La revelación es una de las tantas contenidas en el último libro de Guillermo Parvex, autor de Veterano de Tres Guerras. El autor da cuenta, además, que más abogados y diplomáticos, que militares, dirigieron los servicios secretos chilenos Por Francisco Castillo
Gran revelación: Alberto Blest Gana y José Abelardo Núñez fueron espías en la Guerra del Pacífico
Está claro que al periodista Guillermo Parvex le cambió la vida tras publicar las memorias del oficial José Miguel Varela, el ya famoso “Veterano de Tres Guerras”, libro del que se han vendido a la fecha más de 60 mil ejemplares.
Su repentino e impensado éxito literario le impulsó a trabajar en un segundo proyecto, que presentó a principios de noviembre en la Feria Internacional del Libro de Santiago. Esta vez fue una investigación periodística sobre el Servicio secreto chileno en la Guerra del Pacífico.
Una historia apasionante
Este nuevo trabajo es un relato muy bien documentado de la anónima labor de un centenar de agentes –chilenos y extranjeros- que obtuvieron información que resultó clave para ganar la guerra. Parvex recurrió a múltiples fuentes para estructurar la historia -cartas, memorias, documentos e informes oficiales, mensajes codificados, notas de prensa- que se inicia en 1873 y concluye con el fin del conflicto, en 1883. La obra da cuenta de una historia apasionante y francamente desconocida.
El autor, recientemente entrevistado por El País, había sostenido que siempre es interesante completar la historia oficial de los países, porque “siempre hay espacios para profundizarla o conocerla desde otra perspectiva”. En diálogo con Cambio21 complementa esos dichos:
“Cuando hice esa afirmación, me referí a que la historia es tan amplia, tiene tantas aristas y es tan profunda, que no creo que llegue un momento en que podamos decir: esta es ‘la historia’. Siempre habrá nuevos elementos, nuevos hallazgos que permitan verla desde otra perspectiva. Mi nuevo libro es una muestra de ello”.
En efecto, a través de sus 303 páginas, desfilan las historias de voluntarios, diplomáticos, profesores, hombres y mujeres que sin tener mayor experiencia en materias de inteligencia, adquirieron las destrezas para obtener información que los mandos requerían y entregarla oportunamente.
Planos de las fortalezas en Arica, Pisagua, Callao, Chorrillos, Miraflores se consiguieron penetrando a esos lugares arriesgando la vida; lo mismo, detalles de la flota naval peruana. Ganándose la confianza de las autoridades en enemigas, lograron conocer sus planes para comprar pertrechos, municiones, buques y armas en Europa lo que Chile impidió movilizando influencias para bloquear esas operaciones.
Los súper agentes
Específicamente, el gobierno chileno pudo boicotear la compra de dos blindados, un acorazado, dos fragatas y una decena de torpederas; descubrió y anuló el envío de fusiles, cañones, ametralladoras.
En ese sentido, fue vital la labor importantes personalidades nacionales provenientes del mundo civil, como el literato y diplomático Alberto Blest Gana, que lideró la red de espionaje que operaba en el extranjero, entre 1879 y 1883.
El grupo de agentes lo conformaban chilenos y voluntarios extranjeros, entre ellos ingleses, españoles, argentinos, ecuatorianos, chinos y un danés, el ingeniero Holger Birkedal.
Blest Gana tuvo a su cargo el desarrollo de operaciones clandestinas, de desinformación y organizó viajes secretos destinados a desbaratar las compras de armas por parte de los enemigos y a la vez sortear las restricciones que afectaban a Chile para adquirir armamento en Europa.
En cuando al danés Birkedal, cuenta Parvex que éste había llegado de Dinamarca contratado por Perú para trazar un ferrocarril y luego instalar chancadoras en las salitreras y desarrollar obras hidráulicas en la pampa del Tamarugal. En 1875 fue reclutado por el servicio secreto chileno y aportó información clave sobre los territorios de Tarapacá. Su aporte permitió desarrollar cartas náuticas y terrestres que fueron vitales durante la guerra.
El joven espía escandinavo fue enviado a Bolivia y Lima en misiones secretas, escapando de milagro desde la capital peruana con datos sobre las defensas de la ciudad. En 1883 se radicó en Estados Unidos, escribió un libro sobre sus andanzas, regresó a su patria y falleció en 1908, a la edad de 50 años.
