El agujero negro que a menudo parece el metro de Nueva York añadió este domingo un nuevo suceso a la lista, con la muerte de una mujer a la que prendió fuego un individuo en un vagón de la línea F. La víctima no pudo sobrevivir a las quemaduras de la bola de fuego en que se convirtió después de que el sospechoso, que fue grabado por las cámaras de la estación y detenido unas horas después, aplicara un mechero a las ropas con que se cubría. Las bajas temperaturas de la ciudad durante este fin de semana han hecho del suburbano, más que nunca, un albergue improvisado para los numerosos indigentes de la Gran Manzana.
A las 7.30 de la mañana de este domingo, cuando el tren se encontraba detenido en una estación de Brooklyn, el hombre, cuya identidad no ha sido revelada, prendió fuego a la mujer acercando un mechero a su ropa. Las llamas se propagaron rápidamente por el vagón y, a pesar de los esfuerzos de un empleado del metro en la extinción, la mujer fue declara muerta en el lugar de los hechos. Tres estudiantes “en edad escolar”, según la comisionada del Departamento de Policía de Nueva York, reconocieron al hombre en las fotos que la policía difundió, obtenidas de la grabación de las cámaras de videovigilancia del vagón. La difusión de las imágenes fue clave para la localización del sospechoso horas después. Entre sus escasas posesiones fue hallado un mechero.
La apariencia del detenido se convirtió de inmediato en arma arrojadiza para los republicanos y su anunciada cruzada contra la inmigración. El magnate Elon Musk, hombre de confianza del presidente electo Donald Trump, no tardó en acusar en la red social X (antes Twitter) a un guatemalteco sin papeles del crimen, y de reafirmarse en la necesidad de deportar a todos los indocumentados. Según la cadena de televisión ABC7, el detenido es efectivamente un ciudadano de Guatemala de 33 años que llevaba “varios años” residiendo en Estados Unidos, aunque no se ha hecho pública su identidad. Tampoco se conoce la identidad de la víctima por el estado “totalmente carbonizado” en que quedó el cuerpo, que imposibilita su reconocimiento.
El metro de Nueva York no levanta cabeza desde la pandemia: ha recuperado sólo el 75% del volumen de viajeros previo a la emergencia sanitaria, y, además de la generalización del teletrabajo en el descenso de usuarios, son también los incidentes violentos en sus vagones y andenes los que retraen a muchos viajeros, sobre todo durante la noche y la madrugada (funciona las 24 horas del día). Pese al despliegue de 750 miembros de la Guardia Nacional en las principales estaciones —reforzado durante estas fiestas con 250 adicionales—, truculentos sucesos empañan periódicamente la objetiva mejora de la seguridad en el suburbano: empujones a la vía de viajeros, algunos de ellos mortales, por obra de personas con dolencias mentales no tratadas —el binomio indigencia-enfermedad mental es un fenómeno acuciante en el Nueva York pospandémico—; apuñalamientos y tiroteos. La muerte de la mujer en el vagón de la línea F es el último episodio hasta el momento.
La detención del sospechoso fue posible gracias a las cámaras de videovigilancia del vagón, un logro que ha recalcado este lunes la gobernadora del Estado de Nueva York, Kathy Hochul, quien señaló que la autoridad metropolitana de transporte (MTA, en sus siglas inglesas, de la que depende la gestión del metro, ha terminado de instalar 13.000 cámaras en los 6.455 vagones, un esfuerzo que complementa las 10.000 cámaras ya instaladas en las estaciones. El proyecto de videovigilancia se ha completado antes de lo previsto, señaló Hochul, y forma parte de una iniciativa más amplia para mejorar la seguridad y aumentar la confianza en el sistema de metro. Desde enero de 2021, la delincuencia en sus instalaciones ha disminuido un 42%, según la gobernadora.