Durante 17 días el mundo observó los operativos de rescate a los doce niños pertenecientes a un equipo de fútbol que estuvieron atrapados en una caverna en Tailandia, en donde también estaba su entrenador.
Los llamados "jabalíes salvajes" estuvieron en la oscuridad absoluta y sin ningún tipo de comida durante largas jornadas, hasta que al décimo día de su desaparición fueron hallados, comenzando las labores para poder salvarlos.
Luego que se diera luz verde al plan para sacarlos, al mundo entero se le dijo que los menores saldrían buceando. Incluso, se les dijo a los familiares de los menores que los rescatistas les enseñarían a utilizar todo el equipamiento para que salieran sin problemas de las cavernas. Pero todo era una mentira, según publicó el periódico Publimetro.
El libro "The Cave", del británico Liam Cochrane, reveló toda la verdad detrás del operativo, el cual da un vuelco gigantesco a la versión que todo el planeta tenía, pero que a la vez muestra una gran verdad: todo fue un éxito.
"Si buceamos ahora, algunos podrían morir; pero si no buceamos, todos morirán y solo vamos a recoger 13 cuerpos". Eso dice uno de los expertos que participaba del rescate a sus compañeros, dejando en claro que había que actuar rápido.
El tema era cómo hacer esto, ya que los menores no sabían bucear y las condiciones no eran los mejores: había escasa visibilidad producto del barro y los espacios para moverse eran estrechos. Incluso, era muy complicado para los mejores exponentes.
Y esto quedó claro cuando Saman Gunan, un ex SEAL tailandés de 37 años, murió durante los trabajos de los rescatistas. "Pensé que había cero posibilidades de éxito", admitió el Dr. Richard Harris, un médico anestesiólogo que participó de las labores.
Los expertos determinaron que la única forma de sacarlos era sedarlos y que los buzos profesionales los sacaran. Pero ante el temor de un rechazo de los familiares y a su vez, de todo el mundo ya que el planeta entero tenía la mirada sobre Tailandia, decidieron mentir a todos.
Por lo mismo, contaron que los "jabalíes salvajes" aprenderían a bucear, que llevarían una manguera de aire atada a su cuerpo y que iría un profesional de rescate delante y otro atrás de ellos para que no estuvieran solos.
Pero todo eso era mentira. Antes de ingresar a la caverna hicieron pruebas con tres jóvenes con un tamaño similar a los niños en una piscina para ver como resultaba el plan. Y como fue un éxito, dieron el permiso correspondiente.
Xanax, Ketamina y Atropina fueron el cóctel de pastillas que le dieron para dormirlos, calmarlos y reducir la cantidad de saliva para evitar un ahogamiento de este tipo. Les pudieron las mangueras con oxígeno pegadas en su boca y selladas con silicona, además que un buzo cargaría a cada uno de ellos.
El domingo 8 de julio era el día. "No se preocupen por nosotros. Cuando salgamos queremos llegar a casa de inmediato. No nos des demasiada tarea", dijeron los niños en una carta enviada a los padres. En tanto, cada pequeño mandó una nota privada a sus progenitores y el entrenador del equipo determinó quienes serían los cuatro primeros menores en salir.
Tras días de trabajos, lograron sacar a todos y el mundo celebró. "Hicieron todo lo correcto para que podamos rescatarlos. Nunca vi un gemido o una lágrima en el ojo. Eran jóvenes muy tranquilos, fuertes y decididos", remató el rescatista australiano Chris Jewell.