Cuando en La Moneda recibieron la renuncia de Francisco Orrego a la Presidencia del directorio de TVN se comenzaron a encender las alarmas; en realidad, ello fue bastante tarde, por cuanto en Palacio sabían de las intenciones de Orrego hace más de un mes, sin embargo, por alguna razón que se desconoce habían optado por no hacer nada aún.
La renuncia de Orrego, que estaba basada en la inamovilidad de los cargos ejecutivos del canal, quienes, según su propia carta de renuncia, él consideraba que no podían seguir administrando los recursos los mismos que habían realizado mala gestión, terminó siendo el gatillante para la cirugía mayor que todos creen necesita TVN.
Fuentes de Palacio admiten que la lectura externa es clara: La salida de Orrego generó la teoría del empate que se había desatado cuando hace unos meses se filtraron los sueldos de los principales cargos de la Estación Ejecutiva. Aunque en el entorno de Orrego aseguran que no fueron ellos quienes entregaron esa información, en la oposición siguen convencidos de lo contrario y, por lo mismo, se entendía que De Aguirre no podría renunciar hasta que no se fuera el Presidente del Directorio.
De esta forma, la salida de Orrego es leída en los sectores políticos de oficialismo y oposición como la inmolación para poder forzar la salida del ahora ex Director Ejecutivo, sin embargo, lo claro es que en La Moneda siguen molestos porque se vieron obligados a actuar tras múltiples presiones que recibieron desde sus propios parlamentarios para hacer los cambios.
EL tema de fondo
El punto de quiebre entre La Moneda y Orrego está dado porque el ahora ex presidente de la estación tenía clara su propuesta de trabajo para sacar adelante al canal y en el gobierno definitivamente no lo escucharon o, quizás, demoraron más allá de la cuenta demostrando con ello la incapacidad que hace rato viene mostrando la Secretaría General de Gobierno (Segegob), encabezada por Cecilia Pérez.
De cualquier forma, los hechos ocurridos tras la salida de Orrego le han terminado dando la razón al también ex subsecretario de minería del primer gobierno de Piñera. El gobierno ha entregado señales de cambios que pueden implicar un revulsivo para el canal, los trabajadores comenzaron a volcar su molestia hacia los ejecutivos encabezados por Jaime De Aguirre y los parlamentarios también han pedido cuentas “caiga quien caiga”.
Como reconoce una ex integrante de TVN, desvinculada en las últimas semanas, del canal público, “aquí los únicos que han ganado son Orrego y el presidente de uno de los sindicatos que intervino el matinal para reclamar soluciones”. Esta última, al parecer, habría sido la gota que derramó el vaso para que Jaime de Aguirre decidiera abandonar el canal.
Finalmente, entonces, aunque el gobierno sigue molesto con Orrego y su renuncia, lo cierto es que la movida del ex mandamás de la estación pública lo dejó ubicado entre los parlamentarios como un ejecutivo sensato, claro de lo que había que hacer y certero, lo que incluso hace pensar a varios que, una vez que Piñera y Larroulet vuelvan a tierra desde su enojo, lo sondeen para un cargo estratégico donde pueda mostrar en amplitud sus certeros análisis que llevaron hoy al gobierno a tener la opción de elegir a un director ejecutivo de sus filas.
La renuncia de Orrego, que estaba basada en la inamovilidad de los cargos ejecutivos del canal, quienes, según su propia carta de renuncia, él consideraba que no podían seguir administrando los recursos los mismos que habían realizado mala gestión, terminó siendo el gatillante para la cirugía mayor que todos creen necesita TVN.
Fuentes de Palacio admiten que la lectura externa es clara: La salida de Orrego generó la teoría del empate que se había desatado cuando hace unos meses se filtraron los sueldos de los principales cargos de la Estación Ejecutiva. Aunque en el entorno de Orrego aseguran que no fueron ellos quienes entregaron esa información, en la oposición siguen convencidos de lo contrario y, por lo mismo, se entendía que De Aguirre no podría renunciar hasta que no se fuera el Presidente del Directorio.
De esta forma, la salida de Orrego es leída en los sectores políticos de oficialismo y oposición como la inmolación para poder forzar la salida del ahora ex Director Ejecutivo, sin embargo, lo claro es que en La Moneda siguen molestos porque se vieron obligados a actuar tras múltiples presiones que recibieron desde sus propios parlamentarios para hacer los cambios.
EL tema de fondo
El punto de quiebre entre La Moneda y Orrego está dado porque el ahora ex presidente de la estación tenía clara su propuesta de trabajo para sacar adelante al canal y en el gobierno definitivamente no lo escucharon o, quizás, demoraron más allá de la cuenta demostrando con ello la incapacidad que hace rato viene mostrando la Secretaría General de Gobierno (Segegob), encabezada por Cecilia Pérez.
De cualquier forma, los hechos ocurridos tras la salida de Orrego le han terminado dando la razón al también ex subsecretario de minería del primer gobierno de Piñera. El gobierno ha entregado señales de cambios que pueden implicar un revulsivo para el canal, los trabajadores comenzaron a volcar su molestia hacia los ejecutivos encabezados por Jaime De Aguirre y los parlamentarios también han pedido cuentas “caiga quien caiga”.
Como reconoce una ex integrante de TVN, desvinculada en las últimas semanas, del canal público, “aquí los únicos que han ganado son Orrego y el presidente de uno de los sindicatos que intervino el matinal para reclamar soluciones”. Esta última, al parecer, habría sido la gota que derramó el vaso para que Jaime de Aguirre decidiera abandonar el canal.
Finalmente, entonces, aunque el gobierno sigue molesto con Orrego y su renuncia, lo cierto es que la movida del ex mandamás de la estación pública lo dejó ubicado entre los parlamentarios como un ejecutivo sensato, claro de lo que había que hacer y certero, lo que incluso hace pensar a varios que, una vez que Piñera y Larroulet vuelvan a tierra desde su enojo, lo sondeen para un cargo estratégico donde pueda mostrar en amplitud sus certeros análisis que llevaron hoy al gobierno a tener la opción de elegir a un director ejecutivo de sus filas.