Por Mario López M.
En plena segunda vuelta electoral, se instaló un concepto enredes sociales destinado a destruir la imagen del candidato Guillier y de paso al gobierno saliente. No fue un accidente, sino que una bien tramada campaña de mentiras y terror que lograron asociar a una alicaída Venezuela y Nicolás Maduro con nuestro país.
Hoy, la estrategia, aunque cambia de dirección, ha logrado generar un fuerte impacto en la oposición, debilitándola y dividiéndola ante un problema que incide en nada en Chile. Sacó los líos económicos de este gobierno de la esfera de la discusión, lo mismo el caso “Catrillanca”.
“Nicolás Maduro respalda al ‘compañero Alejandro Guillier’. Esto no es campaña del terror, sino lisa y llanamente la campaña del Chavismo y el Castrismo en favor de Guillier”. Era el martes 28 de noviembre de 2017, en plena segunda vuelta presidencial, un escritor y asesor de Sebastián Piñera, sin mayor incidencia en política por aquel entonces, Roberto Ampuero, posteó ese mensaje en su cuenta de Twitter.
Para reafirmar sus dichos, acompañó un pantallazo sacado de la cuenta del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, donde dio su incondicional apoyo a “Alejandro Guillier, el precandidato bolivariano a la presidencia de Chile”. El hoy ministro de Relaciones Exteriores chileno generó una fuerte campaña de escándalo que llegó en su punto más alto, cuando la hoy diputada Érika Olivera acuñó un término que -aunque no era de ella-, generó un verdadero fenómeno: “Chilezuela”.
Mentir que siempre algo queda
Sin embargo, de a poco se develaría la verdad, aunque muy tarde para la campaña de Alejandro Guillier, pues el daño ya estaba hecho, había espantado al votante blando o centrado que no quería que su país se acercara al desorden, pobreza y otras “cualidades” que se le asignaban al alicaído gobierno de Nicolás maduro.
La campaña se apoyó, además, en una serie de cifras, sin mayor fundamento ni comprobadas, que hablaban que Chile se dirigía irremediablemente a la casi quiebra. O eso se pretendía hacer creer. El propio Piñera se sumó a esa campaña, comparando a Guillier con Maduro y advirtiendo que Chile no tenía asegurado su futuro y podía dirigirse en esa peligrosa dirección, en alusión a Venezuela.
Pero las cosas y los dichos no cuadraban. Primero cayeron los dichos, pues se demostró que la cuenta de Nicolás Maduro n o era real ni le pertenecía, había sido creada para fines falsos, La segunda, es que el presunto mensaje de “hermandad bolivariana” dirigida a Guillier ya se había posteado el 15 de noviembre de 2016, es decir, un año antes, cuando Guillier ni siquiera había sido proclamado candidato de la entonces Nueva mayoría.
Dichos y hechos, todos falsos
La otra campaña fue tratar de mostrar -no demostrar-, que los números no acompañaban al gobierno de Bachelet y que, con una eventual llegada de Guillier, eso sería catastrófico. De paso, derecha anunciaba a los 4 vientos, una serie de iniciativas en materia económica que asegurarían mayor crecimiento económico con mejores ingresos y más empleo, más inversión, todas medidas que le cambiarían el rostro a esta especie de “chilezuela” en que estábamos sumergidos en la administración anterior, según decían.
De llegar Piñera al poder, aseguraban, haría posible eso y más. Pero como del dicho al hecho al mucho trecho, las mentiras, primero y las engañosas promesas después, se fueron cayendo una a una. Ahí empezaron rápidamente a cambiar el discurso: la culpa de cuanto pasaba era del gobierno anterior, y si eso no era suficiente, sumaban a la guerra mercantil entre las grandes potencias, EEUU y China.
Primero fue el Banco Mundial, que dijo que las cifras que daban malos augurios a la economía chilena durante Bachelet, se habían manipulado. Luego sería la CEPAL, que demostraría que en Latinoamérica la pobreza extrema creció, mientras que en Gobierno de Bachelet los pobres disminuyeron en tres puntos. Los números duros de la economía demostraron que los apocalípticos augurios y análisis de la derecha y de Piñera en particular, eran artificiosos, falsos, Chile estaba lejos de ser esa “chilezuela” que pregonaban.
La verdadera “chilezuela aspiracional”
Una economía y el ánimo de las personas crece, cuando las expectativas de mejoras suenan fuertes. Y consciente de eso, Piñera y la derecha generaron tremendas expectativas que hacían pasar por alto a muchos quién era Piñera y los fracasos de su primer gobierno. Sin embargo, una vez más el engaño daría paso a la realidad. Todos los indicadores económicos conocidos, desmienten las promesas y anticipan una clara desaceleración económica que se ha hecho más pronunciada en los finales del segundo semestre anterior y hoy no mejoran.
