El Ejército de Israel llevó a cabo este viernes un bombardeo contra la capital de Líbano, Beirut, suceso que ha dejado un número indeterminado de muertos y heridos, en medio del repunte de los enfrentamientos con el partido-milicia chií Hezbolá y ante el temor de expansión del conflicto en Oriente Próximo.
“Las Fuerzas de Defensa de Israel han llevado a cabo un ataque selectivo en Beirut”, dijo el Ejército en un breve mensaje en su cuenta en la red social X, en el que ha agregado que “por ahora no hay cambios a las instrucciones en el frente interno”.
Según las informaciones recogidas por la agencia estatal libanesa de noticias, NNA, el bombardeo ha alcanzado un edificio de apartamentos en el área de Dahieh --situada en el sur de Beirut y de mayoría chií, con gran influencia de Hezbolá--, y dejó al menos cinco niños muertos, si bien Al Manar, vinculada al grupo, ha hablado de un muerto y catorce heridos.
Israel no se ha pronunciado por el momento sobre quién sería el objetivo del ataque, si bien fuentes citadas por la cadena de televisión libanesa LBCI apuntan a que se trataría de Ibrahim Akil, sobre el que pesa una recompensa de siete millones de dólares (cerca de 6,3 millones de euros) por parte de Estados Unidos.
Akil, alias Tahsin, es un miembro del Consejo de la Yihad de Hezbolá, el principal organismo militar del grupo. El hombre fue parte de la Organización de la Yihad Islámica, que reivindicó los atentados contra la Embajada de Estados Unidos en Beirut en 1983 y una toma de rehenes en esa misma década.
El ataque es el primero que ejecuta Israel contra Beirut desde el 30 de julio, cuando mató a un destacado comandante de Hezbolá identificado como Fuad Sukur --suceso que se saldó también con la muerte de un asesor iraní y cinco civiles, incluidos dos niños--, un día antes del asesinato en la capital de Irán, Teherán, del líder del brazo político del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), Ismail Haniye, suceso achacado a las autoridades israelíes.
El bombardeo llega además en medio del drástico repunte de las tensiones tras dos días de explosiones coordinadas de dispositivos de comunicaciones del grupo --el 17 y el 18 de septiembre--, ataques achacados a Israel y que han dejado cerca de 40 muertos y unos 3.000 heridos, según el último balance facilitado por las autoridades libanesas.
Está previsto que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas celebre una reunión este mismo viernes para abordar los citados ataques contra dispositivos portátiles, cuyo carácter indiscriminado, que quedó palpable con explosiones en lugares ajenos al ámbito militar o con gran afluencia de gente, ha sido criticado por la ONU, cuyo secretario general, António Guterres, instó a no utilizar como armas objetos civiles.
De hecho, el primer ministro interino de Líbano, Nayib Mikati, hizo el jueves un llamamiento al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que adopte una “posición firme” en contra de la “agresión israelí” y su “guerra tecnológica”, mientras que el secretario general de Hezbolá, Hasán Nasralá, acusó a Israel de provocar una “masacre sin precedentes” y “superar todas las ‘líneas rojas’”.
El repunte de los enfrentamientos entre Israel y Hezbolá --un grupo apoyado por Irán que cuenta con un importante peso militar y político en Líbano-- han hecho temer con la posibilidad de una expansión del conflicto en Oriente Próximo.