Por Mario López M.
Un año perdido en busca de identidades y matices. No hay una sola oposición, las hay tantas como partidos y movimientos hay fuera del Ejecutivo, el que por lo demás ha sabido sacarle provecho a esta división, a pesar de ser minoría. Este será un año de definiciones, donde el centro, la izquierda y el FA, deberán mostrar madurez.
Ausencia de propuestas alternativos a las políticas impulsadas desde La Moneda, un desapego de los problemas reales de la población y un simplismo que raya en la irresponsabilidad, elevan a la actuación del comediante Jorge Alís en Viña del Mar, como el acto opositor más relevante en lo que va corrido del año.
El gobierno, y Sebastián Piñera en particular, han bajado en respaldo ciudadano principalmente debido a sus propios errores -y horrores-, más que a consecuencia de una oposición propositiva en materia legislativa o con un proyecto país claro y serio. En realidad, no hay proyecto, menos claridad y poca, muy poca seriedad.
Ser oposición no implica negarse a todo lo que promueva el gobierno, ciertamente, implica sostener un pensamiento y propuestas diferentes y una gestión fiscalizadora de las acciones de aquel grupo que temporalmente ostenta el poder, apoyando aquello que va en beneficio de la comunidad y en rechazo, de aquello que constituya un desacierto, una arbitrariedad o un abuso. Se busca ser alternativa. Así las cosas. ¿Existe hoy oposición en Chile?
Un año para el olvido
Para el senador socialista, Carlos Montes, “el problema principal -de un sector opositor- es que cada una de las partes, el PS, PPD, la DC, está viviendo procesos intensos de organización, de pensamiento, de posicionamiento en la sociedad. Hay gente que creyó que era más posible generar una unidad”, agregando que, “van a haber una serie de puntos en que las circunstancias obligarán a unirse, a tomar decisiones comunes, como por ejemplo (…) el intento de modificar la reforma tributaria en el sentido de que se le bajen los impuestos a los sectores de mayores ingresos, etc., como ve, hay un conjunto de desafíos bien concretos”, dijo a Cambio21.
Montes reconoce que nunca pensó “que en un año se iba a construir una nueva coalición, sino que podían constituirse prerrequisitos. Después de una derrota como la que se sufrió, de un contexto internacional tan complejo para los proyectos de transformación, cada partido se ha repensado y reposicionado en la sociedad. Se avanzó muchísimo en varios temas como el tributario; hicimos 7 seminarios. Estoy feliz con el documento de 8 puntos que se logró en la Cámara (de Diputados) esta semana; en previsión tenemos avances, ha habido debates, hay una base; en reforma del Estado se formó un grupo que incluso sacó un libro esta semana; se discutió sobre el tema municipal; tuvimos a Lavín aquí, a Chadwick, se generaron muchos procesos de reflexión, de intercambio”.
Lo cierto, y así lo percibe la ciudadanía, es que los “perfilamientos” y los “matices”, que han cruzado todo el espectro de la llamada oposición, han generado una tierra de nadie, que el ejecutivo se ha preocupado de exacerbar, generando división entre buenos y malos en quienes son oposición a su gestión.
Desde el centro, la izquierda y más allá de la izquierda, ha habido una lucha de “guerrillas”, contestaria, sin capacidad de colocar en la pauta temas propios. También ha existido ausencias de liderazgos nítidos. Parece paradojal que la ex Presidenta Michelle Bachelet esté en los primeros puestos de avanzada en las mediciones de opinión, siendo que ni siquiera está en Chile y no participa del día a día de la política nacional. Pero no han sido sus partidarios quienes la han mantenido en la pole position, sino que el propio gobierno con sus ataques destemplados y su enfermiza fijación en la exmandataria.
No son gobierno
En nuestro país no ha existido, en lo que va del año, una oposición. Ni una, pues hay varias facciones o partidos fuera de Chile Vamos, ni hay oposición, solo hay un desorden, sin ideas claras, entre quienes no son parte del gobierno. Para Beatriz Sánchez, la excandidata presidencial del FA, “lo que veo y lo que hemos visto y sentido como FA es que no hay una sola oposición. Y siempre se habla de la oposición como si fuera la misma. Y si uno mira los proyectos políticos hay varias oposiciones”, reconoció.
