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Crudo relato del joven abusado por el ex obispo Cox: manoseaba y besaba en la boca

En entrevista con El Informante, el ex acólito de La Serena Hernán Godoy relató de manera detallada cómo fue abusado por el ahora ex sacerdote  Francisco José Cox entre los años 1985 y 1986, cuando sólo tenía 13 años de edad.

Según su testimonio en la entrevista con Matías del Río, los abusos comenzaron cuando era sólo un adolescente de 13 años de edad, en 1985. "Lo conocí en el colegio donde cursaba octavo básico. Era un cura encandilante, una persona que te conquistaba, era una persona maravillosa y le tomamos un cariño de inmediato", relata.

Pese a la cercanía, Godoy comenzó a percibir señales y modales extraños: "Cox daba muchos besos cerca de la boca, haciéndonos juegos bruscos. Nos apretaba los dedos de las manos con mucha fuerza, y en eso nos arrodillábamos".

Asimismo, aseguró que en ocasiones se dio cuenta que "cuando él abrazaba, estaba muy excitado". Tras vivir este tipo de experiencias, el ex acólito afirmó que en 1986 no quiso seguir con esto y se fue.

Antes de abandonar, recuerda que "en el Arzobispado había muchos niños. Teníamos mucha comida, Cox nos daba dinero para comprarnos dulces". Sin embargo, reveló detalles de una ocasión donde encontró a Cox a solas con otro niño de 12 ó 13 años: "En su oficina una vez lo sorprendí, donde tenía a un niño sentado en sus piernas. El niño estaba sin polera". Aseguró que vio cómo el religioso besaba al menor.

Godoy asegura que en ese tiempo tenía una frase recurrente cuando le hablaban sobre Cox: "Yo decía 'el cura era maricón'". Pese a haber abandonado la comunidad, asegura que "volví más o menos en el verano del 86, porque Cox me seguía invitando y me mandaba cartas. Sentía vergüenza como niño".

Godoy cuenta que su testimonio sobre los abusos que sufrió los hizo públicos recién en 2002. "Ese año fue muy difícil sacar la voz", rememora.

Sobre el episodio que vivió con el ex sacerdote, detalla que "él me pegó un papel en el pecho que decía 'esclavo'. Una vez me hizo entrar a la oficina, me hizo sentarme en las piernas de él (...) La imagen de padre bueno que tenía se transformó en un monstruo. Me daba besos que me ahogaban, casi llego a vomitar de tanto que me metía la lengua. Al tocar mi pene, etc. Cox me daba besos que me ahogaban".