Por meses los estudios de opinión nos bombardearon con cifras que daban cuenta de una realidad que solo estaba en la voluntad de quién las manejaba cual titiritero. Los ex funcionarios, asesores, amigos y compinches quedaron al descubierto.
Las sesgadas armas de Piñera quedaron al desnudo: Encuestas truchas. Aún Chile exige una explicación
Por Mario López M.
No hay excusa en error de 10 puntos y que, “coincidentemente”, se repite en todas las muestras. La encuestitis se manejó como una verdad intocable. Un fiasco a la altura del puente Cau-Cau o del “mejor censo de la historia".
Nadie esperaba el resultado de las elecciones del pasado domingo, en especial lo ocurrido con el Frente Amplio y con la bajísima performance del candidato derechista, cuyas expectativas rondaban entre el 44% y el golpe de gracia en primera vuelta, venciendo sin necesidad de balotaje. Como él mismo lo dijo en más de una oportunidad, aunque luego lo negara.
En una actividad en el Barrio Bellavista en agosto pasado y tras la CEP, repitió la misma frase: “Nosotros estamos preparados para enfrentar a nuestros adversarios (…) Yo no sé quién va a estar en la segunda vuelta. Y si va a haber segunda vuelta”, dijo, aunque después pidió mesura a sus asesores y adherentes, llamándolos a evitar el triunfalismo.
La voz de los poderosos
En nuestro país los medios de comunicación asignaron, sobre todo en el último tiempo, una credibilidad casi sacrosanta a las conclusiones de las encuestas. Baste mirar como El Mercurio, La Tercera, La Segunda, la televisión y en general todos los medios afines a Chile Vamos, no dudaron en titular o abrir programas de noticias dando por incuestionables los resultados que determinadas empresas publicaban.
La propia Presidenta Bachelet sufrió semana a semana el acoso de la empresa Plaza Pública Cadem, creada en 2014 por un exfuncionario del gobierno de Piñera, la que cuestionó “en nombre del país” todas y cada una de las Reformas, diciendo que sus encuestados las repudiaban mayoritariamente. Igual pasó con Piñera, solo que a él se le “sobredimensionó”, como reconoció tras las elecciones el propio gerente de Cadem, Roberto Izikson.
En estas elecciones, cuando Cadem aseguraba que Beatriz Sánchez o Alejandro Guillier caían estrepitosamente en su encuesta semanal, La Segunda titulaba de inmediato la estruendosa baja del o de la candidata, lo que en la noche todos los noticieros de TV replicaban sin cuestionarse y que se repetía al día siguiente en portadas de los medios del duopolio. Bombardeo constante al estilo del “miente, miente, que siempre algo queda”, atribuido por Piñera a Lenin. Por ello explotó en ira la candidata del FA la misma noche del 19, exigiendo que las encuestadoras se disculparan frente al país por sus falacias.
Mono con navaja
Así de peligrosas resultan las encuestas cuando son manipuladas o carecen de las habilidades técnicas para validar una proyección no sesgada o al menos verídica de lo medido. No se trata de demonizar los sondeos de opinión, sobre todo teniendo en cuenta que sus análisis no solo responden a materias políticas y cuyos aportes, dentro y fuera del país en otras áreas, son cada vez más valorados como instrumentos para campañas y toma de decisiones por particulares y autoridades públicas. En materia política, sin embargo, no son ni tan recientes ni tan creíbles como se cree. Tampoco escapan a la intencionalidad de quienes las aplican.
En los inicios de la década del 30 comenzaron a ser utilizadas en periodos electorales en el mundo. A finales de los 60 ya representaban un instrumento útil para auscultar a los electores, pero sería junto con la penetración masiva de la televisión que entran derechamente a ser una herramienta imprescindible de marketing, tanto para conocer qué desean los potenciales votantes y elaborar programas que intenten satisfacer sus necesidades como para potenciar las características positivas del candidato. Un arma de peligrosas consecuencias, encargada de dar por cierto lo que no siempre es.
En nuestro país son de más reciente data. Las financian políticos, partidos, gremios empresariales, gobiernos y en general quien se interese por conocer qué piensa su potencial “clientela”.
Pero deben sumarse en nuestra realidad dos hechos muy perniciosos. El primero, que encuestadoras y quienes las validan -los medios masivos de comunicación-, son todos de derecha, y segundo, que se encuentra muy en pañales la legislación que las regula, con apenas algunas limitaciones electorales, como las del Consejo Nacional de Televisión (CNTV), que prohíben difundirlas algunos días antes de las elecciones.