Los abogados-espías
El creador del servicio secreto propiamente tal fue el abogado y periodista especializado en temas internacionales, Joaquín Godoy Cruz, que ingresa al servicio público en 1866, como auditor de guerra de la Armada cuando tenía 25 años, durante el conflicto bélico contra España. En su carrera va de Santiago a Perú, después a Washington, regresa a Lima en calidad de ministro plenipotenciario. Al estallar la guerra debe irse de Lima a Ecuador y luego a Brasil. Él fue quien reclutó a la mayoría de los espías chilenos.
También abogado fue Carlos Walker Martínez, quien en 1873 viaja a Bolivia en calidad de encargado de negocios y actúa también como jefe de los agentes secretos chilenos Se casa en La Paz con boliviana.
José Abelardo Núñez, abogado, escritor y diplomático, desarrolló labores de inteligencia en Lima, tras lo cual fue enviado a Europa y Estados Unidos a interiorizarse en los sistemas educativos que pudieran desarrollarse en Chile. A su regreso en 1882, publicó su célebre obra acerca de la organización de las Escuelas Normales que formaron a los profesores de instrucción primaria.
Mujeres también
También hubo mujeres sirviendo en estas arriesgadas misiones. La más destacada es “Anita”, cuyo verdadero nombre se ignora, pero sí se sabe que era una hermosa muchacha chilena que fue amante del general peruano Juan Buendía, comandante en jefe de las fuerzas aliadas en Iquique, y sobre cuya existencia hay testimonios de oficiales chilenos y diplomáticos ecuatorianos.
Anita Buendía inspiró el personaje de ficción Leonora Latorre, heroína de la serie “Adiós al Séptimo de Línea”, del escritor Jorge Inostroza. Este autor tomó como base el libro “La generala Buendía”, del escritor chileno Ramón Pacheco, publicado en 1885, “en el cual la espía chilena se llamaba Emma, inspirada en Ana, una chilena que efectivamente existió y que fue espía chilena en la Guerra del Pacífico”, dice Parvex a nuestro medio.
Otra mujer chilena que ofició de espía en Perú fue Candelaria Pérez, natural de La Chimba (hoy Recoleta) y conocida como “la Sargento Candelaria”. Pero eso fue 40 años antes, en la guerra de Chile con la Confederación Perú Boliviana. Su historia la relata la investigadora María José Cumplido en su libro “Chilenas”.
Otros espías “famosos”
Además de ella, otros grandes personajes de la historia nacional, en diversos períodos, oficiaron de agentes secretos. Los recuerda Parvex:
-Claramente, tenemos los casos del líder mapuche Lautaro y de Manuel Rodríguez. Ambos cumplieron, en distintas épocas y en algunas circunstancias, el rol de agentes, si por ello se entiende que obtuvieron información de sus adversarios en forma subrepticia.
“También está el caso de Arturo Prat, tal como lo señala mi libro. Fue en el período posterior a 1873 y casi en vísperas del inicio de la Guerra del Pacífico. Respecto a la sargento Candelaria Pérez, existen antecedentes que cumplió estas labores para la Marina de Chile en la etapa previa a la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y al estallar ese conflicto en 1839 se enroló como cantinera del Ejército chileno”.
-En otra entrevista, usted dijo que, de niño, le habría gustado ser ingeniero; de grande, ¿le habría gustado ser agente de servicio secreto?
-Por ningún motivo. No me gustan el riesgo ni la incertidumbre, que fueron dos características muy marcadas en el quehacer de quienes desarrollaron estas tareas en la Guerra del Pacífico. Desde mi adolescencia sentí interés por las ciencias sociales, pero prevaleció lo ingenieril y llegué hasta cuarto año de Construcción Civil antes de cambiarme a la carrera de Periodismo.
-En tiempos de paz, ¿se justifica el servicio secreto?
-El servicio secreto en que se centra mi libro inició sus actividades en 1873, es decir seis años antes de la Guerra del Pacífico, en tiempos de paz. Permitió al gobierno chileno conocer con antelación la difícil situación que tendría que enfrentar. No creo que exista algún país que no cuente en la actualidad con un organismo de esta naturaleza.
-¿Qué preparación tuvieron los agentes chilenos que actuaron en la Guerra del Pacífico?
-Por la investigación que desarrollé no hubo una preparación previa para los agentes. Se les eligió por sus características personales y por sus capacidades. La coordinación siempre estuvo radicada en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
-Se habla mucho que en el conflicto actual en la Araucanía falta información, que se requiere más “inteligencia”. ¿Es así?
