Oh I'm just counting

Un despido apresurado. Por Abraham Santibáñez, Premio Nacional de Periodismo


Ante la drástica decisión de Mega de despedir a la periodista Paulina de Allende-Salazar, me parece necesario aportar con una reflexión desde el punto de vista ético y profesional.

Los elementos de esta situación se pueden resumir de la siguiente forma:

1.- El estado de crispación. El asesinato del cabo Daniel Palma generó una conmoción sin precedentes, lo que es comprensible por ser la tercera muerte violenta de un carabinero en poco más de tres semanas. A nivel nacional se ha producido una unánime reacción de dolor y de rechazo.

2.- El caso de la periodista. Efectivamente, Paulina de Allende-Salazar cometió un error que, en estas circunstancias, generó un rechazo unánime. Ella se corrigió de inmediato y más tarde reiteró su pesar por sus desafortunadas expresiones., solidarizando con la familia del cabo Palma

3.- El “veto” del general Alex Chavan. Debido, obviamente, al sentimiento interno de Carabineros, el alto oficial determinó de inmediato que no hablaría si estaba presente la cuestionada periodista. No le importaron las reiteradas excusas de la afectada. No consideró cómo su gesto estaba afectando la libertad de prensa en un momento en que el país enero requiere información fidedigna, veraz y oportuna.

4.- El despido. Mega realizó un juicio interno y tomó una decisión sobre la marcha. El canal tiene derecho a despedir a su personal, pero un mínimo respeto por la labor de la profesional, considerando sus enormes aportes en materia de información, hacía indispensable una evaluación en frío de lo ocurrido esperando un tiempo prudente, por breve que fuera. Además, lo digo como ex director de medios, las sanciones podían variar desde una reprimenda púbica, como se hizo, a una suspensión antes de llegar a un apresurado despido.

5.- La actitud de los colegas de la periodista. Aunque más tarde el Colegio de Periodistas dio a conocer su opinión, en el momento mismo del incidente los periodistas presentes no apoyaron a su colega, pese a su bien ganado prestigio. En otros ámbitos, especialmente en el deportivo, ha habido señales valiosas de solidaridad en casos parecidos.
El periodismo chileno, como toda nuestra sociedad, vive momentos difíciles. Hay profesionales que han sido atacados mientras realizaban su trabajo. Es indispensable revalorizar su trabajo, las dificultades existentes y el necesario apoyo a una tarea indispensable en democracia.

Se requiere una reflexión profunda sobre sus aciertos -muchos- y sus errores.

Desgraciadamente este episodio no contribuye a un análisis sereno y con mirada de futuro.