El futuro se ve poco halagüeño para las personas y empresas, sobre todo Pymes, algo muy distinto a las expectativas gubernamentales, que hacían con entusiasmo a inicios de esta administración. Los propios empresarios han reconocido que esa es una realidad, donde ni siquiera está operando la inmoral política del “chorreo”, pues, aunque se asegure que el país crece, ese crecimiento no está llegando a los hogares de la clase media, profesionales y trabajadores y menos aún a los sectores más vulnerables. Se puede crecer al 4 o al 6%, pero si la capacidad adquisitiva de los chilenos baja, como acontece, las jubilaciones retroceden, como está pasando y los ingresos, dependientes o independientes menguan, ese crecimiento es para otros, unos pocos, los mismos de siempre.
“Divide y vencerás”
La frase atribuida al dictador y emperador romano, Julio César, “divide et impera”, da cuenta de la estrategia con la que Piñera y la derecha nos dirigen. Plan en apariencia sencillo, que busca indisponer a los unos contra los otros en la oposición y de paso, desviar la atención de la real situación por la que atraviesa el país. Si a eso se suma sacarse de encima el caso Catrillanca, tanto mejor. La oposición, algo extraviada y “confusa”, como la describió el ministro Secretario General de la Presidencia, Gonzalo Blumel, a caído mansamente en la trampa.
Hasta hoy nuestro país en materia internacional, ha mantenido un estricto apego a la política de no intervención en los asuntos internos de otra nación, como recuerda a Cambio21 el abogado de DDHH Roberto Ávila Toledo: “La política internacional es uno de los negocios públicos más delicados para un país. Por ello históricamente en Chile se le ha puesto en las manos exclusivas del presidente de la República que sólo necesita aprobación parlamentaria para declarar una guerra. La actitud del presidente chileno pone a nuestro país y su diplomacia en una situación de ruptura con su política tradicional (doctrina Estrada) que tan beneficiosa nos ha resultado y expone al país a la impostura y problemas graves, todos ellos gratuitamente adquiridos y sin que exista ningún interés nacional comprometido”, señala.
“La política tradicional de la diplomacia chilena se enmarca en los conceptos de la doctrina Estrada (canciller mexicano/ 1930) es decir que partir de los principios de no intervención y autodeterminación se reconocen a los gobiernos sin entrar a calificaros en legítimos o ilegítimos como lo sugería la doctrina Tobar (canciller ecuatoriano/1907)”, señala Ávila, agregando que “Si de lo que se trata es de cautelar eventuales violaciones a los Derechos Humanos, hay instancias internacionales a las cuales recurrir como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y en ciertas circunstancias y a partir de la ciudadanía universal de los DDHH, incluso tribunales chilenos. Aunque el Estado de Chile resintió de este sistema en el caso Pinochet, ahí está”, recuerda.
La hábil movida de Piñera
En medio de la crisis por el fracaso en las expectativas económicas y arreciando el caso Catrillanca que ha hecho tambalear ministros, como el primo del Presidente, Andrés Chadwick, apareció primero “la Ley de Migración” y, cuando pasó el efecto de esta, vino “Admisión justa” en materia educacional que, si bien también logró desviar la atención en un primer momento a los problemas internos, luego surgirían nuevas evidencias en el caso Catrillanca que obligarían a La Moneda a buscar otro señuelo, esta vez fue la vieja “chilezuela”.
Al romper la tradicional política de no intervención, obligó a la oposición a definirse acerca del tema. Un sector se plegó -muy asociado a los apoyos internacionales recibidos en la dictadura de Pinochet por el pueblo chileno-, a la tesis de defender los DDHH en ese país. Varios en esta postura, sobre todo en vastos sectores de izquierda tradicional, consideraron casi una afrenta el que se comparara a Maduro con Salvador Allende. Otros, fueron más laxos y aseguraron que, más allá de lo que se piense de Maduro y su gobierno, respaldar al gobierno de Guaidó, era respaldar los intereses “golpistas” de Estados Unidos.
La crisis de intercambio de disparos al interior de la oposición, se sumaba a una mediática discusión entre el Frente Amplio y la Democracia Cristiana que escaló hasta romperse el Pacto Administrativo de Gobernabilidad de la Cámara. La derecha ha sabido sacar partido de estas divisiones, al punto que lograron, en plena discusión interna en la oposición, reunirse en La Moneda con el Partido Radical, remarcando una imagen de diálogo y apoyos legislativos. “Chilezuela” una vez más sirve a un mediático Piñera, para salir de embrollos y desviar la atención de lo que pasa en nuestro país. ¿La oposición? Muy atenta a hacerles el juego.