No fue error, fue grosería
Con todo, en nuestro país como nunca jugaron un rol casi determinante en estas elecciones en generar una “sensación” que orientó voluntades de electores. La propia Beatriz Sánchez se sintió directamente afectada por ellas: “Si hubieran dicho la verdad, tal vez sí estaríamos en segunda vuelta”, dijo muy molesta, preguntando “A todas las encuestas que dijeron que íbamos a estar abajo, ¿dónde está ese oráculo que es la CEP borrándonos del mapa?”, cuestionó.
En su caso la CEP le dio casi doce puntos porcentuales menos de los que obtuvo. Lo mismo Cerc-Mori, que le restó nueve, Cadem que le birló siete y Adimark casi cinco. ¿Le cree a las encuestas y por qué sí o no?, le preguntó Cambio21 a Sánchez cuando era candidata, a lo que respondió: “Las miramos, pero no nos mareamos ni nos dejamos conducir por ellas. Hasta ahora (05/2017), según las encuestas, nuestra candidatura es la única que crece, mientras los candidatos de los bloques tradicionales parecen estar estancados. A mí eso me hace mucho sentido con lo que estamos viendo a lo largo de Chile. La gente está esperanzada, quiere sumarse, está dispuesta a trabajar para construir un Chile más humano”, dijo. Hasta entonces, aún les guardaba algo de respeto.
Todo lo que perjudicaron las mediciones de opinión a Sánchez, lo sobrevaloraron en el apoyo al candidato derechista Sebastián Piñera. CEP Y Cerc-Mori le dieron ocho puntos de más, situándolo en el 44%. Cadem le sumó nueve para llegar al 45% y Adimark le agregó cinco, asegurando que el guarismo sería superior a 40 por ciento en su favor.
Por la boca muere el pez
Aunque oficialmente las empresas han guardado silencio hasta el cierre de esta edición, algunos de sus ejecutivos han salido a tratar de dar explicaciones de la debacle. La CEP, también sacó el habla: “El orden obtenido por los candidatos principales fue acertado”, dijeron, justificando que se trataba de que los sondeos son una “fotografía del momento” y reclamando que los hicieron a ciegas, pues no tenían los datos del último Censo.
Rodrigo González, el coordinador y cara visible de Opinión Pública de CEP, reconoció “que hubo diferencias, que sobrestimamos la votación de Sebastián Piñera y que subestimamos la votación de Beatriz Sánchez. Eso obviamente es para nosotros una invitación a revisar los procesos que involucran a la encuesta, su metodología, los votantes probables y todo, y todo lo relacionado con ello y nosotros lo vamos hacer cuando tengamos la información disponible para ello. Por lo tanto, nosotros somos los primeros en reconocer con humildad que se produjeron estas diferencias y que vamos a trabajar arduamente en hacer que la encuesta sea lo más rigurosa posible en sus métodos”.
Pero defendió la ausencia de sesgo: “Sostener que las diferencias entre las votaciones efectivas y las proporciones informadas por la encuesta CEP obedecen a una particular intencionalidad, desconoce la transparencia con la que ésta se lleva a cabo y los controles que se aplican en su elaboración (…) todas las encuestas utilizan los mismos marcos muestrales. Es posible que existan problemas en esta área y no podremos saberlo mientras no se publiquen los datos del último censo. La mayor parte de la evidencia en esta materia sugiere que los resultados de las encuestas no son determinantes en los comportamientos electorales de los votantes. Por tanto, atribuirle a una encuesta específica capacidad de moldear los resultados de una elección es un error importante”, se justificó.
Inexcusable
Las “excusas” que sí parecieron ser una tomadura de pelo salieron en las redes sociales de parte de Roberto Izikson, de Cadem, empresa que había pronosticado 45%de apoyo para el candidato derechista y 14 para la frenteamplista: “Encuesta Cadem anticipó correctamente al votante probable (48%), que habría segunda vuelta con un Piñera cerca del 40% y con Guillier en 23%, que Beatriz Sánchez saldría tercera y que Kast, Goic y Marco Enríquez, todos dentro del margen de error, disputaban el cuarto lugar”, aseguró en Twitter.
