El populista de extrema derecha, Jair Bolsonaro, asume este martes el poder de la economía más grande de América Latina, con un gabinete que refuerza su añoranza por la dictadura que gobernó al país en la década de 1960, con su rechazo a las leyes que protegen al medio ambiente en el ánimo de abrir a la explotación industrial la riqueza amazónica, y con la promesa de dejar atrás años de asistencialismo impulsado por el carismático Luiz Inàcio Lula da Silva, hoy preso por corrupción.
El nuevo líder cumplió su promesa de campaña y ejercerá el poder con un equipo cívico-militar en el que destacan varios miembros de alto rango de las Fuerzas Armadas, además de su propio perfil, cuya formación se debe, en gran medida, al Ejército que sirvió al general Humberto de Alencar Castelo Branco, quien participó en el Golpe de Estado de 1964 e inauguró el régimen dictatorial que acabó hasta 1985.
El listado, que llevará las riendas del país a partir de mañana, comienza con el vicepresidente, Hamilton Mourao, un general en la reserva admirado por Bolsonaro, además de otros cuatro ministros que trabajaron en el Ejército y otro grupo que, si bien no se habilitó en las armas, tuvo algo de formación militar en su trayectoria.
Varios de ellos pasaron por la misma escuela militar donde se graduó Bolsonaro, la de Agulhas Negras, en Río de Janeiro.
Considerado un general de línea dura, el vicepresidente Mourao dice lo que piensa sin miedo a la controversia. Por ejemplo, en medio de la crisis por el juicio político que desembocó en la destitución de la entonces presidenta Dilma Rousseff, se mostró a favor de una “intervención militar” en caso de que el “caos” se instalara en Brasil.
La lista continúa con los generales de la reserva del Ejército: Fernando Azevedo e Silva, que estará al frente de la cartera de Defensa, Augusto Heleno (Gabinete de Seguridad) y Carlos Alberto dos Santos Cruz (Secretaría de Gobierno).
Azevedo e Silva es quien tiene un perfil más político. Ha servido en los tres poderes del Estado y para diferentes gobiernos. Fue jefe del Estado Mayor del Ejército y nombrado para coordinar la seguridad en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Augusto Heleno cuidará de la seguridad del presidente y tendrá bajo su mando la Agencia Brasileña de Inteligencia. Llegó a ser barajado como candidato a vicepresidente. Fue comandante militar de la Amazonía y dirigió la misión de paz de la ONU en Haití.
En una entrevista para una radio local, Heleno afirmó que “los derechos humanos son para humanos derechos”.
Esa declaración sería explicada por él mismo más tarde a la cadena O’Globo; afirmó que si hay que “canalizar los esfuerzos” en proporcionar derechos humanos en un país como Brasil, con “limitaciones”, pues es “aún económica, moral y socialmente debilitado”, lo haría sólo para el “ciudadano” trabajador.
“Entre el ciudadano que trabaja, sale de casa a las seis de la mañana, vuelve a las diez de la noche, encara un transporte público terrible, sufre todos los tipos de limitaciones en su vida diaria, él tiene mucho más derecho a ser pleno de derechos humanos que el sujeto que es bandido que está atracando en medio de la calle”, abundó.
De la Fuerza Aérea Brasileña, Bolsonaro llamó al teniente coronel Marcos Pontes, para ser su ministro de Ciencia. Es el único brasileño que ha viajado al espacio, gracias a una misión de la NASA.
El único representante de la Marina es el almirante aún activo Bento Costa, quien asumirá el despacho de Minas y Energía. Comandante de diferentes submarinos, fue director de Desarrollo Nuclear y Tecnológico de la Marina.
Además, tuvieron formación militar Wagner Rosario, quien será contralor General, y Tarcisio Gomes s, titular de Infraestructura. Ambos llegaron al rango de capitán del Ejército, como Bolsonaro.
Luiz Mandetta, futuro ministro de Salud, se desempeñó como médico del Hospital General del Ejército, y el colombiano Ricardo Vélez dirigirá la cartera de Educación tras ser profesor de la Escuela de Estado Mayor del Ejército.
Las únicas mujeres del gabinete de Bolsonaro, comandarán las carteras de Agricultura y Derechos Humanos, desde donde ya se prevé que buscarán beneficios para el agronegocio y retrocesos en temas como aborto e identidad de género.
Tereza Cristina da Costa y Damares Alves llegarán, con posiciones que van en contra de las políticas impulsadas por más de una década por Lula y Rousseff, que gobernaron Brasil bajo la bandera del izquierdista Partido de los Trabajadores.
Da Costa Dias llega de coordinar la bancada de los empresarios en el Congreso y promueve los agrotóxicos y la producción agrícola a gran escala, modelo que puede afectar el equilibrio ecológico en Brasil y que encenderá el histórico conflicto por disputas territoriales entre agricultores e indígenas.
Alves viene de asesorar un frente parlamentario evangelista, es pastora de ese culto y, aunque promueve los derechos civiles, se opone al aborto y a la identidad de género.
Ambas fueron recibidas con reservas por grupos ambientalistas y feministas, y por organizaciones defensoras de los derechos humanos que ven un panorama sombrío bajo su mando.