Por M. Cristina Prudant
Ignacio Achurra es un joven actor que ha trabajado en teatro, televisión y cine. Actualmente es presidente del Sindicato de Actores, SIDARTE, director artístico de la compañía de teatro “La Patriótico Interesante” y académico de la Universidad Finis Terrae, entre otras actividades.
Sobre su labor gremial relató que no ha sido fácil sobre todo en el plano profesional y laboral. Al respecto comentó con Cambio21 que “evidentemente ser presidente de un sindicato tiene costos en el ámbito laboral y porque además no puedo tener fuero porque como somos un sindicato interempresas , no es que yo esté amarrado a una empresa y no me puedan despedir, sino que me llaman diferentes empleadores”.
“Diría que en el ámbito de la televisión, yo supongo, que no debe ser visto con demasiados buenos ojos el rol que cumplo actualmente en el Sidarte y tiene costos. Yo tengo una compañía de teatro callejero hace 17 años que se llama “La Patriótico interesante” y además soy profe, trabajo en universidades. El cargo en el sindicato de actores me demanda mucho tiempo y no es remunerado, por lo tanto tengo que hacer otras labores. Pero, estoy muy contento y satisfecho con nuestra gestión, queda mucho por hacer, por mejorar, pero tengo mucha esperanza también. A pesar que estamos viviendo tiempos difíciles para el sector cultura, confío mucho en la capacidad profesional, en el talento de los actores, actrices", contextualiza.
Achurra, hijo del emblemático actor Patricio Achurra, dialogó con Cambio21 acerca de la política contingente y los problemas en el ámbito cultural.
Una mirada sobre Venezuela
¿Qué le parece la situación de Venezuela?
Es tremendamente compleja. Creo que efectivamente se llegó a un punto en que Venezuela necesita volver a una democracia plena, pero creo particularmente que esta fórmula que se ha diseñado, porque evidentemente aquí ha habido una articulación nacional, una planificación aparentemente de largo tiempo de instalar un presidente paralelo, me parece que es un camino tremendamente riesgoso y creo que detrás de eso no necesariamente hay un genuino interés por la libertad del pueblo venezolano, su bienestar, sino que hay otros intereses cruzados y de diferentes sectores.
A mí me cuesta pensar que siendo Venezuela el país con más reservas petroleras del mundo, más que Arabia Saudita, más que Irán que Irak, países que han estado apoyando como China o Rusia y por otro lado Estados Unidos liderando la disidencia y este plan estratégico de tratar de instalar un presidente paralelo, no puedo creer que detrás de eso no hay un interés por esas reservas petroleras. Entonces, me pasa que siento que, generalmente el pueblo venezolano, que es el que realmente importa, está atrapado en intereses de grandes potencias extranjeras con una crisis enorme al interior de su sistema político, de su estructura social y espero que se pueda encontrar una solución pacífica porque sería terrible que se produjera un nivel de polarización que condujera a un golpe de Estado militar o a una guerra civil, espero que no se llegue a ese punto.
En Chile ha habido una gran preocupación por lo que pasa en Venezuela sobre todo de parte de la derecha que emplaza a la izquierda. ¿Qué le parece esto?
La derecha chilena hace mucho rato nos tiene acostumbrados a este doble estándar impresionante, de una defensa acérrima de los derechos humanos en cualquier país que tenga un gobierno cercano a un signo de izquierda o centroizquierda y lo cierto es que en la propia historia nacional no han mostrado nunca el interés, ni la sensibilidad, ni la voluntad por la defensa de los derechos humanos que nos permitieran, por ejemplo, acceder a información del paradero de los miles de mujeres y hombres asesinados en la dictadura.
Entonces, aquí evidentemente hay un aprovechamiento político de la derecha chilena y de la derecha mundial, que se han servido durante muchos años de la situación de Venezuela para interpelar de algún modo a la izquierda, cuando lo cierto es que los grandes violadores a los derechos humanos en Chile, han sido, precisamente los que están en el sector de la derecha y que no han sido capaces de dar la cara que hoy día muchos funcionarios y ex colaboradores directos de la dictadura de Pinochet son miembros del gobierno. A mí me parece de una "cara duréz" -si podemos ocupar el adjetivo- bien impresionante lo que hace la derecha chilena.
¿Y cómo crees que ha reaccionado la izquierda chilena frente a la situación de Venezuela?
Creo que la izquierda chilena, efectivamente se siente tensionada con la situación de Venezuela porque el chavismo, su primer ciclo con la figura de Hugo Chávez, tenía una cierta una cierta idea de justicia social. Después de mucho tiempo de muchos gobiernos abusivos en Venezuela, generar de algún modo una repartición mayor de los recursos. Poner el foco en el ámbito social, la superación de la extrema pobreza y mucha gente empatizó con ese proceso y esto bajo mi mirada personal. Creo que ese proceso, lamentablemente devino, por razones internas y por presiones, sabotajes externos, en un gobierno que fue perdiendo credenciales democráticas que de algún modo fue restringiendo las libertades civiles y, además, que generó una crisis económica profunda que tiene a Venezuela sumida en un drama de carácter humanitario.