Fuera de la gobernante Chile Vamos, a la extrema derecha se encuentran los José Antonio Kast y una serie de grupúsculos pro pinochetistas que han ido emergiendo a partir del negacionismo. Lejos de ser “oposición”, son cercanos al poder y aspiran a transformarse en el recambio, ante la falta de alternativas claras en los partidos de derecha. Kast genera incluso, dentro de los partidos oficialistas, importantes apoyos, pero no se ve, hoy, que sean ni oposición ni una alternativa seria a La Moneda. Pero cuidado.
Por el otro lado, existe una Democracia Cristiana con vocación de centro, o mejor dicho, tratando de reencontrarse con su historia, la que a este momento, es muy distinta de sus tiempos de gloria. Del resto de los partidos de la ex Nueva Mayoría, de radicales a socialistas, pasando por el PPD, la desorientación es mayúscula. Obedece a cuestiones propias, falta de liderazgos e ideas de izquierda en un mundo actual, que ha abandonado los ideologismos. El Partido Comunista, por su parte, con interesantes liderazgos jóvenes, se ve muy lejano de las tradicionales bases sociales que le dieron sustento. Estudiantes, pobladores y trabajadores.
El Frente Amplio, hasta hoy, no ha ido de frente ni ha sido muy amplio. Nació de la necesidad de recambio, con un discurso renovador y no contaminado, lo que hizo sentido a importantes sectores sociales. Sin embargo, hasta este momento, no han sido capaces de “vehiculizar” con ideas claras y compartidas -no basta solo la crítica o destacar lo que no se es-, tampoco de “movilizar” a su electorado, pues las oportunidades de “medirse” en militantes activos, han quedado absolutamente al debe. Les falta de entender que, para gobernar, se necesitan propuestas concretas, socializadas en lo que la gente necesita y no solo en lo que los líderes, por interesantes que sean, creen que necesitan. Además de ser capaces de generar puentes con otras fuerzas, fuera del frente.
Un año crucial
El primer año de Piñera, podría entenderse como “un año perdido”, para el país y su propio legado. No existe ninguna iniciativa de aquellas que pudiera entenderse que trascenderán al actual gobierno. Sin embargo, si la derecha pretende continuar por otro periodo en La Moneda, deberá esforzarse bastante más, sobre todo teniendo en cuenta que son minoría (nominalmente) en ambas cámaras.
El primer gran desafío de la oposición, será concluir, si es que son capaces, las negociaciones del pacto administrativo para dirigir la Cámara, pendiente después de la rabieta de algunos parlamentarios del Frente Amplio, que cuestionaron la indefinición de la DC frente al gobierno, a pesar que ellos también han participado de las extintas Comisiones de Piñera (qué será de ellas) y de proyectos legislativos de La Moneda. Marzo será clave para definir el rumbo de la oposición y si ésta actuará como bloque frente a las iniciativas legislativas y reformistas, que generan desde ya un fuerte rechazo en la que llamamos oposición.
Francisco Vidal, vicepresidente del PPD, criticó la absoluta desarticulación de la oposición. “Somos ocho oposiciones, entonces le estamos fallando a la mayoría del país que le dio la mayoría a la oposición en ambas cámaras”, destacando eso sí que, ya existen ciertos vínculos de coordinación para “defender aquellas políticas públicas aprobadas en el segundo gobierno de Bachelet, que significaron una sociedad un poco más justa”, tales como las reformas en el ámbito tributario, laboral, previsional, además de cambios al Código de Aguas y el cuestionado proyecto de “admisión justa”.
“Piso mínimo”
Catalina Pérez, presidenta electa de Revolución Democrática, destrabó los propios ripios que su sector puso: “en el Frente Amplio están las puertas abiertas para llegar a acuerdos con la Democracia Cristiana y toda la oposición”, dijo, recalcando que no es a ellos a quienes les interesa quebrar el acuerdo, pero haciendo presente que debe existir un “piso mínimo” que aglutine a la oposición, al menos, en las votaciones de los proyectos del Ejecutivo.
Por su parte, Fuad Chahín, presidente de la Democracia Cristiana, afirmó que su partido no dejará de entablar un diálogo con todos los sectores políticos, incluyendo al Gobierno. En la misma línea, Rodrigo Albornoz, vicepresidente de la colectividad, señaló que no está en el horizonte de la DC conformar una coalición política: “Nosotros, y ahí está la diferencia, no compartimos el ideal de coalición siendo oposición hoy día. Uno escucha algunos personeros de otros partidos de oposición y claro, hay un afán, pero es un camino que ellos han optado. Así surgió Convergencia Democrática, pero nosotros no creemos que haya que achicar, sino que hay que ampliar la oposición, hay que darle riqueza, diversidad”, dijo.
