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Cómo Rusia pone a prueba a Occidente con el envenenamiento del mayor opositor a Putin

El anuncio que realizó el gobierno de Alemania de que el destacado dirigente de la oposición en Rusia Alexei Navalny fue envenenado con un sofisticado agente nervioso conocido como Novichok hace que su caso sea aún más grave de lo que se pensaba.

Más importante aún, aumentará las sospechas de que, a pesar de sus negaciones, el gobierno ruso está detrás de su envenenamiento.

Novichok, que significa "recién llegado" en ruso, es también el nombre de un grupo de agentes nerviosos desarrollados originalmente por la Unión Soviética en un laboratorio en Uzbekistán antes de que la URSS se desintegrara en 1991.

Las agencias de inteligencia de las potencias occidentales creen que desde entonces Novichok se ha refinado hasta terminar convertido en un arma mortal difícil de detectar, que es empleada mediante técnicas encubiertas practicadas por agentes de la GRU, la inteligencia militar rusa, entre las cuales se incluye su colocación en las manijas de las puertas.

Se creía que dos de esos agentes habían envenenado usando Novichok al desertor ruso Sergei Skripal y a su hija en Salisbury (Inglaterra) en 2018.

Una residente local de Wiltshire, Dawn Sturgess, murió posteriormente después de manipular el contenido del frasco de perfume que había sido desechado tras ser utilizado para disfrazar el agente nervioso.

Los gobiernos occidentales reaccionaron enérgicamente ante este intento de asesinato fallido en suelo británico.

En una acción coordinada, 20 países expulsaron a más de un centenar de diplomáticos y espías rusos, lo que supuso un duro golpe a las redes de recopilación de inteligencia de Moscú en Occidente.

Incluso agentes encubiertos ocultos en Reino Unido, que Moscú creía que estaban operando sin ser detectados por el servicio de seguridad británico MI5, recibieron la orden de abandonar el país.