Colo Colo sumó en Rancagua su octavo partido consecutivo sin ganar, empató a 1, y sus opciones de disputar el año que viene competencias internacionales -lo mínimo que se le puede exigir a un equipo como el albo- continúan en serio peligro. O’Higgins, por su parte, que no conoce la derrota desde la llegada del Fantasma Figueroa a la banca, sigue en alza.
Apostó Héctor Tapia por repetir ante O’Higgins el mismo dibujo que le había permitido generar tanto volumen ofensivo ante Unión Española, y el resultado, al menos durante la primera mitad, fue exactamente el mismo que ante los hispanos. Mucha llegada y ninguna claridad en la definición, comenta La Tercera.
Dos minutos tardó tan solo la escuadra alba en estrenar el travesaño de la meta defendida por Pinto, en un testarazo imperial de Zaldivia, y ocho en poner a prueba los reflejos del arquero, que voló para enviar a córner un violento disparo de Pavez desde muy lejos. Con Pajarito Valdés, la gran novedad en la oncena, activo como pocas veces en este segundo semestre, y una línea de presión muy adelantada, Colo Colo desnudó todas las problemas en salida del Capo de Provincia durante los compases iniciales.
No mejoró, de hecho, el conjunto dirigido por Marco Antonio Figueroa hasta que Fernández retrasó unos metros su posición, Oroz dio un paso adelante, y ambos generadores de juego quedaron alineados. Ahí arrancaron los mejores minutos de O’Higgins que, por si fuera poco, logró enviar a la lona a su adversario en su primer remate entre los tres palos. Acevedo pivoteó un tiro libre en el segundo palo y Fuentes llegó desde segunda línea como un obús para definir en el corazón del área. Era el segundo tanto en Primera del central -ambos ante el conjunto albo- y se habían consumido ya 28 minutos de juego.
El golpe recibido volvió a convertir a Colo Colo en el equipo timorato, plagado de inseguridades, que lleva siendo desde hace ya algunas fechas y los rancagüinos comenzaron a merodear cada vez con mayor frecuencia el área de Orión. Con un Pinares lento y errático, un Valdivia excesivamente apático y un Morales absolutamente intrascendente, los discípulos de Tapia se tornaron un conjunto plano. Y es que el verdadero problema del técnico del Cacique a esas alturas no era haber tenido que lidiar con numerosas ausencias para armar su oncena en el Teniente, sino que muchas de ellas sí que habían saltado a la cancha. Pero cuando las cosas pintaban peor, apareció Insaurralde.
El espigado central, que había permanecido en el equipo titular precisamente por las soluciones que su altura entrega al centro de la zaga, hizo valer su envergadura para firmar el tanto del empate con la cabeza cuando moría el primer acto. Sucedió a la salida de un córner, tras un primer remate de Valdivia y luego de ganarle la posición a Calandria dentro del área. Una igualdad por centímetros.
Movió su banca Héctor Tapia en la segunda mitad para tratar de poner fin a su ominosa racha de resultados, ordenando el ingreso de Paredes a los 58 minutos en detrimento de Morales, pero ni con esas. El encuentro, en su conjunto, se volvió tosco y trabado con tablas, y la escuadra popular no consiguió encontrar respuestas.
A falta de cinco minutos para el final, Lucas Barrios -una jornada más de flojísimo desempeño- tuvo el triunfo visitante en sus botas, pero definió de manera horrible en el mano a mano ante Pinto tras recibir una maravillosa asistencia entre líneas de Valdivia. Ni tan siquiera el único número de prestidigitación del Mago en 90 minutos en Rancagua pudo rescatar de su depresión al Cacique.