Los argentinos y chilenos asilados en México para huir de la persecución en sus países la década de los 70 se toparon al llegar con los tenebrosos servicios de espionaje mexicanos que vigilaron estrechamente sus actividades.
Reportes de seguridad desclasificados por el Gobierno de México apuntan que la vigilancia de los argentinos comenzó en septiembre de 1974 al llegar intelectuales como el escritor Rodolfo Puiggrós y el rector de la Universidad de Buenos Aires, Raúl Laguzzi.
En el caso de los asilados chilenos, el seguimiento de los servicios secretos mexicanos comenzó el 16 de septiembre de 1973, solo cinco días después del golpe militar y la muerte del Presidente Salvador Allende.
Ese día aterrizó en México Hortensia Bussi, viuda de Allende, en una llegada detallada en cinco hojas del expediente que se resguarda en el Archivo General de la Nación (AGN) y que contiene la lista de pasajeros y las declaraciones de funcionarios mexicanos.
La información que sobre los chilenos elaboraban los espías mexicanos daba cuenta de una atención especial que la Presidencia de Luis Echevarría y su esposa, la primera dama Esther Zuno, dedicaron para ayudar a los chilenos a establecerse en el país. Hoteles pagados, cuidados médicos, cirugías, facilidad de trámites migratorios, ropa, zapatos y hasta paquetes de cigarros, fueron entregado a los asilados chilenos.
Los informes de inteligencia mexicana destacan a Bertha Zuno de Castaños, hermana de la primera dama, como la encargada de entregar la ayuda a los asilados chilenos, y también da cuenta del respaldo que les ofreció para establecerse en el país.