Después de dos días consecutivos de muertes récord por el COVID-19 en Brasil, el presidente Jair Bolsonaro dijo a sus compatriotas que dejen de "lloriquear" y sigan adelante, la más reciente declaración en que minimiza la gravedad de la pandemia y critica las medidas de distanciamiento social.
Brasil ha sufrido la mayor cantidad de muertes del mundo por la pandemia detrás de Estados Unidos, donde el brote está menguando. En cambio, el país dirigido por Bolsonaro esté enfrentando la peor fase de la epidemia hasta el momento, con un sistema hospitalario al borde de ser sobrepasado.
"Basta de quejas y lloriqueos. ¿Cuánto tiempo más durará el llanto?", dijo el mandatario a una multitud en un evento. "¿Cuánto tiempo más te quedarás en casa y cerrarás todo? Nadie puede soportarlo más. Lamentamos las muertes, otra vez, pero necesitamos una solución", añadió.
La aguda segunda ola en Brasil ha provocado nuevas restricciones en la capital, Brasilia, y en San Pablo, la ciudad más grande del país. Río de Janeiro anunció un toque de queda en toda la ciudad y un cierre más temprano de los restaurantes.
Particularmente preocupante para las autoridades de salud es la aparición de una nueva variante del coronavirus de la región amazónica, que parece más contagiosa y más capaz de reinfectar a quienes antes tuvieron COVID-19.
"Estamos experimentando las peores perspectivas para la pandemia desde que comenzó", dijo Gonzalo Vecina Neto, médico y exjefe del regulador de salud brasileño Anvisa.
"Las mutaciones son el resultado de una mayor reproducción del virus. Cuanto mayor es el número de virus, más rápida es la transmisión y más mutaciones tenemos", dijo.
Los gobernadores estatales y los médicos se han quejado de que el gobierno federal ha manejado mal la crisis del coronavirus, ya que Bolsonaro ha minimizado su gravedad y se ha opuesto a las restricciones. La demora del gobierno en adquirir y distribuir vacunas significa que menos del 3,5% de la población ha recibido al menos una inyección.