Que dura derrota tuvo la centroizquierda en la segunda vuelta presidencial del domingo 17. Tenemos que analizarla para hacer los aprendizajes necesarios que permitan reiniciar un camino que admita representar a una mayoría en los eventos electorales del 2020 y 2021.
No hay soluciones ni salvatajes organizacionales en solitario en un espacio político como la centroizquierda altamente disgregado como emergió en las elecciones parlamentarias de noviembre.
Pero esa reorganización unitaria debe tener una agenda de futuro, debe desarrollarse sobre la base de un discurso y propuestas que apunten a reconectarnos con aquellos sectores emergentes y nuevos de la sociedad chilena que buscan un Chile más seguro, con desarrollo para todos y todas y donde hallan espacios y oportunidades para el emprendimiento y la innovación.
En lo personal lo más impactante fue no ver esa mayor participación electoral en 2ª vuelta (más de 300.000 nuevos electores) que terminó votando mayoritariamente en diciembre por Piñera y que le permitió incrementar sustantivamente su votación en comparación a la primera vuelta.
Esos nuevos electores y los que cambiaron de votación para segunda vuelta son principalmente electores de las nuevas clases medias; a los cuales no se les representa sólo con la repetición del discurso de los derechos sociales. Se requiere una combinación de propuestas que los toque en su anhelo meritocrático, de mejor calidad de vida y de mayores seguridades.
O sea, hay que sofisticar la capacidad de propuesta de la centroizquierda en especial de cara a las elecciones municipales y regionales del 2020 donde importa la calidad de vida en las ciudades y territorios, donde es relevante el transporte público pero no sólo para la Región Metropolitana ni para las comunas de altos ingresos sino para los territorios con serios problemas de conectividad aquí en regiones, donde debiera la centroizquierda jugarse por el emprendimiento, el progreso económico regional sobre la base de la innovación y las tecnologías, las libertades culturales y que Chile avanzará con equidad y no habrán retrocesos como el fantasma de Chilezuela.
Hay que asumir los temas del futuro. Por ejemplo, el Censo 2017muestra un acelerado envejecimiento de la población; por eso,no se puede postergar la Reforma Solidaria a las Pensiones que propuso Bachelet que crea mecanismos solidarios como el fondo intrageneracional, un consejo de ahorro colectivo a diferencias del nuevo gobierno que quiere darle todo a las AFP.
Ese rol de oposición –con anhelo de ser mayoría el 2020- debe ser sobre una nueva plataforma de contenidos y propuestas que le hablen al Chile del siglo XXI, que es más autónomo, que valora más el progreso económico y que quiere más certezas ante las vulnerabilidades de una sociedad que se desarrolla velozmente.