Para nadie es un misterio que hoy la política enfrenta uno de los momentos más complejos de su historia reciente. Los casos de corrupción, como el Caso Convenios y el escandaloso Caso Audios, han golpeado profundamente la confianza de la ciudadanía en quienes ejercemos cargos públicos.

No solo es preocupante la magnitud de los delitos cometidos, sino la impunidad con la que algunos han operado, poniendo en jaque los principios de transparencia y probidad que deberían guiar nuestro actuar.

En este contexto, quienes nos dedicamos a la política debemos enfrentar el desafío de hablar de frente, con honestidad y, lo más importante, con las manos limpias. Ya no basta con cumplir con lo mínimo exigido por la ley; es necesario un compromiso inquebrantable con la verdad y la rendición de cuentas.

Debemos mostrar a las personas que no todos los políticos somos iguales, que hay quienes creemos en el servicio público con un estándar ético claro y firme.

El ejercicio público no requiere que seamos personas perfectas, pero sí exige mínimos éticos intransables. No podemos seguir tolerando que quienes han ejercido la política a través de amenazas o intimidaciones, mintiendo sobre sus capacidades personales o manipulando la información pública y privada, sigan en posiciones de poder. Tampoco
podemos permitir que quienes tienen antecedentes de violencia o que están siendo investigados por irregularidades en su patrimonio continúen en cargos públicos.

Estos comportamientos no pueden ser parte del futuro de nuestra democracia, ni de nuestra comuna.

Este desprestigio es, en parte, lo que ha impulsado la explosión de candidaturas independientes para las próximas elecciones municipales y regionales de octubre.

Este año, 675 candidatos independientes han sido inscritos, muchos de ellos intentando desvincularse de la mala imagen que los partidos políticos han generado. Sin embargo, es crucial recordar que ser independiente no exime de la responsabilidad de rendir cuentas.

Todos, sin excepción, debemos responderle a la ciudadanía. En mi caso, como concejala de Tiltil y ahora candidata independiente a la alcaldía, me comprometo a liderar con transparencia y probidad. Mi lucha es para que Tiltil deje de ser el patio trasero de la Región Metropolitana, para que en nuestra comuna los recursos públicos se gestionen correctamente y que cada peso invertido se traduzca en un mejor vivir para nuestras vecinas y vecinos.

Confío plenamente en los funcionarios públicos de nuestra comuna, quienes, con un trabajo muchas veces silencioso, contribuyen a mejorar nuestros territorios.

La confianza se gana con acciones, y mi compromiso es con la gente.

Juntos haremos de Tiltil un lugar donde las decisiones se tomen de cara a las personas, con integridad y responsabilidad. Porque es tiempo de cambiar.