Por María Cristina Prudant
Catalina Pérez, nació en Malmö, Suecia, porque sus padres fueron exiliados por la dictadura.
Estudió en Antofagasta su educación básica, media y universitaria, titulándose de abogada en la Universidad Católica del Norte.
Fue militante comunista y en 2014 renunció a ese partido y se unió a Revolución Democrática. Este año 2019 fue elegida Presidenta de este conglomerado y en 2017 fue electa diputada por el distrito 3 que incorpora a Antofagasta, Calama y otras comunas.
¿Usted en algún momento dudó que se firmara el acuerdo para una nueva Constitución?
Yo confieso que no pensé que fuese posible, por mucho tiempo ver a la política habiendo sido ciega, sorda y muda por tantos años, siendo parte de una generación que vivió el 2006, 2011 y se sintió traicionada por la política tradicional, pensar que la política podía llegar a entender la importancia de dejar de hacer proyectos del futuro para Chile entre cuatro paredes incluida las personas, ceder poder mediante una asamblea constituyente, para mí, como siendo parte del proceso, fue increíble, increíble.
Solo el aprendizaje que rescato es como la gente nos enseña a correr las barreras de lo que nosotros mismos imaginamos como posible. De una manera no cesan en su esperanza de que Chile pueda ser distinto. Yo encuentro que ese acto de rebelión es admirable y de un nivel de emoción increíble.
¿En algún momento se dio eso de la “cocina” porque el Partido Comunista no quiso participar por eso?
Yo lamento mucho, creo que fue un error histórico del Partido Comunista no participar de este proceso. No puede ser que quede en los anales de la historia que la UDI cedió a mover y a cambiar la Constitución política de Pinochet y que han luchado históricamente como el Partido Comunista para que eso cambie, no hayan sido parte de ese proceso de cierre y yo, entiendo la desconfianza. Soy parte también de esa sensación de desconfianza que yo siento tienen los partidos hacia el gobierno y también la ciudadanía hacia la política en general, pero cuando tienes a una calle moviendo las barreras de lo posible, de la institucionalidad, tienes si no la responsabilidad de que el Congreso, que el gobierno escuchen y esa es la responsabilidad hoy día de los partidos políticos y por eso que no dudamos en sentarnos a dialogar, pero pusimos características a ese diálogo, dimos un diálogo en el Congreso Nacional, transmitido y abierto a la ciudadanía.
Abrimos espacios de conversación con organizaciones sociales, lo transmitimos a nuestras propias redes comunicando cada uno de los avances, entendiendo además que mientras un proceso logra ser más público, logra ser también más legítimo. Si hoy día estamos hablando de un cambio constitucional necesitamos dotarlo de mínimos de legitimidad democrática y en eso es lo que buscamos garantizar, no solamente logrando un plebiscito para que sean las personas las que decidan y no solamente logrando, por primera vez soñar en Chile con una Asamblea Constituyente, sino que también participando de un diálogo abierto, sincero de interpelación de la clase política tradicional que por sobre todo puso al protagonismo y al centro a las personas que hoy día están en la calle.
¿Cómo vio el rol que asumió la derecha que se notaba un poco contrariada según se apreció en las imágenes?
Creo que aquí la gente obligó a partidos como la UDI, como Renovación Nacional a sentarse a la mesa a conversar bajo los términos de la calle. La gente logró que pese a que la derecha buscó bajo distintos mecanismos, algunos bastante ilegítimos construir la idea de que la nueva Constitución era una idea de la vieja política o que la nueva Constitución no tenía nada que ver con los derechos sociales y que luego, la Asamblea Constituyente casi nos iba a llevar a un estado de desgobierno tuvo que ceder en todas y cada una de sus posiciones porque el pueblo de Chile le dijo: ¡basta! y acá lo que ganó finalmente fue la alternativa democrática, la salida pacífica a los conflictos y no la vía represiva y criminalizadora que había empujado la UDI durante estos más de 25 días de movilización y que nos ha instado al estado de violencia que hoy día tenemos en nuestro país.
Hoy día el Estado perdió su capacidad de imponer el ejercicio legítimo de la fuerza y eso es una situación muy grave, propiciada por la UDI y fue esa UDI la que hoy tuvo que ceder gracias a la gente, no gracias a la oposición. Si hoy día podemos soñar, de nuevo, con una Asamblea Constituyente que consagre un Estado garante, una Asamblea Constituyente que sea capaz de ofrecer derechos y no privilegios, es gracias a que la conciencia de la calle y de la gente movilizada y su persistencia lo han hecho posible.
¿Usted cree posible que la gente entienda el gesto de un grupo de políticos y se va a recuperar la tranquilidad, la paz y sin movilizaciones asociadas a tanta violencia?