Personalmente, hace mucho tiempo que no me siento representado por el proyecto de Nicolás Maduro ni por su régimen, en lo más mínimo. Creo que Venezuela requiere, ojalá, de un gobierno genuinamente progresista, democrático a ultranza y que restablezca la confianza en las instituciones venezolanas. No creo que la solución a la crisis venezolana sea un gobierno de derecha y menos de ultraderecha, pero creo que en última instancia la situación venezolana ha hecho un flaco favor a la causa de la izquierda latinoamericana y le ha dado, de alguna manera, argumentos a una derecha que es precisamente en ese sector en Latinoamérica entera ha mostrado permanentemente sus credenciales no democráticas y ha instalado gobiernos de facto. Le ha dado argumentos para interpelarnos en el ámbito de, uno de los grandes patrimonios de la izquierda, especialmente su vocación democrática y creo que en eso la experiencia de Salvador Allende en Chile, sigue siendo, por lo mismo, un gran referente.
Sobre el gobierno de Piñera
Sobre la política interna. ¿Qué opina del gobierno de Piñera?
El gobierno está haciendo lo que, de alguna manera, prometió y si lo queremos llevar a una lógica más extrema están tratando básicamente de reducir el Estado, de recortar gasto público, de generar espacios de privatización en donde de algún modo el mercado viene a sustituir funciones que son propias del Estado y del aparato público. Creo que lo que hay es un gran retroceso de derechos sociales y la profundización de un modelo de mercado radical, extremo, que tiene como consecuencia la profundización en la ausencia de justicia social y en una desigualdad que tiene a Chile como campeones mundiales en ese ámbito. No es nada sorprendente porque ya habíamos tenido un gobierno de derecha, pero creo que esta versión de Piñera es tremendamente más derechista que su primer gobierno.
La propuesta tenía que, de alguna manera, seducir a un grupo de votantes de centro que cuajaron después en estos grupos como Amplitud, Evópoli particularmente y entre esa idea adaptar un discurso al centro porque por ahí parecía que se le fugaban los votos. Hoy a Piñera se le abrió un flanco por la extrema derecha y ha girado todo su discurso y su práctica, sencillamente a contener la fuga de esos votantes. Y por eso lo que estamos viendo es un gobierno de Piñera 2.0 mucho más derechista que el primero.
La idea de apretarse el cinturón se aplica a ciertos sectores como el plano cultural y artístico, por eso en el Presupuesto 2019 fueron reducidos los recursos para estos. ¿Cuál es su opinión?
En la cultura nosotros tenemos un problema profundo con la derecha porque tiene, desde mi punto de vista, una fantasía respecto a que el sector cultura, de las artes, del patrimonio puede desarrollarse en base a la autogestión y a los aportes de privados. Ellos creen que se pueden generar industrias culturales en todos los ámbitos del quehacer artístico y lo cierto es que eso, en base a la propia experiencia chilena y a toda la evidencia internacional, es absolutamente falso. No hay ningún lugar del mundo, salvo Estados Unidos que es una gran excepción por su cultura filantrópica.
En Chile en la empresa privada no hay empatía. Los aportes que se hacen desde la empresa privada, a la cultura, se hacen siempre con un objetico de marketing y utilitarista para los intereses de las propias empresas. Por lo tanto, la pregunta que cabe siempre es si el resto de la actividad artístico cultural debiera existir. Yo creo que sí, es fundamental para el desarrollo del capital humano de un país que exista arte, cultura, resguardo de lo patrimonial.
Lo otro que cae es ¿cómo se subvenciona, cómo se sostiene esto? Y ahí la respuesta es con aportes públicos y no hay otra fórmula en el mundo. Por lo tanto lo que vemos es un gobierno en que, evidentemente, la cultura no tiene un rédito inmediato, de carácter productivo, difícil medir el valor del aporte de la cultura. Hay que decir también que tampoco somos un sector que no tengamos ninguna posibilidad de ciertas variables económicas. El sector cultura, la industria creativa, según estudios del propio ministerio de las Culturas genera entre el 2,2 y el 2,3 % del producto interno bruto (PIB). Las industrias creativas en su conjunto generan alrededor de 500 mil empleos. Nuestro aporte va más en lo cualitativo que en lo cuantitativo y para un gobierno en donde toda la prioridad está puesta en lo productivo, en el desarrollo, el sector cultura queda muy relegado y ha habido muchos recortes.
Nosotros nos opusimos con mucha decisión a muchos recortes que se establecieron. Logramos detener algunos, pero otros se materializaron y estamos tremendamente preocupados porque, además, este gobierno tiene la tarea de implementar el ministerio de las Culturas y está haciendo un avance muy lento. Hay cosas importantes que no se han hecho y lo cierto es que si el Ministerio no se provee de recursos y de herramientas efectivas va a ser un cascarón vacío que no va a ser el aporte que hemos esperado durante décadas.
¿Y lo que está pasando en la televisión abierta en el país, con despidos y cierres de áreas dramáticas?
Ha habido un cambio mundial en la industria televisiva. Las plataformas digitales han ido sustituyendo campo importante de las audiencias tradicionales de la televisión abierta. Esto en todas partes del mundo y en cine también. Y es un cambio que viene acompañado de un cambio tecnológico que impacta de manera dura en el mercado laboral de los actores y actrices en Chile. Hay un proceso de externalización de los productos de ficción porque los canales han descubierto que es mucho más barato que producir sus propios productos. Esto ha precarizado mucho al sector y nosotros estamos muy preocupados por eso. Se está abusando de una ley que permite trabajar de lunes a sábado once horas diarias. Son estas prioridades que estamos abordando desde el sindicato de actores.