Oh I'm just counting

Las cosas claras. Por Marcos Borcoski Periodista

RUSIA Y EL MUNDO TRAS EL MUNDIAL

El torneo más importante del fútbol profesional derribó en semanas la telaraña de falsedades que durante décadas, se han tejido contra Rusia.

Los millares de visitantes que recibió pudieron conocer la verdadera Rusia: gentes amables, ciudades espectaculares y lugares que combinan lo histórico con lo maravilloso.
Lo dije antes del Mundial de Futbol en Rusia y la verdad, la realidad, me dio la razón. Escribí hace algunas semanas un artículo en que adelantaba acerca del cambio de opinión que tendría el mundo acerca de la realidad en Rusia tras visitar ese país. Lo dije porque habitualmente las cadenas occidentales deforman terriblemente acerca de la realidad, de la verdad de Rusia y sus habitantes, presentándolos como personas muy poco amigables, huraños y agresivos, especialmente con los extranjeros.
 
Pero nada de eso ocurrió, en lo absoluto. Los extranjeros que visitaron Rusia, tanto en Moscú, San Petersburgo, Sochi y otras ciudades sedes del mundial, se sorprendieron gratamente porque nada de lo que les habían advertido es verdad. Los rusos que vieron no son huraños, ni agresivos, sino que, todo lo contrario. Encontraron gente de todas las edades, hombres y mujeres, amables, amistosos, siempre con una sonrisa de bienvenida y haciendo lo posible por hacerles su estadía lo más agradable posible.
 
Un hincha inglés y su hijo de 17 años viajaron a Rusia para asistirá los partidos del Mundial. Advierten que les dijeron que debían tener cuidado porque podían ser agredidos al saber que eran extranjeros británicos. Pero el hecho en sí fue que el chico salió a la calle llevando la bandera británica a modo de capa sobre sus hombros, y todo lo que recibió fueron saludos de los hinchas rusos, que le saludaban y deseaban buena suerte.
 
Y esto fue lo que vieron no solo este joven británico y su padre, sino que también los millares de extranjeros que llegaron a Moscú con motivo del mundial, que pudieron ver con sus propios ojos y comprobar que las siniestras historias y aterradoras leyendas que los medios occidentales suelen escribir o mostrar y comentar sobre Rusia, son lisa y llanamente tonterías, falsedades.
 
Por eso fue importante el mundial de Rusia 2018. La propaganda anti-rusa o la rusofobia montada por Occidente y que estuvo cayendo sobre nuestras cabezas y sentidos durante décadas a través de diversos medios, pero fundamentalmente del cine y la TV como también las estrategias montadas cuidadosamente por los servicios de inteligencia para crear una falsa imagen de Rusia, simplemente se desmoronaron como castillo de naipes o un castillo de arena azotado por el mar. En cuestión de días, millares de extranjeros conocieron a los rusos. Y tras el mundial, hoy cuentan sus historias y anécdotas, sus visitas a los maravillosas catedrales y palacios y, por sobre todo que comprobaron que los rusos no son lo que la propaganda de algunos medios de occidente pinta ni se asemejan a esos siniestros personajes. Son gente cordial, amable, buenos conversadores y con un sentido único de la amistad y del buen humor.
 
Yo no estuve en el mundial, pero no me sorprende que los visitantes a Rusia hayan sentido la amistad y el calor humano de los rusos. Y estoy de acuerdo con argumentos concretos, porque trabajé en Moscú e hice grandes amigos de quienes tengo los mejores recuerdos. Gente amable, de buen humor y dispuestos a prestar ayuda cuando se requiere.
 
Apoyo lo que comprobaron los hinchas británicos, franceses, uruguayos, peruanos y de tantos otros países que llegaron Rusia para el Mundial porque yo mismo tuve algunas experiencias. Ellos son así, amistosos. 
 
Hacía menos de una semana que había llegado a Moscú cuando pensé que era buena idea tomar el famoso Metro. Me perdí. Estaba en una estación X, con un sentido X y un problema gigante.  Se me ocurrió comenzar a hablar en voz alta en un andén atestado de gente. En inglés comencé a decir en voz alta:
- ¿Alguien me puede ayudar por favor? -repetí varias veces.
De pronto a mi espalda escuche una voz femenina que también en inglés me respondió:
 
- ¿Puedo ayudarte? —era una chica muy hermosa como todas las rusas.

-Sí—le respondí aliviado-- Estoy perdido.

- ¿A dónde te diriges?

-A mi trabajo. Pero no sé dónde queda ni cómo llegar.

¿A qué estación vas?

-Ese es el problema. Tampoco lo sé.

-Bueno—continuó—por lo menos deberías decirme a que estación vas.

-No lo sé —y luego intenté-- Lo único que entiendo que es tiene que ver “algo con la cultura”.

-Ah. Vas a la estación Park Kultury. Yo te acompaño.

Abordamos el siguiente tren. Por el camino me preguntó de qué país venían; si estaba como turista. Le conté que iba a trabajar en Moscú.  Llegamos a la estación Park Kultury. Subimos a la superficie y…¡¡¡Maravilla!! Estaba frente al edificio donde yo trabajaba.

-Es aquí, le dije. Gracias, muchas gracias.

-No hay por qué. Me agradó ayudarte—se despidió con un beso en la mejilla y se perdió entre la multitud.

Nunca más, la volví a ver, pero en mi imaginario quedó grabado el rostro de esa chica rusa que se desvió de su camino para ayudarme en una situación que, para mí, en ese entonces. Tenía características de una tragedia.

Los creativos de Hollywood y las agencias de inteligencia tendrán que pensar en otra estrategia, si es que existe, para tergiversar a Rusia y su gente, porque la que habían usado hasta ahora, como ya señalé antes, fue sepultada por la visita de millares de hinchas del fútbol que llegaron a Rusia y pudieron comprobar que todas las historias negativas que se tejen sobre ese país  son solo tonterías sin sentido y sí conocieron la otra cara del país más extenso del mundo,  la real, la verdadera, se sorprendieron gratamente y quedaron con deseos de regresar .