Fue quizás una de las situaciones más angustiantes del último tiempo en una cancha de fútbol. El pasado sábado a los 43 minutos, en medio del partido que jugaban Dinamarca y Finlandia, Christian Eriksen no fue capaz de recibir un lateral: se desplomó.
Por algunos momentos, se creyó lo peor. El volante del Inter de Milán, compañero de Alexis y Vidal, no se movía, su mirada estaba perdida y sólo se podía observar al equipo médico realizando las maniobras de reanimación, mientras sus compañeros, algunos llorando, formaban un círculo para ocultar la cruel escena.
Por suerte, apenas antes de abandonar el campo, Eriksen reaccionó: se captó una imagen de él, tomándose la cabeza, aún algo perdido, pero con la esperanza de que habían logrado estabilizarle.
Ahora, tras la conmoción, fue la propia Federación Danesa (DBU) quien informó que el jugador de 29 años ingresará a pabellón para recibir un desfibrilador automático implantable (DAI).
«Después de que a Christian se le hayan hecho varios exámenes cardíacos se ha decidido que debe llevar un DAI (desfibrilador automático implantable). Este aparato es necesario después de sufrir un ataque al corazón debido a trastornos del ritmo cardíaco», informaron en Twitter.
Allí mismo, el organismo adelantó que se trata de una variante acaso mejorada del marcapasos. Es decir, pretende enviar impulsos eléctricos cuando la frecuencia cardíaca es lenta, evitando así una dolencia mayor.
Es necesario después de una crisis cardíaca debida a perturbaciones del ritmo cardíaco», precisaron.
También, dicen, Eriksen aceptó la propuesta, «confirmada por especialistas nacionales e internacionales que recomiendan el mismo tratamiento».