El “chilezuela de Piñera”
La Encuesta de Expectativas Económicas (EEE) correspondiente a octubre de 2018, confirma que la actividad económica tendrá un comportamiento menos dinámico en 2019 y 2020. Por su parte el Fondo Monetario Internacional (FMI), proyecta para Chile en 2019, una expansión solo de un 3,4% real. No solo eso, nuestro país pierde el liderazgo de crecimiento proyectado por la Cepal en América del Sur, siendo superado Paraguay (4,6%), Bolivia (4,3%) y Perú con expansión de un 3,9%. En 2019 los mayores incrementos los anotarían Paraguay (4,7%), Bolivia (4,4%) y Perú 3,8% respectivamente, donde Chile a lo más aspiraría a un 3,3%, muy por debajo de las expectativas del gobierno y que alejan los mentados Tiempos Mejores.
Otra de las banderas que nos agitaron antes de las elecciones y hasta ahora lo hacen unos pocos optimistas -o vendedores de humo-, eran el aumento en los empleos y la mejora en la calidad de los ingresos asociados a ellos. Desde julio del año pasado que los ingresos se estacaron o retrocedieron hasta hoy. Los salarios reales crecieron sólo 0,1%, muy, pero muy bajo a lo proyectado y aún más a lo prometido, lo que en los últimos meses hicieron caer las remuneraciones en un 0,1%. La tasa de desempleo escaló hasta 7,3%, su mayor nivel desde 2011, según reconoció el propio presidente del Banco Central, Mario Marcel, haciendo un análisis detallado del trimestre junio - agosto de este año, aumentando 0,7 p.p. en los últimos meses.
La tasa de desocupación femenina fue 8,1%, aumentando 0,7 pp. en doce meses, mientras que la tasa de desocupación de los hombres se situó en 6,8%, 0,3 pp. más que lo registrado en igual trimestre de 2017. El Departamento de Estudios de la Cámara Nacional de Comercio, reconoció que las ventas del comercio minorista en la Región Metropolitana, cayeron en un 3,4% a agosto de 2018. Se trata de la mayor baja desde agosto de 2016: “La actividad de Línea Tradicional de Supermercados evidenció en agosto una fuerte caída de 6,4%, tras caer un 5,0% real anual en julio, y acumulando en los ocho meses del año una baja de 1,7% real anual. Abarrotes marcó una baja real anual de 4,5%. Perecibles evidenció una fuerte caída de 9,3% real anual (…)”, consigna el estudio.
Feroz retroceso de pensiones
Los últimos datos publicados por la Superintendencia de Pensiones, dan cuenta que la mitad de los nuevos pensionados en noviembre de 2017 recibieron menos de $46.254 pesos de pensión autofinanciada mensual. Por su parte, el monto promedio de las pensiones autofinanciadas de los nuevos pensionados por edad del mes de noviembre de 2018 fue de sólo $145.644 y, la llamada mediana (valor de la variable de posición central en un conjunto de datos ordenados; en nuestro caso, si ordenamos los montos de las pensiones de menos a más, la mitad de ellas están en la mediana o menos), arrojó pensiones de $46.254.
Las mujeres aún sufrieron mayor retroceso. La pensión promedio de las nuevas pensionadas en noviembre de 2018 fue de $74.336 y la mediana de $21.750, mientras que en el caso de los hombres el promedio es de $240.354 y la mediana de $117.562. El informe de la Superintendencia de Pensiones señala que “estos montos de pensión no incluyen el Aporte Previsional Solidario (APS) de Vejez ni las Garantías Estatales. En el caso de las mujeres, las pensiones incluyen el monto adicional del bono por hijo nacido vivo, en el caso en que lo hayan recibido.”
Al compararse el promedio y la mediana de todos los pensionados por vejez, con las pensiones de los que se jubilaron el mes de Noviembre de 2018, queda en evidencia un fuerte retroceso: el promedio general de las pensiones autofinanciadas en noviembre de 2018 era de $217.764 en cambio el promedio de las “nuevas” pensiones del mes fue apenas de $145.644, lo que significa que los nuevos pensionados reciben peores pensiones que los antiguos, las que ya eran insuficientes.
La disminución es de un 33,11% considerado solamente los promedios generales y del último mes. El aumento que será entregado, según el gobierno, a las mismas AFP que han administrado el fracaso previsional de los chilenos, solo implicará aumentar el ritmo de la caída de las pensiones, muy lejos de mejorarlas, y eso que la mitad de los nuevos pensionados en diciembre de 2018 recibió menos de $46.254 pesos de pensión.