Agregó el dirigente, que “nosotros no hemos visto esta teoría que se ha levantado de la descoordinación de la oposición. Vamos a consolidar un actuar de la Democracia Cristiana que pueda ser un aporte desde nuestra visión de una oposición de diálogo constructivo, fiscalizador, crítico, pero (que) está abierto a tratar los grandes temas que le interesan a la ciudadanía”.
¿Algo más que pactos administrativos?
Al menos eso es lo que esperan, en el discurso, sectores que van desde los radicales al Frente Amplio, con más o menos amplitud. El presidente del Partido Liberal, vocero del conglomerado frenteamplista, Luis Felipe Ramos, adelantó que hasta el momento se han puesto de acuerdo en temas puntuales, como la postura frente a la reforma tributaria y el proyecto de pensiones promovido por el gobierno.
Para Ramos, “Inevitablemente, un hito importante va a ser la decisión que se tome respecto del acuerdo administrativo. Va a ser un hito que va a permitir seguir acercando a toda la oposición o mantenerla en este estado actual. Por lo tanto, estamos expectantes para que lleguemos a un acuerdo que vaya más allá de lo administrativo, permita definir cuáles son los puntos legislativos que nos definen como oposición y ordenarnos en torno a un pacto administrativo que además tenga algunos ejes legislativos definidos”, concluyó.
“No cabe otra posibilidad -si lo que buscas es identidad- que declararte como un partido de oposición al gobierno de derecha que se encuentra, circunstancialmente, a cargo del Estado. Partamos por eso; de lo contrario nunca sabrá la opinión pública qué eres realmente”, dijo el senador Francisco Huenchumilla en una carta a la dirigencia de su partido, la Democracia Cristiana, llamándola a definirse “sin matices” frente al gobierno.
Para Huenchumilla, “este debe ser el año de clarificar y establecer tus ideas que te den identidad, de perfilar nuestro rol de oposición que te diferencie de lo que es un gobierno de derecha y al mismo tiempo participando con responsabilidad y racionalidad en el debate y decisiones parlamentarias; y de fortalecer y clarificar la coordinación con el resto de los partidos de oposición pensando en los desafíos del futuro”.
Obstruccionismo o deber democrático
Para el gobierno, el legítimo disenso acerca de sus iniciativas, constituye “obstruccionismo que el país sancionará”, como se ha cansado de decir la ministra vocera, Cecilia Pérez, cada vez que alguien desde la oposición cuestiona algún proyecto del ejecutivo.
Pareciera que los títulos que La Moneda asigna a sus proyectos “Aula Segura”, “Admisión Justa”, “Ley del Acuerdo de Seguridad Pública”, “Modernización Tributaria” y otros así de rimbombantes, “achunchara” a la oposición a decir claramente no, cuando corresponde.
Todo es presentado por el gobierno como una “mejora” de lo hecho con anterioridad, frente a una oposición que agacha la vista, como si se avergonzara de los cambios, pocos, pero que han beneficiado a la población, incapaz de defender un legado, quizás muy insignificante, pero que al menos trajo beneficios a muchos desposeídos. La autoflagelación ha sido bien explotada desde La Moneda.
Hasta hoy, se ha sido incapaz de explicar el por qué se aprueba o rechaza un determinado proyecto de gobierno y cuál es la alternativa que se ofrece al país a ese mal proyecto. No hay una oposición programática, más bien parece una oposición llena de complejos y que actúa al margen de sus electores, que no pueden entender que proyectos como los del cambio de medidores haya pasado por el Congreso y nadie haya reparado en el vacío que permitió al gobierno beneficiar a Enel, dirigida por el primo del Presidente y hermano del ministro del Interior, Herman Chadwick.
Si se llega a acuerdo global o parcial con el Ejecutivo en algún proyecto concreto, no se le dice a la población el por qué de ello o cómo beneficia a la gente. Eso despierta sospechas de “arreglines” o acomodos, que no necesariamente son ciertos. También la “cuña” fácil que algunos opositores usan en contra de otros opositores, hace mella en el pueblo que espera ver alguna salida frente a este gobierno de los empresarios y que ha sido ineficiente, más allá del discurso, para gobernar y hacer avanzar a Chile, en donde ni siquiera se ha cumplido con el 28% de las promesas de gobierno para este periodo.
La crítica social, cara a cara del comediante Jorge Alís en el pasado festival de Viña del Mar, revela el verdadero sentir de muchos, que esperan que sus líderes les hablen de frente y con claridad, sin dobleces ni palabras rebuscadas, y no solo para las elecciones.