-No soy experto en esta materia. Solo soy un cronista histórico. Sin embargo, como ciudadano, estimo que más que inteligencia, lo que hace falta en el actual conflicto de la Araucanía es conocer con exactitud lo que ha pasado en los últimos 150 años y más voluntad política para solucionar las legítimas demandas del pueblo mapuche, A este respecto, recomiendo la lectura del libro “Historia secreta mapuche”, de Pedro Cayuqueo.
-Y respecto del combate al narcotráfico en el país, ¿sirve también la “inteligencia”?
-Me imagino que está siendo aplicada por las instituciones policiales desde hace mucho tiempo.
El fenómeno de “Veterano de Tres Guerras”
Estar más de 125 semanas en el ranking de los 10 libros favoritos de los lectores chilenos es una marca insólita en el medio nacional. Parvex aún no lo puede creer.
-¿Se imaginó que el éxito de su primer libro se prolongara tanto en el tiempo?
-Para ser más exacto, nunca pensé que pudiera convertirse en un libro exitoso y menos aún que pudiera llegar a estar casi dos años y medio posicionado todas las semanas en el ranking de los más preferidos de los lectores. Jamás soñé con ello.
-¿Le han propuesto llevar “Veterano” al cine o la TV? Digo, como serie de Netflix, ¿qué tal?
-Efectivamente he recibido varias propuestas para que “Veterano de Tres Guerras” sea convertido en una obra audiovisual, tipo serial o miniserie.
-¿Qué le pareció el gesto del empresario Andrónico Luksic de regalar dos mil ejemplares de “Veterano” a sus seguidores de redes sociales?
-Sin duda que me sorprendió este gesto, y le agradezco mucho que haya ayudado de esa forma en la difusión de mi obra. Todo partió cuando un twittero le pidió que recomendara un libro y Luksic le sugirió el Veterano y ante las peticiones de cientos de sus seguidores, decidió obsequiar dos mil ejemplares.
-¿Tuvo contacto con él?
Un par de semanas después nos reunimos y conversamos largamente de este libro y de la historia de Chile en general.
-¿”Veterano” está como lectura en las escuelas matrices de las FF.AA?
No sé si en todas las escuelas matrices de las Fuerzas Armadas, pero sí que forma parte de los textos de lectura obligatoria en la Escuela Militar.
-¿Y el ministerio de Educación se ha pronunciado al respecto?
-No le podría responder con precisión, pero me parece que lo ha adquirido para las bibliotecas escolares.
Su repentino e impensado éxito literario le impulsó a trabajar en un segundo proyecto, que presentó a principios de noviembre en la Feria Internacional del Libro de Santiago. Esta vez fue una investigación periodística sobre el Servicio secreto chileno en la Guerra del Pacífico.
Una historia apasionante
Este nuevo trabajo es un relato muy bien documentado de la anónima labor de un centenar de agentes –chilenos y extranjeros- que obtuvieron información que resultó clave para ganar la guerra. Parvex recurrió a múltiples fuentes para estructurar la historia -cartas, memorias, documentos e informes oficiales, mensajes codificados, notas de prensa- que se inicia en 1873 y concluye con el fin del conflicto, en 1883. La obra da cuenta de una historia apasionante y francamente desconocida.
El autor, recientemente entrevistado por El País, había sostenido que siempre es interesante completar la historia oficial de los países, porque “siempre hay espacios para profundizarla o conocerla desde otra perspectiva”. En diálogo con Cambio21 complementa esos dichos:
“Cuando hice esa afirmación, me referí a que la historia es tan amplia, tiene tantas aristas y es tan profunda, que no creo que llegue un momento en que podamos decir: esta es ‘la historia’. Siempre habrá nuevos elementos, nuevos hallazgos que permitan verla desde otra perspectiva. Mi nuevo libro es una muestra de ello”.
En efecto, a través de sus 303 páginas, desfilan las historias de voluntarios, diplomáticos, profesores, hombres y mujeres que sin tener mayor experiencia en materias de inteligencia, adquirieron las destrezas para obtener información que los mandos requerían y entregarla oportunamente.
Planos de las fortalezas en Arica, Pisagua, Callao, Chorrillos, Miraflores se consiguieron penetrando a esos lugares arriesgando la vida; lo mismo, detalles de la flota naval peruana. Ganándose la confianza de las autoridades en enemigas, lograron conocer sus planes para comprar pertrechos, municiones, buques y armas en Europa lo que Chile impidió movilizando influencias para bloquear esas operaciones.
