Rusia anunció que va a reducir “fundamentalmente” las operaciones militares cerca de la capital de Ucrania y una ciudad en el norte, al tiempo que las conversaciones para poner fin a la guerra arrojaron los contornos de un posible acuerdo.
El viceministro de Defensa ruso Alexander Fomin dijo que el cambio en los campos de batalla busca aumentar la confianza en las conversaciones luego que varias rondas previas no consiguieron frenar la que se ha vuelto una sangrienta campaña de desgaste.
El anuncio fue recibido con escepticismo por Estados Unidos y otros.
Aunque Moscú lo presentó como un gesto de buena voluntad, sus tropas terrestres han quedado varadas y han sufrido fuertes pérdidas en sus esfuerzos para tonar Kiev y otras ciudades.
La semana pasada y nuevamente el martes, el Kremlin pareció rebajar sus objetivos de la guerra, diciendo que su “objetivo principal” es ahora ganar control de la región oriental de Donbás, mayormente rusoparlante.
El secretario de Estado norteamericano Antony Blinken dijo que no había visto nada que indicase que las conversaciones estaban progresando en una “forma constructiva” y dijo que las versiones rusas de una retirada pudieran ser un intento de Moscú de “engañar a la gente y desviar la atención”.
“Está lo que dice Rusia y lo que hace Rusia, y estamos concentrados en lo último”, dijo Blinken en Marruecos. “Y lo que Rusia está haciendo es continuar la violencia contra Ucrania”.
“Si ellos piensan de alguna manera que un esfuerzo para subyugar solamente el este de Ucrania o el sur de Ucrania … puede resultar exitoso, entonces se están engañando de nuevo profundamente”.
Funcionarios occidentales dicen que Moscú está reforzando sus tropas en el Donbás en un intento por rodear a las fuerzas mejor entrenadas y equipadas de Ucrania, que se han concentrado en el este.
Las primeras conversaciones cara a cara en dos semanas entre Rusia y Ucrania comenzaron el martes en Turquía y un asesor del presidente de Ucrania dijo que la reunión en Estambul se centraba en asegurar un cese de fuego y garantías de seguridad para Ucrania.
Antes de las conversaciones en Estambul, el presidente de Ucrania dijo que su país estaba dispuesto a declararse neutral, como ha reclamado Moscú, y está abierto a un compromiso sobre la disputada región oriental de Donbás, unas declaraciones que podrían dar impulso a las negociaciones. Pero advirtió que la “guerra cruel” seguía en marcha y que los ucranianos estaban pagando con su vida los reparos de Occidente a imponer sanciones más duras sobre Moscú.
Mientras los negociadores ocupaban sus puestos las fuerzas rusas atacaron un depósito de combustible en el oeste de Ucrania y demolieron un edificio del gobierno en el sur, lo que causó víctimas mortales.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, les dijo a las dos partes que tenían una “responsabilidad histórica” de poner fin a la violencia.
“Creemos que en una paz justa no habrá perdedores. Prolongar el conflicto no beneficia a nadie”, dijo Erdogan al recibir a las dos delegaciones, sentadas en lados opuestos de una larga mesa.
Los combates se han convertido en un tira y afloja. Las fuerzas ucranianas retomaron Irpín, un importante suburbio al noroeste de Kiev, dijo el lunes por la noche el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy. Sin embargo, advirtió que las tropas rusas se reagrupaban para retomar la zona.
“Aún tenemos que pelear, tenemos que resistir”, dijo Zelenskyy en su mensaje en video de cada noche a la nación. “Esta es una guerra cruel contra nuestro país, contra nuestro pueblo, contra nuestros hijos”.
Las conversaciones anteriores, celebradas en persona en Bielorrusia o por videoconferencia, no lograron progresos ni poner fin a la guerra iniciada hace más de un mes, que ha matado a miles de personas y expulsado a millones de sus hogares, incluidos casi 4 millones que han abandonado el país.
Rusia reclama desde hace tiempo que Ucrania renuncie a entrar en la OTAN, que Moscú considera una amenaza. Zelenskyy indicó durante el fin de semana que podría aceptarlo, indicando que Ucrania estaba dispuesta a declararse neutral, aunque ha hecho hincapié en que el país necesita recibir sus propias garantías de seguridad como parte del acuerdo.
En la sala de negociaciones en Estambul estaba también Roman Abramovich, aliado de Putin desde hace años y que ha sido sancionado por Gran Bretaña y la UE. El vocero del Kremlin Dmitry Peskov dijo que el propietario del club inglés de fútbol Chelsea ha ejercido de mediador extraoficial aprobado por ambos países. El misterio en torno a su papel aumentó por los reportes sobre que podría haber sido envenenado durante una ronda anterior de negociaciones.
El medio de investigación Bellingcat reportó el lunes que Abramovich y dos delegados ucranianos sufrieron dolor en los ojos e irritación cutánea compatible con un envenenamiento con armas químicas tras asistir a las negociaciones de paz del 3 de marzo. El gobierno británico dijo que las acusaciones eran “muy preocupantes”, mientras que Peskov dijo que los reportes “no se corresponden con la realidad”.
Además de Irpín, las fuerzas ucranianas recuperaron el control de Trostianets, al sur de Sumy, en el nordeste, donde varias semanas de ocupación rusa han dejado un paisaje de devastación.
Un misil golpeó un depósito de petróleo en el oeste de Ucrania el lunes por la noche, el segundo ataque a instalaciones petroleras en una región que ha evitado la peor parte del conflicto. El martes por la mañana, una explosión abrió un agujero en un edificio administrativo de nueve pisos en Mykolaiv, un puerto sureño que Rusia intenta capturar.
Siete personas murieron y 22 resultaron heridas en el ataque de misil, según dijo Zelenskyy en una comparecencia ante legisladores daneses.
“Es terrible. Esperaron a que la gente fuera a trabajar” antes de atacar el edificio, afirmó el gobernador de la región, Vitaliy Kim. “Yo me dormí. Soy afortunado”.
Ucrania indicó el martes que intentaría evacuar civiles de tres ciudades sureñas. La viceprimera ministra, Iryna Vereshchuk, dijo que se habilitarían corredores humanitarios desde la castigada Mariúpol, así como desde Energodar y Melitópol. Las dos últimas ciudades están bajo control ruso, pero Vereshchuk no dijo si Moscú había aceptado los corredores.