La periodista María Olivia Monckeberg, directora del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile dice que “es difícil hablar de los colegas o pretender dictarles cátedra. A mí lo que más me chocó el último tiempo fue el caso de Beatriz Sánchez, cuando participó en un programa de Chilevisión y llevaron una persona para que le preguntara y resulta que todo lo que dijo era mentira. También me chocó el caso de la periodista de la UDI, Pilar Molina que le llevó una boleta a Ossandón”.
La académica manifestó que “le pediría a los periodistas y a los medios que se haga más investigación y que mantengan los temas porque es terrible como no los mantienen. Tú buscas algo, que pasó en marzo, y luego no hay referencias porque el tema desapareció”.
Periodista tradicional no da el ancho
El decano de la facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica de Chile Eduardo Arriagada plantea que “del rol tradicional del periodista hay un cierto consenso que no dio el ancho y los últimos años, así como a nivel internacional, lo que pasó con la guerra de Irak donde el gobierno norteamericano logró meter más de 900 aseveraciones falsas en la prensa tradicional, el no haber visto todo lo de la crisis subprime, el tema de la burbuja, el caso español”.
“La idea de que bastaba con que el periodista pusiera la grabadora a más de una persona eso funcionaba bajo la premisa que la fuente era sincera, el problema es que en la experiencia reciente es mucho más fuerte todavía con el periodismo populista, lo que ha pasado en Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela. Las mentiras son una actitud permanente en muchas autoridades, si tienes al frente una persona que miente estás obligado a tener un protagonismo distinto al de antes. Creo que hay que matizar” apunta.
Del mismo modo manifestó compartir “la crítica que hizo esta semana Mónica González, en Buenos Aires, criticando la búsqueda de ser periodista celebridad, pero no comparto la crítica que hace mucha gente a que los periodistas no tienen que apretar al entrevistado. Siento que el periodismo está obligado a dejar bien claro que una de las partes está jugando y explotando la credibilidad y la obligación del periodista no es con la fuente sino que con su audiencia, está obligado a apretar a la fuente y no en forma pareja porque no todas las fuentes mienten”.
En el caso de Tolerancia Cero donde estuvo Marco Enríquez y se produjo una discusión con la periodista Mónica Rincón, el académico señala que “no ví una actitud desproporcionada, Mónica insistió ante una persona que estaba en negación. Uno no puede decir que se sube a un avión viaja con una gente a un lugar a esquiar, después se va a Brasil y después ese mismo avión él lo usa, y decir yo no me dí cuenta que fuera raro que yo anduviera tanto en él, nunca pensé que tenía algo que ver si yo no me encargo de eso, hay un contador que hace esas cosas. Siento que hay momentos en que brama al cielo que los periodistas tienen que ser más duros”.
“En el periodismo antiguo, los periodistas simplemente hubiéramos hecho la pregunta, no la contestan habríamos pasado a otro tema. Siento que eso no puede seguir pasando porque así aparecen los Trump, una candidata del Frente Amplio que veta a una persona para la discusión. Creo que eso es muy grave y los periodistas no podemos permitir que esas cosas pasen. No podemos considerarlas como derechos de la fuente” recuerda el académico.
“De verdad yo me siento muy cercano a la necesidad que tienen los periodistas y creo que es muy sano que lo hagan. No creo que en todos los casos el periodista esté buscando protagonismo sino que son nuevas fórmulas periodísticas” afirmó Arriagada.
Primer debate presidencial de 1990
Al periodista Bernardo de la Maza le tocó conducir el primer debate en 1990 entre Patricio Aylwin y Hernán Buchi y que “fue a muerte. Las preguntas todos las hacíamos súper breves, muy concisas. No hay que darle más vuelta si se quiere conseguir una respuesta, agregarle de tu cosecha es solo para lucirte. Pero ahora se ven periodistas expositores”.
“Creo que esto es una moda que se va imponiendo de a poco porque hay periodistas que les gusta figurar, que son importantes, que tienen opinión propia y luego lo van copiando los otros y, finalmente terminan todos en lo mismo. Hoy día vemos en los debates que los periodistas son muy incisivos y a veces plantean casi una cátedra ante cada entrevista. El periodista tiene que pasar casi inadvertido y ser un mero medio, un representante del público” señala De la Maza.
“Es un tema extraordinariamente complejo. Si es una moda va a terminar. Yo tiendo a pensar que de aquí a unos años va a terminar, de repente van a aparecer uno o dos periodistas excelentes, brillantes que van a hacer sus preguntas más cortas, más breves y a lo mejor el resto se va a sumar a eso” planteó.