Los súper agentes
Específicamente, el gobierno chileno pudo boicotear la compra de dos blindados, un acorazado, dos fragatas y una decena de torpederas; descubrió y anuló el envío de fusiles, cañones, ametralladoras.
En ese sentido, fue vital la labor importantes personalidades nacionales provenientes del mundo civil, como el literato y diplomático Alberto Blest Gana, que lideró la red de espionaje que operaba en el extranjero, entre 1879 y 1883.
El grupo de agentes lo conformaban chilenos y voluntarios extranjeros, entre ellos ingleses, españoles, argentinos, ecuatorianos, chinos y un danés, el ingeniero Holger Birkedal.
Blest Gana tuvo a su cargo el desarrollo de operaciones clandestinas, de desinformación y organizó viajes secretos destinados a desbaratar las compras de armas por parte de los enemigos y a la vez sortear las restricciones que afectaban a Chile para adquirir armamento en Europa.
En cuando al danés Birkedal, cuenta Parvex que éste había llegado de Dinamarca contratado por Perú para trazar un ferrocarril y luego instalar chancadoras en las salitreras y desarrollar obras hidráulicas en la pampa del Tamarugal. En 1875 fue reclutado por el servicio secreto chileno y aportó información clave sobre los territorios de Tarapacá. Su aporte permitió desarrollar cartas náuticas y terrestres que fueron vitales durante la guerra.
El joven espía escandinavo fue enviado a Bolivia y Lima en misiones secretas, escapando de milagro desde la capital peruana con datos sobre las defensas de la ciudad. En 1883 se radicó en Estados Unidos, escribió un libro sobre sus andanzas, regresó a su patria y falleció en 1908, a la edad de 50 años.
Los abogados-espías
El creador del servicio secreto propiamente tal fue el abogado y periodista especializado en temas internacionales, Joaquín Godoy Cruz, que ingresa al servicio público en 1866, como auditor de guerra de la Armada cuando tenía 25 años, durante el conflicto bélico contra España. En su carrera va de Santiago a Perú, después a Washington, regresa a Lima en calidad de ministro plenipotenciario. Al estallar la guerra debe irse de Lima a Ecuador y luego a Brasil. Él fue quien reclutó a la mayoría de los espías chilenos.
También abogado fue Carlos Walker Martínez, quien en 1873 viaja a Bolivia en calidad de encargado de negocios y actúa también como jefe de los agentes secretos chilenos Se casa en La Paz con boliviana.
José Abelardo Núñez, abogado, escritor y diplomático, desarrolló labores de inteligencia en Lima, tras lo cual fue enviado a Europa y Estados Unidos a interiorizarse en los sistemas educativos que pudieran desarrollarse en Chile. A su regreso en 1882, publicó su célebre obra acerca de la organización de las Escuelas Normales que formaron a los profesores de instrucción primaria.
Mujeres también
También hubo mujeres sirviendo en estas arriesgadas misiones. La más destacada es “Anita”, cuyo verdadero nombre se ignora, pero sí se sabe que era una hermosa muchacha chilena que fue amante del general peruano Juan Buendía, comandante en jefe de las fuerzas aliadas en Iquique, y sobre cuya existencia hay testimonios de oficiales chilenos y diplomáticos ecuatorianos.
Anita Buendía inspiró el personaje de ficción Leonora Latorre, heroína de la serie “Adiós al Séptimo de Línea”, del escritor Jorge Inostroza. Este autor tomó como base el libro “La generala Buendía”, del escritor chileno Ramón Pacheco, publicado en 1885, “en el cual la espía chilena se llamaba Emma, inspirada en Ana, una chilena que efectivamente existió y que fue espía chilena en la Guerra del Pacífico”, dice Parvex a nuestro medio.
Otra mujer chilena que ofició de espía en Perú fue Candelaria Pérez, natural de La Chimba (hoy Recoleta) y conocida como “la Sargento Candelaria”. Pero eso fue 40 años antes, en la guerra de Chile con la Confederación Perú Boliviana. Su historia la relata la investigadora María José Cumplido en su libro “Chilenas”.
