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El invitado de piedra del papa Francisco: Obispo Barros y el rechazo ciudadano marcaron la agenda papal

La visita del papa Francisco no ha estado ajena a polémicas. Algunos ataques incendiarios a iglesias, manifestaciones ciudadanas en el Parque O’Higgins y en Temuco y la solicitud de cita con el sacerdote por parte de la Machi Francisca Linconao llamaron fuertemente la atención.
 
Sin embargo, hubo un elemento que generó indignación y críticas por parte de muchos católicos y de la sociedad en general. El obispo de Osorno, Juan Barros, estuvo en la "Misa por la Paz y la Justicia", celebrada en el Parque O'Higgins, así como en la “Misa por el Progreso de los Pueblos” realizada en Temuco.
 
 
Barros es acusado por las víctimas de Fernando Karadima de ser encubridor de los abusos del expárroco de El Bosque. Su presencia fue resaltada por los medios y ha generado un debate en el mundo religioso.
 
El Papa y un debate abierto
 
De forma inmediata, cuando los medios masificaron las imágenes de la participación del obispo en el parque capitalino, muchas personas hicieron público lo negativo de su asistencia.
 
Juan Carlos Cruz, una de las víctimas de Karadima, rechazó las disculpas realizadas por el papa Francisco, tildándolo de "hipócrita" y de utilizar "palabras vacías".
 
Cruz resaltó que el acto de disculpas de Francisco pierde relevancia frente a la irresponsable asistencia del obispo Barros, situación que se agrava observando su participación el día miércoles en Temuco.
 
Por último, frente a la responsabilidad de Barros en los actos de Fernando Karadima, Cruz fue enfático: “Él estaba presente, perdón si soy crudo, cuando Karadima me tocaba los genitales, cuando me hacía darle besos y hacía eso con otros”, aseguró.
 
 
Otro de los denunciantes de abusos por parte del párroco de la iglesia de El Bosque, José Andrés Murillo, fue crítico del perdón pedido por Francisco, diciendo que “por un lado hay palabras muy sentidas, pero por el otro, hay una acción muy significativa que es poner al obispo Barros. Podría haber removido, en las mismas palabras que dijo en La Moneda, al obispo Barros, y no lo hizo. No lo hizo no porque no tenga el poder, sino porque no tiene la convicción ni la voluntad de hacerlo”, afirmó Murillo.
 
“El obispo de Osorno no está validado por la comunidad por ser cómplice de Karadima. Es inaceptable. No se necesitan más pruebas, la sola sospecha es suficiente para removerlo. El abuso sexual es un abuso de poder que no se puede cuestionar, y si la Iglesia Católica quiere luchar contra el abuso sexual tiene que cuestionar sus asimetrías de poder al interior de sus contextos espirituales, en sus jerarquías. Si quiere luchar contra el abuso sexual de manera efectiva, tiene que luchar contra estas acciones”, agregó Murillo.
 
Finalmente, el sacerdote Fernando Montes reconoció que la participación de Barros complejizó una situación que ya es algo complicada.
 
“Es un hecho: la significación de las cosas socialmente a veces son más importantes que las cosas mismas, y monseñor Barros genera una tensión y un problema en la Iglesia, en la relación de la Iglesia con la gente, y también con los obispos porque ha habido división en torno a este punto”, reflexionó Montes.
 
Sobre la situación actual del obispo de Osorno, el que fuera rector de la Universidad Alberto Hurtado, tiene un panorama claro.
 
“Sería extremadamente prudente renunciar, entre otras cosas, para que no se convierta en el centro de lo que más preocupa a los periodistas de la visita del Papa, porque hay hartas cosas que son mucho más importantes”, aseveró.