Por Francisco Castillo
¿Qué querrá decir “Con plata baila el monito”, “Acostarse con las gallinas”, “Mandarse un numerito”? Especialmente los extranjeros, pero también despistados chilenos, encontrarán el significado preciso de estos y de muchos otros dichos en un nuevo libro de Héctor Velis-Meza, “Las frases chilenas más típicas”.
Si hay alguien ingenioso en el manejo del idioma, ese es Velis-Meza (68). Tiene un admirable record en materia de originales impresos en papel –cerca de medio centenar-, una trayectoria de casi 25 años con su programa de radio en Cooperativa, TVN le da espacio desde hace décadas, en sus señales internacional y de cable. En todas esas “plataformas” –como se dice ahora- su objetivo es el mismo: expandir el conocimiento del idioma castellano.
Su última producción, ya presente en librerías, es “Las frases chilenas más típicas”, donde se presentan, en 163 páginas, 169 frases de uso común en este país, pero que dejan “plop” a los extranjeros que no alcanzan a entender qué diantres es “acostarse con las gallinas”.
Para ellos particularmente, y también para cualquier lector curioso interesado en el lenguaje, Velis-Meza entrega este gracioso estudio, no desprovisto de rigurosidad académica. Van ejemplos:
Con plata baila el monito
Esta frase se emplea –dice el autor- para hacerle saber a alguien que está solicitando un servicio, pero a modo de favor, que nada es gratis en la vida; para conseguir algo, hay que pagarlo… y bien. Para averiguar el origen de la expresión hay que remontarse a los tiempos del organillero que acompañado de un mico que podía bailar al son de la música, siempre y cuando su amo fuera recompensado.
Otra versión es más picaresca. En los prostíbulos de antaño, el órgano sexual femenino era conocido como ‘monito’. La teoría sostiene que si un cliente pretendía algo más que un baile en el salón del recinto, y sugería ir a un ‘privado’, las muchachas le hacían presente que ‘con plata baila el monito’.
Acostarse con las gallinas
Frase muy antigua concebida en el campo chileno. No faltó el huaso que se dio cuenta que las gallinas tienen por costumbre despertarse muy temprano y recogerse apenas cae el sol, en las primeras horas de la noche. El que se acuesta temprano, “lo hace con las gallinas”.
Anda arrastrando el poncho
Se dice de alguien que esté molesto con una persona y frecuenta lugares que aquella visita, con el objeto de “arrastrarle el poncho”. La expresión nació en la pampa argentina. Cuando un gaucho se enojaba gravemente con otro, sin mediar palabra alguna, se acercaba al contrincante y, literalmente, le arrastraba el poncho por sus pies. Si el aludido lo pisaba en respuesta, significaba duelo inmediato, con facones (cuchillos). La alocución “anda arrastrando el poncho” equivale a “hostigamiento insistente a alguien”.
El presidente Piñera mandándose "el numerito" con los 33 de Copiapó
Mandarse un numerito
Aquí el tema es algo más complejo. La acepción seis de la palabra ‘número’ se refiere a “cada una de las partes de un espectáculo destinado al público”. En el pasado, el sustantivo ‘número’ comenzó a emplearse como equivalente de “representación pública”, porque en esos años las salas que exhibían espectáculos de variedades numeraban las secuencias de los mismos. Así se llegó al dicho “mandarse un numerito” para referirse, en tono de reproche, a un conducta inadecuada de algún desatinado. Esta expresión también se utiliza para aludir a alguien, que hace un gran esfuerzo por llamar la atención. Los adversarios del presidente electo consideran que las “piñericosas”, de alguna manera, encajarían en esta expresión.
La historia de ‘testigo’
Velis-Meza además de periodista, académico y conductor de sus programas en radio y TV, es también un empresario editorial que autogestiona sus propias publicaciones. Ya van 44 con su firma.
La mayoría de sus títulos se relacionan con el idioma castellano, “que compartimos con España y la mayoría de los países americanos, pero no a todas las palabras y frases les damos el mismo significado”, dice en el prólogo de su última publicación, cuando explica por qué le pareció necesario escribir este manual.
Junto a Cambio21 reflexiona sobre qué le impulsó a emprender tan prolongada actividad destinada a la divulgación del lenguaje.
-El impulso surgió con la lectura intensiva de libros, desde muy chico. La necesidad de comprender plenamente lo que leía. Así fue como desde el significado y la morfología de una palabra llegué a la etimología.