Otros espías “famosos”
Además de ella, otros grandes personajes de la historia nacional, en diversos períodos, oficiaron de agentes secretos. Los recuerda Parvex:
-Claramente, tenemos los casos del líder mapuche Lautaro y de Manuel Rodríguez. Ambos cumplieron, en distintas épocas y en algunas circunstancias, el rol de agentes, si por ello se entiende que obtuvieron información de sus adversarios en forma subrepticia.
“También está el caso de Arturo Prat, tal como lo señala mi libro. Fue en el período posterior a 1873 y casi en vísperas del inicio de la Guerra del Pacífico. Respecto a la sargento Candelaria Pérez, existen antecedentes que cumplió estas labores para la Marina de Chile en la etapa previa a la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y al estallar ese conflicto en 1839 se enroló como cantinera del Ejército chileno”.
-En otra entrevista, usted dijo que, de niño, le habría gustado ser ingeniero; de grande, ¿le habría gustado ser agente de servicio secreto?
-Por ningún motivo. No me gustan el riesgo ni la incertidumbre, que fueron dos características muy marcadas en el quehacer de quienes desarrollaron estas tareas en la Guerra del Pacífico. Desde mi adolescencia sentí interés por las ciencias sociales, pero prevaleció lo ingenieril y llegué hasta cuarto año de Construcción Civil antes de cambiarme a la carrera de Periodismo.
-En tiempos de paz, ¿se justifica el servicio secreto?
-El servicio secreto en que se centra mi libro inició sus actividades en 1873, es decir seis años antes de la Guerra del Pacífico, en tiempos de paz. Permitió al gobierno chileno conocer con antelación la difícil situación que tendría que enfrentar. No creo que exista algún país que no cuente en la actualidad con un organismo de esta naturaleza.
-¿Qué preparación tuvieron los agentes chilenos que actuaron en la Guerra del Pacífico?
-Por la investigación que desarrollé no hubo una preparación previa para los agentes. Se les eligió por sus características personales y por sus capacidades. La coordinación siempre estuvo radicada en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
-Se habla mucho que en el conflicto actual en la Araucanía falta información, que se requiere más “inteligencia”. ¿Es así?
-No soy experto en esta materia. Solo soy un cronista histórico. Sin embargo, como ciudadano, estimo que más que inteligencia, lo que hace falta en el actual conflicto de la Araucanía es conocer con exactitud lo que ha pasado en los últimos 150 años y más voluntad política para solucionar las legítimas demandas del pueblo mapuche, A este respecto, recomiendo la lectura del libro “Historia secreta mapuche”, de Pedro Cayuqueo.
-Y respecto del combate al narcotráfico en el país, ¿sirve también la “inteligencia”?
-Me imagino que está siendo aplicada por las instituciones policiales desde hace mucho tiempo.
El fenómeno de “Veterano de Tres Guerras”
Estar más de 125 semanas en el ranking de los 10 libros favoritos de los lectores chilenos es una marca insólita en el medio nacional. Parvex aún no lo puede creer.
-¿Se imaginó que el éxito de su primer libro se prolongara tanto en el tiempo?
-Para ser más exacto, nunca pensé que pudiera convertirse en un libro exitoso y menos aún que pudiera llegar a estar casi dos años y medio posicionado todas las semanas en el ranking de los más preferidos de los lectores. Jamás soñé con ello.
-¿Le han propuesto llevar “Veterano” al cine o la TV? Digo, como serie de Netflix, ¿qué tal?
-Efectivamente he recibido varias propuestas para que “Veterano de Tres Guerras” sea convertido en una obra audiovisual, tipo serial o miniserie.
-¿Qué le pareció el gesto del empresario Andrónico Luksic de regalar dos mil ejemplares de “Veterano” a sus seguidores de redes sociales?
-Sin duda que me sorprendió este gesto, y le agradezco mucho que haya ayudado de esa forma en la difusión de mi obra. Todo partió cuando un twittero le pidió que recomendara un libro y Luksic le sugirió el Veterano y ante las peticiones de cientos de sus seguidores, decidió obsequiar dos mil ejemplares.
-¿Tuvo contacto con él?
Un par de semanas después nos reunimos y conversamos largamente de este libro y de la historia de Chile en general.
-¿”Veterano” está como lectura en las escuelas matrices de las FF.AA?
No sé si en todas las escuelas matrices de las Fuerzas Armadas, pero sí que forma parte de los textos de lectura obligatoria en la Escuela Militar.
-¿Y el ministerio de Educación se ha pronunciado al respecto?
-No le podría responder con precisión, pero me parece que lo ha adquirido para las bibliotecas escolares.