Yo no quiero que la gente vuelva a confiar en la política, yo quiero que la gente haga política por sí misma y ya las personas nos enseñaron que se podía hacer política con cacerolas en manos tomándonos las plazas públicas y organizando cabildos. Creo que ese va a ser el aprendizaje más grande de la historia democrática de nuestro país. Hoy día, por primera vez, vamos a tener en Chile un plebiscito, realizado en democracia y con estos índices de participación ciudadana. Vamos a ser un país intencional en términos de organización de una Asamblea Constituyente, si es que esa opción es definida por la ciudadanía y esa lección de democracia creo que no solamente significa el fin de la transición de los 90 sino que también es la materialización de las posibilidades de la rebelión popular cuando la rebelión popular va de la mano de revolución democrática.
La gente estaba empezando a preocuparse por tanta violencia en el país
Yo quiero que la violencia termine, pero no quiero que Chile se duerma. Creo que la paz social, como muchos la llaman, no se va a alcanzar en la medida que no alcancemos también la justicia social a la que tanto anhelo le ha puesto la ciudadanía y creo que esto no va a terminar hasta que seamos capaces de asegurar pensiones para los adultos mayores, que los saquen de la línea de la pobreza y que les entreguen dignidad, no va a terminar hasta que hablemos de un sueldo mínimo que logre sacar a una familia de cuatro personas también de la línea de la pobreza, no va terminar hasta que hagamos una distribución de la riqueza en nuestro país y que aseguremos que la revolución democrática se va a traspasar también a nuevas instituciones.
Creo que este nuevo amanecer de Chile está lejos de terminarse y creo ahí también que es el rol de la política no buscar encapsularla, representarla o arrogársela sino más bien entenderla como un impulso transformador para que de una vez por todas Chile nunca más vuelva a ser el mismo.
¿Qué esperan ustedes del gobierno ahora, habrá un cambio?
Yo creo que cuando con las ideas que te llevaron al poder fracasan no tienes otra alternativa que no sea gobernar con las ideas de otro y yo lo he dicho, no espero que gobierne con las ideas del Frente Amplio pero si espero que incorpore las ideas de la gente que hoy día está en la calle exigiéndole un cambio de rumbo, no solamente en materia de respeto a los derechos humanos, no puede ser que en un país que se dice democrático, que en medio de un Estado de derecho, haya este nivel de vulneración de derechos humanos en nuestro país. Eso es imperdonable para el Estado y hoy día tenemos que exigir verdad, justicia y reparación, pero también es imperdonable que sigamos defendiendo un modelo económico que tuvo a Chile sumido en el abuso por más de 30 años y que estemos disponibles a cambiar sus bases estructurales. Creo que el gobierno tiene que entender si quiere llegar al final de su mandato, tiene que entender que las políticas tienen que ser distintas y yo espero que prime la razonabilidad, la democracia por sobre la violencia y que entendamos que Chile está lejos de tener miedo. Chile está lleno de esperanza de transformación y eso hoy día hay que escucharlo.
¿Qué opina usted del presupuesto para el 2020? ¿Está acorde con los tiempos que vivimos?
Aquí tenemos una crisis social que nos exige o reducir el costo de la vida o garantizar mayores ingresos. Y ambos tienen un correlato en el Presupuesto de la Nación. Hoy necesitamos que el Estado de Chile abra la billetera no para financiar al mercado, a las grandes empresas, sino que para financiar los derechos de las personas y eso tiene que materializarse, por supuesto, en la Ley de Presupuesto, pero también en un cambio de modelo económico que nos permita pensar Chile en el largo plazo no desde la desigualdad sino que desde la justicia y desde la redistribución económica que es algo que el gobierno desde su posición de privilegio no hace.
¿Ustedes no fueron parte del acuerdo que se selló en el senado la Reforma Tributaria? ¿Qué esperan en este tema?
Nosotros celebramos que haya habido un alza de los impuestos en alguna medida, sin embargo la reforma está lejos de apuntar a los niveles de suficiencia que hoy día Chile necesita. Para esa reforma tributaria los impuestos van a seguir teniendo un carácter regresivo, vamos a seguir recaudando más impuestos por IVA que por impuesto a la renta por ejemplo. Hoy día el lujo no está considerado dentro del modelo y finalmente, tenemos que en su diseño está pensado para beneficiar a los más ricos de nuestro país y no en términos de una justicia tributaria real.
El peor violador de los DD.HH. en democracia
En cuanto a los derechos humanos ¿qué le ha parecido la actuación de carabineros en esta crisis social?
Entonces, cuando se nos cuestiona por ejemplo usar iniciativas institucionales que el Congreso tiene como las acusaciones constitucionales contra el ex ministro del Interior, Andrés Chadwick incluso contra el propio Presidente Piñera, yo no puedo creer que pretendan que nosotros avalemos la impunidad en nuestro país. Si aquí los responsables políticos también tienen que responder, tienen que darle explicaciones de cara a Chile y creo que esa es una responsabilidad que tenemos que asumir quienes estamos en los márgenes de la política institucional. No puede ser que haya más de 2.000 mil personas heridas graves en hospitales, no puede ser que haya más de 200 personas mutiladas en sus ojos, más de 200 querellas interpuestas por el INDH por tratos crueles e inhumanos. No puede ser que en Chile se torture y nadie diga nada.
¿Todo esto puede llevar a que se desate el populismo en las próximas elecciones?