Editorial Cambio21. Las luces y sombras del escenario económico en medio de la elección presidencial



La situación de la economía y sus perspectivas futuras son temas que interesan a la mayoría de la ciudadanía y será tema de diversos debates presidenciales -como el realizado en la SOFOFA-; también preocupa la calidad de los equipos técnicos que acompañan a las candidaturas y podemos afirmar que la economía si importa en la decisión de elegir a quién conducirá al país entre 2026 al 2030.
El desafío es instalar un debate sobre la realidad, la data y las perspectivas y no las tergiversaciones y simplismos que pueden dar tantos números que acompañan el debate sobre la economía. Hay un hecho cierto hace ya una década el país está estancado y tiene un crecimiento promedio del 2%; por tanto, es una materia que no han resuelto gobiernos de centroizquierda y centroderecha, o sea nadie tiene “la solución mágica” al tema del crecimiento de la economía, lo que sigue siendo una asignatura pendiente para la élite económica.
Mirando las percepciones de la ciudadanía se puede observar que para un 40% aproximadamente de la sociedad percibe que su situación personal y de la economía no es buena y sus ingresos no le alcanzan a cubrir sus necesidades básicas; cuando se miran los datos se ve luces y sombras sobre la economía.
En materia de luces es importante destacar el IMACEC de junio que marcó 3,1%, basado en un importante incremento del IMACEC no Minero (industria,servicios) que creció 4,8% y completó 12 meses registrando incrementos interanuales, pero el IMACEC minero ha presentado una preocupante volatilidad.
En una economía que tiene 2% de crecimiento promedio en la última década estos incrementos del IMACEC no pueden ser calificados como “decepcionantes” como lo hizo la prensa empresarial lo cual resulta una visión que no ayuda a construir miradas comunes.
Estos números azules del primer semestre permite proyectar un crecimiento para el año 2025 de 2,5% lo que consolida una tendencia de la economía de menos a más desde segundo semestre del 2022 y se lograría un crecimiento superior a lo proyectado por Banco Mundial y Banco Central.
El desafío para la próxima administración es presentar una agenda de productividad que permita a la economía lograr una meta de crecimiento del 4% para 2030 y eso claramente se logra con medidas para una mayor productividad y no rebajando impuestos a las grandes empresas como propone la ultraderecha.
Las malas noticias han venido del mercado del trabajo que muestra un persistente alto desempleo de 8,9% y que en el caso de las mujeres alcanza a 9,9% y en regiones como Ñuble y Atacama llega a 10,5% y 10,4% respectivamente.
Según INE, el empleo en los últimos 12 meses creció 0%, explicado por la menor informalidad laboral, un empleo asalariado privado que crece más en las grandes empresas (7%) y muy poco en mipymes (15) y un empleo público que cayó 6% anual.
Este estancamiento en el empleo se explica por el ritmo de crecimiento (2%); pero en la medida que en aumente el crecimiento esto tendrá un correlato positivo en la generación de empleos y no tan sólo en empleos informales que se formalizan como parece está ocurriendo en el mercado laboral. También sería bueno que transitoriamente se financiaran programas de empleo en las regiones con alto desempleo para amortiguar sus efectos sociales.
Por eso es importante que la economía vuelva a crecer, que se impulse una agenda que permita más crecimiento y más empleos, que se diversifique la matriz productiva en regiones, se potencien las exportaciones de los diversos sectores tanto mineros como no mineros y sería interesante conocer las propuestas de las candidaturas presidenciales que están compitiendo para pasar a la 2ª vuelta ya que hasta el momento solo conocemos el discurso de “los recortes” ya sea en el gasto fiscal como en los derechos sociales que se verían afectados por esos recortes.
Estamos ante la posibilidad de iniciar un camino virtuoso de mayor crecimiento económico con generación de empleos, lo que requiere acuerdos transversales, diálogo político y social y un clima de colaboración que parece estar ausente en el país donde hay un sector que impulsa el odio, la descalificación y la polarización en las redes sociales y en el espacio público lo que está resultando rentable a las ultraderechas y que hace difícil lograr esos acuerdos pro crecimiento que el país necesita.
Ojalá que en la carrera presidencial prime el diálogo y la construcción de acuerdos y no la odiosidad y la polarización.