“Cuando descubrí que las palabras ‘testigo’ y ‘testimonio’ procedían de ‘testículo’, me pareció extraordinaria la explicación: que los romanos llevaran la mano izquierda a sus testículos cuando juraban.
“Luego me enteré que el sustantivo ‘trabajo’ procedía de la voz latina ‘tripaliare’, que es ‘torturar’, lo que me aclaró por qué la gente que trabaja no siempre anda alegre y satisfecha.
“Este descubrimiento me llevó a estudiar Periodismo, porque ejercerlo me deja la sensación de que no estoy trabajando. Gonzalo Bertrán, que me fue mi profesor, me decía cuando me invitaba a sus estelares, que una soberana lata (la etimología) yo la había convertido en algo atractivo”.
El valor del lenguaje
-Ya van 44 libros, cumple 25 años en Cooperativa en unos meses más, lleva décadas en TVN, ¿qué le dicen esas cifras?
-Son 44 libros con mi nombre. Mis primeros textos los publiqué con un pseudónimo. “Palabras con historia”, el libro que se convirtió en un programa radial en Cooperativa, pavimentó el camino hacia los otros. Los que siguieron los patrocinó la radio. Así descubrimos que muchísima gente, pese al imperio de la tontería y la frivolidad, valoriza el buen lenguaje, el conocimiento, la cultura y le gusta aprender con la proposición lúdica de mis libros. Después se sumó la televisión. Mi espacio sobre lenguaje en “Conectados” de la señal internacional de TVN se ve en 24 países. Mi libro “365 días para enriquecer su lenguaje” se publicó en México.
-¿Qué le gusta más, escribir, hacer radio, clases en la universidad?
-La radio es mágica y fascinante porque apela a la inteligencia y la imaginación. El oyente debe decodificar completamente lo que escucha y ese ejercicio proporciona un combustible de alto octanaje al cerebro. Escribir nos permite sobrevivir. Los libros prolongan nuestra existencia. Somos lo que leemos y escribimos. Muchas personas me dicen que cuando leen un texto mío se acuerdan de mi voz. Finalmente, el sistema universitario actual pulverizó mi vocación de profesor y me exilió de las aulas. Yo había idealizado la educación universitaria. El choque con la realidad fue devastador. Todavía no me repongo.
Los aportes juveniles
-¿Dónde hay mejor material para sus libros, en el campo o la ciudad?
-En la ciudad, que es donde la gente vive hacinada, encuentro el germen de mis libros. El lenguaje evoluciona más rápidamente en la ciudad que en el campo. La modernidad acelerada obliga a crear nuevas palabras, para entender y poder desenvolverse en un mundo que cambia vertiginosamente.
-¿Es fuente interesante el lenguaje juvenil?
-En el pasado, la jerga juvenil era una cantera interesante, original y creativa del lenguaje. “Chancho en misa”, “hablar cabezas de pescados” y “cachai” han sobrevivido más de medio siglo. Aunque me hace gracia, no sé si “levantado de raja” superará esta marca.
-¿Y el de los delincuentes o los uniformados, o es muy marginal?
-El coa, el modo de hablar de los delincuentes, es un yacimiento inagotable de lenguaje ingenioso, creativo y elocuente. La necesidad de la sobrevivencia los obliga a crear permanentemente formas de comunicación, para burlar a la autoridad. En cambio, el lenguaje castrense y policial es habitualmente formal, conciso, austero, muy utilitario, marcial y autoritario; eso mismo le resta la magia de la creatividad. Los militares y los policías no necesitan ser creativos en el lenguaje, les basta la funcionalidad.
“Soy una rareza”
-¿Es exportable este modelo literario?
-Si yo viviera en Europa, sería millonario. A lo mejor, tendría un castillo. Me lo han dicho franceses y españoles. Lo que ocurre, en mi caso, es que mis libros son muy chilenos y mis compatriotas no tienen entre sus prioridades la lectura. Tampoco tengo un agente literario. Además soy una rareza en este medio. Administro completamente el proceso editorial: escribo el libro, superviso la edición y el diseño, negocio con la imprenta, y mi familia lo comercializa. A continuación, recorro las ferias regionales.
Velis-Meza es certero al describirse como una “rareza”: ha dejado huella en el bien escribir y mejor hablar. Parafraseando lo escrito en la página 105 de este libro: “Me saco el sombrero”.