Finalmente el General Director de Carabineros, Mario Rozas, tuvo que terminar reconociendo que, durante todo el mes, habían mentido, acerca de los componentes de los balines, con los cuales han mutilado a más de 200 chilenos.
Ello, por cierto, luego del contundente informe de la Universidad de Chile, que mostró la existencia de plomo y otros metales, como parte sustantiva de esos proyectiles.
Quedan, sin embargo, dudas que deben ser muy rápidamente aclaradas.
La autoridad política, el Ministro del Interior, ¿no sabía la verdad? ¿exigió, el Ministro Blumel, que Carabineros le dijera la verdad, mientras la U. de Chile investigaba? ¿qué hacía, al respecto, en todos este mes, el Presidente Piñera?
El país ha sido engañado y, el costo de esto, son quienes han perdido un ojo y, un joven todavía intenta recuperar algo de visión del segundo ojo dañado.
Pero, mientras el jefe de Carabineros mentía, el Ministro del Interior y el Presidente, lo felicitaban, a el y a los que disparaban contra los que se movilizaban, por todo el país.
Las violaciones a los DDHH se multiplican y, la autoridad política respalda a los violadores, en vez de amparar a los agredidos. ¿Qué diferencia existe entonces, entre la conducta de Pinochet y la de Piñera, en esta materia? Simplemente ninguna.
¿O entre los generales o Sergio Onofre Jarpa, o Sergio Fernández, mientras ejercían como Ministros del Interior, a lo que hace ahora Blumel?. La conducta es idéntica. Hablan, vacíamente de “protocolos” que, saben, que o no existen, o no se cumplen pero que, en cualquier caso, dejan a todos los chilenos en la indefensión, de una fuerza policial sin control.
Mientras esto sucede, desde el gobierno insisten en un vacío llamado a un “Acuerdo por la Paz” ignorando, al igual como lo hacía el dictador, que “la paz es fruto de la verdad”, como le contestaba el gran Cardenal Silva Henríquez, citando la Encíclica “Pacem in Terris”
El país está entonces, en una encrucijada compleja. Hemos quedado en manos de un gobierno completamente desbordado, un Presidente ausente y una policía que miente sistemáticamente y dispara, sin ninguna consideración por la integridad física de quienes se movilizan, pacíficamente, por demandas que se sustentan en condiciones mínimas de Justicia Social, frente a un modelo que humilla a la mayoría del país.
El gobierno tiene, frente a este engaño delictual, la obligación de poner término al mando de Mario Rozas y, ponerlo a disposición de la Justicia.
Por su parte, los diputados, debieran pensar seriamente en acusar constitucionalmente al Ministro Blumel, por su responsabilidad en las gravísimas violaciones a los DDHH, por fuerzas policiales que están bajo su responsabilidad.
Recién allí, tal vez sea posible empezar a hablar, con base ética de “acuerdos por la paz”