Oh I'm just counting

Perú afronta las elecciones presidenciales más "raras" con 18 candidatos: seguro que habrá segunda vuelta

Foto: Cinco candidatos presidenciales en el Perú, debatiendo para la TV

Perú elegirá este domingo a los participantes de su segunda vuelta electoral entre 18 candidatos que despiertan modestas o nulas expectativas. Las últimas encuestas vislumbran un empate técnico entre cinco competidores que, en el mejor de los casos, captarían el 13% de los votos. Los demás son figurantes de un proceso en el que la comedia y el drama político se alternan como las máscaras del antiguo teatro griego.

El excongresista de centroderecha Yonhy Lescano, el economista neoliberal Hernando de Soto, el exportero de Alianza Lima George Forsyth y Keiko Fujimori se disputan la preferencia de los votantes conservadores. Se supone que uno de ellos peleará por la presidencia con la abanderada de la izquierda, Verónika Mendoza, el 6 de junio. Pero cualquier cosa puede suceder ante el escepticismo generalizado.

Nadie descarta que en la segunda vuelta se encuentren dos candidatos derechistas o se produzca el milagro por el cual Rafael López Aliaga, un multimillonario que celebra su castidad, su condición de numerario del Opus Dei y recibe el mote del "Jair Bolsonaro peruano", recupere parte de las preferencias que se le escaparon durante las últimas semanas de exabruptos.

El alto grado de dispersión del voto es, para diversos analistas, la consecuencia inevitable de un ciclo de deriva política y crisis institucionales. En 2018 dimitió el presidente Pedro Pablo Kuczynski para evitar su destitución. Su sucesor, Martín Vizcarra, disolvió el Congreso, pero el nuevo Parlamento le echó en noviembre pasado. Le sucedió el legislador Manuel Merino durante apenas cinco días. Las movilizaciones le obligaron a marcharse.  El actual presidente interino, Francisco Sagasti, es apenas un bombero que apaga pequeños incendios cotidianos de los cuales no fue un escándalo menor las vacunaciones 'vip' contra el covid-19 de más de 400 personas de distinto grado de cercanía con el poder.

Meses atrás, al calor de las protestas que obligaron a Merino a abandonar sus fantasías presidenciales, parecía haber cobrado forma un amplio movimiento a favor de erradicar la Constitución que el dictador Alberto Fujimori dejó como legado. Esas aspiraciones dejaron de tener centralidad.

Dos desastres

En 2020 convergieron dos desastres: el institucional y el sanitario. Desde que comenzó la pandemia han fallecido unas 54.000 personas. La cantidad de infectados ronda los 1,6 millones. El ritmo de las inmunizaciones es muy lento. Perú ha tenido uno de los peores resultados regionales en su lucha contra el virus a pesar de haber experimentado largas cuarentenas. La economía ha caído un 12% después de dos décadas de sostenido crecimiento y desigual reparto de la riqueza.

La pandemia se enfrentó con un sistema de salud pauperizado por la falta de financiación. Ni siquiera esos estragos han restado cierta competitividad a los candidatos ultraliberales. "No vamos a poner a un Estado que no sabe organizar su vida comercial a distribuir vacunas. La dejo a la economía social de mercado", dijo De Soto, para ganar el voto de los sectores medios y altos de la sociedad. "La opción de dejar las vacunas en manos del sector privado es el sueño de los que se han enriquecido con la pandemia", señaló el diario 'La República'.

"Lo primero son la salud y la vida de nuestra gente y tenemos que ser coherentes entre lo que decimos y hacemos", ha repetido Mendoza. La excongresista se ha convertido en una suerte de bestia negra para algunos medios y el sector empresarial. Aldo Mariátegui, columnista de 'Perú 21', llamó a guardar los dólares "bajo el colchón o en una cuenta extranjera si triunfa un Gobierno comunista". Si ella triunfara, le sucedería lo mismo que a los otros contendientes: gobernaría con un Congreso altamente fragmentado y con predominio de las facciones derechistas.

Antes que Mendoza, algunos sectores se inclinarán por el mal menor. Keiko Fuimori intentará pescar en río revuelto a pesar de las investigaciones judiciales que la vincularon con la financiación ilegal de sus campañas políticas y le valieron varias prisiones preventivas. En dos ocasiones estuvo muy cerca de ganar las presidenciales. Esta vez, sus aspiraciones se han reducido sensiblemente. Para mejorar su imagen decidió reconciliarse con su padre, el exautócrata encarcelado. Las mujeres víctimas de las esterilizaciones masivas en los 90 no solo quieren llevar a "el Chino" a un juicio reparador. También alertan sobre los peligros de que, ante semejante volatilización del electorado, Keiko se instale en el Palacio Pizarro.