Agregaría más tarde que “independiente de lo anterior, entendemos las críticas y nos haremos cargo de ellas. Los resultados electorales de este domingo nos plantean nuevos desafíos y nos obligan a redoblar los esfuerzos para que nuestra encuesta y la estimación que hacemos en base a ella sea más precisa (…) Aunque logramos anticipar correctamente los resultados a nivel general, sobreestimamos el resultado de Piñera ubicándolo sobre el 40% cuando el resultado fue de 37%, posiblemente como consecuencia de la votación de José Antonio Kast. (…) Nuestros resultados nos motivan a seguir trabajando y validando la importancia de las encuestas en el debate público. En este sentido, seguiremos adelante e informaremos resultados de segunda vuelta, que a la luz de los resultados de ayer se perfila más competitiva de lo esperado”, amenazó.
Solo le faltó agregar que habían anticipado correctamente que las elecciones serían en Chile, un día domingo y además que caería en 19 en el mes de noviembre.
Encuestadoras, barras bravas de Piñera
Detrás de las más conocidas empresas de sondeos de opinión pública y que se dedican a materias políticas se encuentran la derecha más dura y conocidos empresarios de ese sector. CEP, Adimark y Cadem son la mejor expresión de ello. No han estado ajenas a cuestionamientos, sobre todo por la redacción de las preguntas, la oportunidad de ellas, la selección de los encuestados e incluso por quienes están tras bambalinas.
La CEP fue dirigida en toda la previa a la primera vuelta por Harald Beyer, el acusado constitucionalmente exministro de educación del gobierno de Sebastián Piñera. A partir de marzo de 2018 asume como nuevo rector de la exclusiva Universidad Adolfo Ibáñez. Entre los mandamases de dicha entidad asoman Arturo Fontaine, Eliodoro Matte, Wolf von Appen, Alfredo Alcaíno, Roberto Angelini, Juan Claro, Jean Paul Luksic, Joaquín Villarino, Bruno Philippi, Salvador Said, Luis Enrique Yarur y Sergio de Castro, son algunos de quienes son o han sido sus directores. Todos ligados a la derecha y el empresariado.
Adimark, por su parte, fue dirigida en el mismo periodo pre eleccionario por Roberto Méndez, un hombre de reconocidas ideas conservadoras y quien fuera ex asesor en La Moneda (donde trabajó con el “choclo” Délano) y muy amigo de Sebastián Piñera, lo que ha marcado para muchos la identidad y credibilidad de los sondeos de opinión en cuestiones políticas de esa empresa. Al retirarse tras 43 años en dicha empresa, aseguró que lo hacía para asumir proyectos personales y consultorías en el área de las mediciones y la opinión pública, “buscando mejorar la confianza en la estadísticas“. A confesión de parte…
Cadem, la más política y falta de metodología que inspire justamente esa confianza y la más reciente en el mercado de la cosa pública (2014), es dirigida por Roberto Izikson, hombre del círculo de hierro de Sebastián Piñera durante su gobierno y quien era el encargado justamente de las encuestas desde el “segundo piso”. Proviene de la escuela “Méndez” y “Délano”.
Izikson no se ha guardado sus preferencias por el exmandatario, sobre el cual ha dicho en redes sociales que se siente “orgulloso” de él y a quien considera muy “sólido”. Así lo expresó en Twitter: “Presidente Piñera: ‘la soberanía chilena no se negocia’. Qué sólido. Qué orgullo de Presidente tenemos”. Ese comentario fue realizado en el contexto del caso Exalmar.
La única encuesta que vale
La Presidenta Michelle Bachelet no estuvo ausente del debate sobre las mediciones de opinión: “La única encuesta que vale es la opinión de los chilenos expresadas en las urnas”, dijo en relación con la debacle de estas en el pronóstico de resultados.
“Partimos el día y la semana con entusiasmo y esperanza porque ayer (domingo) pudimos ver que la única encuesta que vale es la opinión de los chilenos y chilenas expresados en votos y esa opinión fue fuerte y clara”, resaltó la Mandataria.
También interpretó esa “voz del pueblo”: “Ayer (el domingo) la gran mayoría de chilenos y chilenas dijeron que no quieren retroceso ni perder los derechos que se han obtenido hasta ahora, como la gratuidad, y es por eso que hoy es el tiempo de la unidad y el tiempo en que todos participemos para que nuestra voz defina el Chile que queremos”, dijo.
Los sondeos de opinión han sido transformados en una letal arma de lucha e influencia en la voluntad de las personas. Eso lo sabe la derecha, que sostiene que al chileno “le gusta jugar a ganador”. De hecho La Segunda titulaba, citando al comando de Piñera, que solo estaban a 0,9 puntos de ganar en primera vuelta. Total nadie o casi nadie se cuestiona quiénes están tras la propiedad de las principales empresas o centros de medición. Menos contravierten el cómo se elaboran las preguntas u otros detalles.